Desorientado. Esa es la imagen que entrega, después de haber disputado las primeras seis fechas de este torneo, el Central de Miguel Ángel Russo. Es que, más allá de las polémicas por los fallos arbitrales de los últimos dos encuentros, los auriazules no están haciendo pie en lo futbolístico. Y el concepto involucra tanto bajos rendimientos individuales como errores de táctica y de estrategia. Lógicamente, el resultado de este cóctel encendió la luz de alerta en el ‘Mundo Central’, desde donde llueven las críticas sobre el funcionamiento del equipo.
En este sentido, uno de los defectos más notorios aparece en la generación de fútbol. Es imposible escapar a esta realidad. El Central de Russo no tiene un patrón en el mediocampo, un conductor. Y tampoco se vislumbra una idea clara de juego. Los volantes trasladan más de lo que tocan. Y la mayoría de las acciones ofensivas culminan en un centro al área. Sí, hasta ahora, el auriazul es demasiado previsible en ataque. No sorprende casi nunca. Faltan variantes.
Un sistema que no da réditos
El 4-4-2 que viene utilizando Russo en este torneo, casi el mismo dibujo táctico que el empleado durante la temporada pasada, extraña a una de sus piezas basales: Jesús Méndez. Russo intentó reemplazar al mendocino con Federico Carrizo. Pero el cambio no funcionó. Al menos, los resultados dicen eso. Y salvo en el segundo tiempo ante Gimnasia en La Plata, a Central siempre le costó gestar situaciones de gol claras.
Como datos gráficos, tal vez sirvan destacar un par de cuestiones. En los últimos tres partidos, Central anotó apenas dos goles, ambos de penal. Pero, además, en ninguno de esos juegos hubo actuaciones destacadas de los arqueros rivales. Ni gran exigencia para las defensas de esos equipos.
Otros defectos
El funcionamiento del mediocampo es un problema a resolver. Está a la vista. Pero no es el único. Además, a la hora de defender, el equipo retrocede mal, muchas veces queda ‘largo’ en la cancha, con mucha distancia entre los marcadores centrales y los delanteros. Y, a la hora de lastimar al rival, entre otras fallas, no existe la pausa, ni el cambio de ritmo. Y, hasta ahora, el equipo no supo sacar provecho de las situaciones que se le presentaron en jugadas con pelota detenida.
Pero Central también incurre en ingenuidades. En los últimos dos encuentros, al Canalla le convirtieron goles de contragolpe. Y estos llegaron a partir de fallas propias antes que por aciertos de los contrincantes de turno.
¿Hay soluciones a la vista?
Como cada vez que un equipo sufre una crisis, ya sea de juego o de identidad, o ambas, flota la sensación de que los futbolistas que no vienen jugando, deben ser titulares. Pero no siempre esa termina siendo una de las soluciones.
De todos modos, por lo que viene mostrando en los últimos partidos, ingresando desde el banco, Guillermo Fernández asoma como una opción para tratar de elevar el volumen de juego en el medio.
Pero también se impone algún cambio táctico. Y, porque no, algún retoque desde lo estratégico. Por ejemplo, Central perdió los tres partidos que jugó fuera de casa. Esa señal no puede pasar inadvertida. Y esto, más allá de que cada una de esas derrotas se dio en un contexto diferente.
Buscar un equipo más compacto, con menos espacios entre las líneas, más combativo. Esa puede ser una opción. Pero la receta la debe encontrar Russo, que es quien trabaja diariamente con el plantel que confeccionó junto a la dirigencia para afrontar la temporada.
Con tiempo para corregir
El torneo recién comienza. Queda un largo camino por transitar. En especial para los equipos que, como Central, tienen como objetivo base el sumar puntos para asegurar la permanencia en Primera división.
Pero este arranque, con números en rojo, puso al Canalla en una situación incómoda en la tabla de promedios. Y siempre es más complejo corregir errores desde la presión que generan los malos resultados. Esto es tan cierto, como que el equipo de Russo está obligado a mejorar en varios aspectos para enderezar el rumbo.
