Central sigue sin ganar en 2019, pero los aplausos del final dejan en claro que el hincha vio una mejor versión que la de partidos anteriores. El 1-1 ante Gremio, un rival de elite, muestra una mejoría que ahora debe trasladarse a la Superliga, pero nadie duda que hubo un paso adelante.
Central salió a jugar encendido, con mucho coraje. Atropelló a Gremio, lo sorprendió, y en la primera profunda lo lastimó. Gil ganó por izquierda y sacó un centro exacto al segundo palo para que Zampedri cruce un cabezazo y abra el marcador.
A Gremio le costó 10 minutos meterse en partido. Pero cuando reaccionó, hirió. A los 11, un yerro infantil de Cabezas en una salida propia le entregó una chance inmejorable a Everton, que le pegó desviado. Pero un minuto más tarde fue el mismo Everton quien se tomó revancha para estampar el empate tras gran maniobra individual.
Desde que consiguió la igualdad, Gremio se adueñó del trámite. Y cuando el equipo brasileño pudo acelerar en tres cuartos de cancha, desnudó falencias en la última línea auriazul, especialmente sobre la derecha canalla. Desde allí, el brasileño se mostró como un equipo agresivo y veloz para desequilibrar en ataque. Aunque también ingenuo y frágil a la hora de defender cerca de su área. Por eso, durante toda la primera parte flotó la sensación de que Gremio solo necesitaba puntería para dar vuelta el resultado. Pero, a la vez, que en alguna pelota detenida Central podía volver a quebrarlo.
A los 34 minutos, Gremio gestó una de las más claras para pasar al frente en el marcador: Bruno Cortez ganó por izquierda y metió un centro bajo que desaprovechó Felipe Vizeu anticipando en el primer palo. Central tuvo la suya a los 37. Zampedri pivoteó en el borde del área para Gil, que sacó un disparo esquinado que Paulo Víctor desvió al córner. Y en el cierre de la primera parte, Vizeu volvió a desperdiciar otra situación clara, esta vez ante una inusual falla de Ledesma.
En los primeros 20 del complemento, Central mostró su mejor versión colectiva. No tanto en la generación ofensiva, pero sí en el manejo de la pelota. En ese tramo del partido, no sufrió embates de Gremio. Aunque también es cierto que casi no inquietó al rival. Apenas si hubo un remate de Gil desde lejos que resolvió el arquero brasileño desviando al córner.
Desde allí en adelante, Renato movió piezas, reforzó la zona media de su equipo, y emparejó el trámite. En esa paridad, ninguno de los dos arriesgó más de la cuenta. Central y Gremio se fueron conformando con el empate, que terminó siendo justo resultado. Aunque en el final el travesaño le dio un guiño al mejor partidos del ciclo Ferrari.