Dio un paso más en el largo camino de regreso a primera división. Aunque esta vez, fue un “pasito”. Rosario Central empató ayer por la tarde sin goles ante Ferro Carril Oeste. Así, el líder de la B Nacional rescató apenas un punto en su visita ante los de Caballito, que navegan en la parte baja de la tabla de posiciones.
Central no tuvo ni las herramientas, ni mostró la convicción necesaria como para conseguir la victoria. Por esta razón, nunca se plasmaron en el campo de juego las diferencias que, al menos en los papeles, deberían existir entre el puntero del torneo y el decimocuarto del escalafón. Así, al menos en este aspecto, la excursión Canalla por Caballito dejó un sabor algo amargo en sus simpatizantes.
Es que el empate puede analizarse como un castigo para los auriazules. El equipo de Miguel Ángel Russo no le encontró nunca la vuelta al planteo de Ferro. Intentó, es verdad. Pero al Canalla le faltaron recursos básicos como para lograr desbaratar la solidez de un contrincante que sólo se preocupó por defender.
Pero, por otro lado, la igualdad le permitió a Central avanzar un casillero más hacia la meta: el ascenso. Desde esta visión, básicamente matemática, el punto obtenido puede considerarse valioso.
Lo que merece una sola lectura es el repaso de los 90 minutos: el partido fue muy malo.
Ordinario desprolijo, plagado de imprecisiones. Con esas características transcurrió la aburrida primera parte.
Central intentó, es cierto. Pero sin la convicción necesaria como para desordenar al rival de turno. Buscó por las bandas, pero faltó precisión, cambio de ritmo y audacia. Para colmo, el campo de juego tampoco abonó a la causa. Las irregularidades del terreno, más la arena de relleno, complicaron aún más las cosas. ¿Y Ferro? Se conformó con esperar.
Para el complemento, los desaciertos se profundizaron. Central siguió chocando víctima de sus limitaciones ofensivas. Y Ferro no se animó a nada. Se abrazó al empate.
El punto le sirve a Central. De eso no hay dudas. Hasta hoy, antes de que juegue Sarmiento de Junín, el equipo de Miguel Russo necesita sumar 6 puntos más de los 18 que restan en juego. Así, no dependerá de nadie para alcanzar el objetivo, que sigue estando muy cerca. Y su único enemigo parece ser la ansiedad propia.