Wilder Antonio Muñoz Sánchez tiene 33 años y es aprendiz de unaia, sinónimo de chamán. Vive en la comunidad Shipibo-Konibo, en la región amazónica del Perú; y durante el fin de semana estuvo en Rosario formando parte de la 3ª Jornada Nacional e Internacional sobre Chamanismo y Estados Ampliados de Conciencia. El sábado por la tarde, precisamente, brindó una charla acerca de “Chamanes y Sanadores Tradicionales Indígenas”. Posteriormente, dialogó con El Ciudadano acerca del chamanismo en la actualidad. En particular, sobre el encuentro del ser humano con la naturaleza, la toma de conciencia, la sanación del cuerpo y el alma a través de rituales espirituales.
Tal como informó este medio, el encuentro que tomó como sede el Museo Histórico Julio Marc reunió a profesionales de todo tipo para compartir experiencias relativas al choque entre la cultura occidental con las medicinas antiguas indígenas y rituales chamánicos. Otra temática destacada fue la conjunción de tradiciones ancestrales con los problemas contemporáneos derivados de una “desconexión con la naturaleza y el cosmos”. Así, biólogos y físicos cuánticos compartieron espacio con chamanes, yoguistas, docentes y abogados, entre otros; y respondieron preguntas de un público que osciló entre inquietudes específicas y generales. En este marco, la recuperación de la cultura ancestral del continente, y su posible conjugación con “lo occidental” tuvo un peso muy fuerte en las jornadas. “Vivir una vida espiritual es vivir lo cultural”, sintetizó el entrevistado.
—¿Cómo es ser un chamán en el siglo XXI?
—Para mí hay muchos retos. Enfrentar situaciones que estamos pasando actualmente. Es cuestión de saber vivirlo como chamán y poder ayudar a muchas personas. En primer lugar, hay que aceptar las cosas: ya no vivimos como antes. Ya no hay muchos árboles, plantas, animales. Entonces, hoy en día, para mí, para los chamanes, hay un reto muy importante: ayudar, llegar a cada corazón de la persona para poder transformarlo en algo nuevo (toma de conciencia). Hoy en día estamos terminando nuestra propia naturaleza. No nos damos cuenta de que es a través de la naturaleza que vivimos: respiramos y comemos. Y hasta la comida no es buena, no es nada natural. Acá nosotros como maestros trabajamos con mucho amor y transmitimos la pura sanación de nuestra raíz para poder llegar a la gente. Es nuestro gran compromiso como maestros. En la actualidad, los chamanes nos estamos uniendo. Queremos rescatar la nueva vida. Esta vida es linda también, pero la humanidad se pasó, quiso ser siempre mejor.
—¿De qué manera podemos encontrarnos, en estos espacios, en las grandes ciudades, con un mundo natural?
—No estamos totalmente desconectados. Tenemos árboles. En las ciudades muchas personas ya quieren vivir así. Es absurdo. No tienen conciencia. Se puede salir de la ciudad hacia un campo. Pero eso no significa que se relacione de manera conciente con ese campo. Y es algo muy difícil. Uno nace con todo servido y cuando ve a un chico descalzo le parece mal. Pero no sabe que ese chico vive más natural, y más lindo. Ese chico está más sano que los que tienen todo servido. Es loco, ¿no? Por eso, hoy en día nosotros trabajamos con muchas personas, de la ciudad y del campo. Es lindo transmitir el amor. Y de a poco se va cambiando.
—¿Cómo es su trabajo con las personas?
—Más que todo es un trabajo espiritual. Esta vida tiene sentidos materiales y espirituales. Hoy en día, lo que yo veo es que muchas personas viven lo material y no saben vivir lo espiritual. Hay mucha gente enferma, tanto mental como emocionalmente. ¿Por qué una persona vive desesperada, con mucho miedo, inseguridad? Porque esa persona maltrató a su espíritu. Y entonces nosotros trabajamos espiritualmente.
—En ese sentido, ¿qué es el espíritu y por qué necesitamos mantenerlo sano?
—Para mí es algo que sostenemos en nuestra vida. Hasta los animales tienen espíritu. Hasta los árboles. Nosotros respiramos aire puro. Cuando uno duerme sale a soñar, el alma viaja y se encuentra con muchos espíritus. Con la ayuda de las plantas y a través de ellas tenemos conexión espiritual. Animales, plantas, tierra, universo, viento. Los animales viven mejor que nosotros. Las plantas también. Nosotros pensamos mucho más y, a través de la planta, podemos ver caminos: tu pasado, tus errores, y cosas nuevas, lindas y para el bien.
—Es interesante para la gente de la ciudad en particular, que fueron despojadas de su cultura ancestral. A través de estos rituales, del encuentro con chamanes y plantas, ¿se podría pensar en la posibilidad de reencuentro con la historia del propio lugar?
—De eso se trata. La planta te lleva a tu vida original. ¿De dónde vienes? ¿Quiénes son tus verdaderos padres? Vivir una vida espiritual es vivir lo cultural. Hay que rescatar esa cultura. Cuando la planta te da una nueva idea, da un cambio de conciencia. Y eso es vivir espiritualmente. Hoy en día muchas personas tienen muchos problemas y entonces se desespera, siente que la vida no vale la pena. La persona que vive espiritualmente no se desespera, no se angustia, sino tiene fe y seguridad. De eso se trata también.
—Una de las temáticas de este encuentro fue la existencia de hay dependencias generadas por el propio ser humano, que la propia naturaleza, las plantas, pueden curar…
—Sí, de eso se trata. Lo que yo vivo con mi naturaleza es lo que trato de transmitir en cada ceremonia. Si necesitás amor, felicidad, yo te ayudo a encontrarlo. Nuestra función como maestro es ayudar. Si estás muy triste y tienes guardado en tu ser algo que te incomoda, yo te puedo liberar para que seas una nueva persona.