Cada vez falta menos para el final. Y Central se va apagando como el torneo. Ayer el Canalla no jugó bien. Tal vez porque ya consiguió el objetivo de la permanencia o simplemente porque no tiene más para dar y la ilusión de pelear el título o ingresar a la Sudamericana es demasiado para este equipo.
En el primer tiempo fue chato, anodino. Sin juego, ni ideas. En el complemento mejoró, siempre sin brillar, y pudo haber llegado al gol, aunque sin descollar. Y si bien la sensación final fue que Central mereció un poco más, el empate fue justo.
Lo hecho por Central en la primera etapa fue para el olvido. La defensa titubeó en más de una oportunidad. Al doble cinco le costó entrar en juego. Carrizo deambuló sin sentido. Y Luna jugó para el aplazo. Un combo para el bostezo. ¿El rival? Prolijo, conociendo a la perfección sus limitaciones y explotando sus virtudes al máximo.
Tras el descanso Russo cambió de “nueve”, pero Castillejos hizo poco para cambiar la historia. Fue más de lo mismo. El problema no era un apellido, sino que era estructural, de sistema, y sin Abreu, la solución no estaba al alcance de la mano.
En el complemento, con lo poquito que hizo anoche, el Canalla contó con la jugada más clara del partido. Pero la tarde estaba bastante pálida como para que el cabezazo de Donatti llegase al fondo de la red.
Central dio la sensación que no tiene mucho más para dar en el torneo. Cosechó solamente dos puntos de los últimos nueve en disputa. Y empató el tercer encuentro consecutivo en condición de local sin marcar goles. Muy poco para un equipo que tuvo la posibilidad de terminar entre los mejores.
Ahora queda la Copa Sudamericana como objetivo, pero con la proyección que arrastra el equipo de Russo será difícil acceder. La actuación de ayer dejó muchas dudas. Central jugó mal y será el técnico quien deba tomar nota.
