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Central cosechó una nueva derrota que agudiza una crisis que parece no tener fin

Una caída con sensación de fin de ciclo, más allá del poco tiempo de trabajo que tuvo Paulo Ferrari al frente del equipo. Tras la caída ante el Ciclón, los de Arroyito arrastran 14 partidos sin triunfos, 10 de ellos corresponden a la Superliga

No reacciona. Central sigue inmerso en una crisis futbolística que parece no tener fin. La ausencia de generación ofensiva es alarmante. Lo mismo que la fragilidad física y emocional que el equipo evidencia en cada partido. Este domingo fue nueva derrota: ante San Lorenzo en Arroyito, por la mínima y en el final. Sí otra vez en el final, como había sucedido el último miércoles ante la Universidad Católica en Chile por Libertadores. Una caída con sensación de fin de ciclo, más allá del poco tiempo de trabajo que tuvo Paulo Ferrari al frente del equipo.

Los números desnudan a pleno el presente canalla. Lo exponen en carne viva. Tras la caída de este domingo, los de Arroyito arrastran 14 partidos sin triunfos, y 10 de ellos corresponden a la Superliga. Y la racha negativa en el torneo local tiene repercusión directa en la tabla de promedios para la temporada que viene, en la cual los auriazules aparecen entre los cuatro últimos. Este tema tiene encendidas todas las alarmas en el Mundo Central.

Tan endeble es hoy el Canalla como equipo, que un San Lorenzo en modo light, sin ningún tipo de merecimientos, le ganó en el cierre de un partido que era empate prácticamente sellado. Esa endeblez colectiva, que se refleja también en la falta de reacción que viene evidenciando el equipo, fueron factores determinantes para que se precipite el fin del ciclo Ferrari.

Desde el arranque, el Ciclón mostró escasa ambición. Lento y livianito, el de Almirón cedió iniciativa y terreno. Pero Central no tuvo la capacidad para aprovechar el escenario. El Canalla volvió a sufrir el mismo mal de los últimos tiempos: la anemia ofensiva. Ya no es cuestión de dibujo táctico, ni de propuesta, ni de estrategia, ni mucho menos de cantidad de delanteros en cancha. Central no genera en ataque. No lastima por las bandas, no filtra balones por el centro y casi no patea contra el arco rival. Por algo el Auriazul es el equipo que menos goles marcó en el torneo, a dos fechas de su finalización. Nada es casualidad.

Presos de su reiterativa incapacidad ofensiva, los de Ferrari contaron apenas con tres aproximaciones en la primera parte, todas ellas en los 20 minutos iniciales: un tiro libre de Gil ejecutado directo buscando sin éxito sorprender a Torrico y dos imperfectos disparos del colombiano Vergara, que se fueron desviados. Demasiado poco para quebrar el cero.

Para el complemento, San Lorenzo movió sistema y piezas. Almirón mandó para la cancha a Fertoli, adelantó su equipo en el terreno y lo paró con un 3-4-3 para atacar. Así, en los primeros minutos, la visita mostró una mejoría. Pero duró sólo un rato. El Ciclón se fue quedando y Central emparejó el trámite.

Desde el banco, Ferrari y Almirón buscaron variantes para mejorar el funcionamiento ofensivo de sus equipos. Pero no lo consiguieron. Central tuvo una sola, un pase exacto de Ortigoza (ingresó por Camacho) para Zampedri, pero el remate cruzado del Toro fue desviado al córner por Torrico. Mientras que San Lorenzo casi no inquietó.

Y cuando el partido se encaminaba hacia un lógico 0-0, castigo a la falta de ideas en ofensiva de ambos, la visita sacó máximo provecho de un contragolpe. El colombiano Salazar desbordó por la derecha y asistió con justeza a Reniero para que defina de frente al arco. Por ese acierto en el final, sólo por eso, San Lorenzo se llevó los tres puntos del Gigante.

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