No valía de nada pero igual había que jugarlo. Así lo exigía el calendario de la B Metropolitana, categoría que Central Córdoba dejará ni bien finalice el campeonato el próximo fin de semana, cuando reciba a Defensores de Belgrano en el Gabino Sosa, en lo que será el acto final de una temporada en la que se hizo casi todo mal.
Anoche, el Charrúa cosechó un sorpresivo empate en cancha de Villa Dálmine, que a pesar de ser superior durante gran parte del encuentro no pudo contra un inspirado Leonel Poropat.
Pero si el partido terminó sin goles fue porque los pocos jugadores que aún quedan en el plantel de Córdoba tienen muchísimo amor propio, como el caso de Nahuel Rodríguez, quien lesionado y todo no abandonó a sus compañeros y jugó el segundo tiempo completo con una fuerte molestia en el aductor de su pierna derecha.
Tampoco es que Ricardo Palma tenía mucho para elegir en el banco, ya que además del defensor le quedaba el arquerito Ariel Paniego y Bruno Milanesio, quien también estaba lesionado.
Hizo lo que pudo el equipo del Gordo. Al menos lo intentó siempre y se fue con la frente en alto ante un rival durísimo. Dálmine tuvo varias chances para marcar, que por impericia propia o responsabilidad de Poropat no terminaron en gol.
Así, el Charrúa volvió a sumar después de cinco derrotas al hilo y ahora espera con algo más de calma el duelo con el Dragón del próximo fin de semana, cuando se baje definitivamente el telón de una temporada para el olvido.