Llegó el día. Es el momento de revalidar ese “+16” y por qué no, buscar ampliar la diferencia: Central tiene a la historia a su favor y más con Russo en el banco, y ni hablar con el apoyo de su gente, que frente a ella hace más de un año que no pierde.
En la semana se analizaron hasta el hartazgo las potenciales facetas que puede llegar a tener el partido y no está mal, ya que ocurre lo mismo en la previa de todos los Clásicos. Y si bien esta vez hubo que hurguetear más minuciosamente (por lo flojo que llegan los dos) se hizo y la cuenta regresiva ya está a punto de agotarse: Miguel sabe quiénes van a ser sus once guerreros que saldrán desde el arranque, ya cada uno de ellos conoce muy bien su misión.
Ya está: es la hora de jugar. Los Clásicos lo escriben los que ganan, del perdedor no se acuerda nadie. Esta clase de partidos primero se ganan y después se analizan. Hoy es resultado sí o sí. Es el único día en que “bilardistas” y “menottistas” están de acuerdo.
Basta de palabras. Es momento de la acción. De llevar todo lo ensayado al campo de juego para que el resultado sea el esperado. El Central de Russo, por más que no llegue bien, sabe cómo disputar esta clase de partidos. El técnico es un conocedor de las formas que deberá tener su equipo para quedarse con todo lo que hay en juego. Y por si fuera poco, esta vez el partido más importante de todo se vuelve a jugar en el Gigante, el mismo lugar donde hace ya un tiempo largo Miguel hizo el helicóptero con su saco al festejar un Clásico histórico.
