La elegante banda irlandesa The Cranberries, en gira mundial de regreso tras siete años, debutó el viernes en la Argentina con un concierto en que demostró por qué supo ser una referencia del rock alternativo de los 90 y el público, que colmó el primero de los dos Luna Park previstos, agradeció poder establecer ese contacto.
Ante un estadio repleto y caliente, el cuarteto liderado por la voz y las canciones de Dolores O`Riordan apeló a un repertorio basado en lo mejor de su producción y esa apuesta a lo seguro rindió sus frutos en un certero show de 100 minutos de duración.
Desde las 21.35 con la trilogía integrada por “How”, “Animal Instinct” y “Linger”, el conjunto que completan Michael Hogan (bajo), Noel Hogan (guitarra) y Fergal Lawler (batería) empezó a exhibir en directo los pergaminos que sus fans argentinos supieron apreciar a través de cedés y videos.
A dos décadas de su aparición en Limerick, en el oeste irlandés, la formación que en 2003, y después de cinco álbumes y 40 millones de unidades vendidas, decidió tomarse un respiro, está de regreso en escena y amenaza con seguir sonando.
Si fuera por los seguidores argentinos, que por su devoción obligaron a una segunda función que tuvo lugar anoche, The Cranberries no debería detener su personal andar.
Lo que el público local valora de esta propuesta es la lograda mistura a partir de una estética alternativa que se desparrama sobre melodías que adeudan al rock, al pop y al punk.
Gran parte del encanto de la agrupación descansó una vez más en la interpretación y la escena de O`Riordan (anteanoche ataviada con un vestido larguísimo y multicolor) que manejó los climas de una velada de buen rock que prosiguió de la mano de las canciones “Ordinary Day”, “Wanted”, “You and me” y “I’m dreaming my dreams”.
Frente a una audiencia dispuesta a apreciar lo que The Cranberries tenía para ofrecer, el conjunto asestó con “When you’re gone”, “Daffodil lament” y “I can’t be with you”, más dosis de una fórmula que, no por conocida, resultó efectiva.
Apenas un par de referencias a No Baggage, último de los dos discos solistas de la líder, no interrumpieron la atmósfera general de la velada también nutrida por los acordes que la banda supo volcar en de “Ode to my family”, “Free to decide” y “Waltzing Back”.
Ese certero tránsito por un atractivo sendero de canciones, llegó a su punto más alto con “Salvation”, “Ridiculous Thoughts” y “Zombie” con que se terminó el segmento formal del show ante el clamor de la gente y la felicidad de los músicos.
Semejante muestra de afecto motivó un extenso y también festejado bis que The Cranberries aprovechó para subir su volumen a partir de “Empty”, “The Journey”, “Promises” y “Dreams” que hicieron que un espectáculo tan personal se permitiera el lugar común de la gente cantando con los brazos en alto y los dedos en “v” y de apreciar a Dolores envuelta en una bandera argentina que terminó usando como una capa.