Así no, Córdoba. No levanta cabeza este equipo, que ayer volvió a quedarse con las manos vacías en barrio Tablada y ofreciendo una pobre imagen ante su público. El arquero Debiase evitó lo que tendría que haber sido una goleada lapidaria a favor de Defensores de Cambaceres, que al final se impuso merecidamente por 2 a 1 en el Gabino Sosa.
Y eso que arrancó ganando casi desde el vamos, pero ni así pudo el Charrúa darle una alegría a su gente, que tuvo que soportar la que probablemente fue la peor presentación del conjunto que comanda Ariel Cuffaro Russo.
Tan mal jugó Córdoba que para muchos el pitazo final fue un alivio. Es que en el complemento la visita lo pasó por arriba y le creó no menos de cinco o seis chances claras de gol, además del tanto de Azcona a los 17 minutos, ese que se veía venir desde hacía rato.
Los cambios del DT no surgieron efecto y el Rojo de Ensenada se floreó a su gusto. Toques, toques y más toques ante un Charrúa impávido.
Sin capacidad de reacción, lo poco que logró generar Córdoba llegó a través de alguna individualidad. Como pasó en el 1-0 con Adrián De León, quien metió una asistencia bárbara para la llegada al gol de Piccardo, el mismo que sobre el cierre de la primera mitad dilapidó un penal que impidió pasar nuevamente al frente.
Ni el regalo desde los doce pasos aprovechó Central Córdoba, que en el segundo tiempo mostró su peor versión y cayó sin atenuantes ante un rival sólido, paciente y sobre todo muy inteligente, cualidades todas de la que hoy carece este equipo de Cuffaro Russo, quien, alambrado mediante, al final del partido se cruzó fuerte con algunos simpatizantes.
Es que el Charrúa perdió de nuevo y lo que es peor, lo hizo jugando pésimo, consciente de que así va a ser imposible lograr el tan ansiado ascenso.