Chapelwaite es, en primera instancia y a todas luces, una acertada aproximación al género de terror desde una perspectiva poco usual en el campo actual de las series. De impecable producción, con el énfasis puesto en la construcción de una lúgubre atmósfera en la que se sostiene todo el relato, la miniserie de 10 capítulos se estrenó en la cadena norteamericana Epix, esperándose su estreno en Latinoamérica a través de otra plataforma de streaming (en España ya se estrenó vía HBO, pero podría ser que por estos lares se vea a través de Amazon o Apple +).
Chapelwaite es una nueva adaptación de un relato del inagotable Stephen King. Si el cine ya parecía haber hecho usufructo hasta el hartazgo de la obra del prolífico autor, en el universo de las series no puede faltar, casi rigurosamente, alguna nueva adaptación en toda oferta mensual.
La gran mayoría han tenido poca suerte, con pocas excepciones como The Outisder o la primera temporada de Casttle Rock, pero en este caso, la apuesta logra incluso redimensionar el breve relato en el que se inspira, y construye una experiencia felizmente anacrónica, en la que el terror se sustenta sobre un siniestro basamento de rara pureza atmosférica sin estridencias.
La lenta construcción de un clima ominoso
El relato que sirve de base a esta notable miniserie fue publicado en la década del 70 en la compilación llamada aquí El umbral de la noche (la mayoría de esas breves historias ya fueron abordadas en producciones menores de cine, como Los chicos del maíz, El hombre de la cortadora de césped, Camiones, La trituradora, o A veces vuelven).
En este caso, se trata de Jerusalem’s Lot (editado originalmente como Los misterios del gusano), en el que se retoma, a modo de breve intercambio epistolar (referencia al Drácula de Bram Stoker) el origen del mito de Salem’s Lot, la ciudad imaginaria de Maine en la que tenía lugar la novela homónima, conocida también como La hora del vampiro.
El equipo creativo que da forma actual a este breve relato apuesta por la lenta construcción de un clima ominoso que se va recargando paso a paso y capítulo a capítulo. La luz lúgubre, la mugre, el barro, la ruina, la peste, las voces quebradas o susurradas, los cuerpos apesadumbrados, la lentitud de un tiempo asediado irremediablemente por el mal; en Chapelwaite la amenaza de la oscuridad se cristaliza en cada detalle del ambiente, recuperando para el terror una intensidad abandonada por el truco fácil imperante.
En ese sentido, la miniserie es un feliz objeto anacrónico, una rareza que le devuelve al horror la extraña y sutil delicadeza de lo siniestro perdida en el cine desde hace décadas. Y allí Adrien Brody, el protagonista, logra que su cuerpo y su expresión encarnen el peso de la maldición familiar de la cual parece ser el último y fatal depositario.
El vampiro como estandarte de la oscuridad que acecha al mundo
En lo básico, claro, la miniserie vuelve sobre el tópico de una eterna lucha ancestral entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad. Pero hay una fatalidad que sobrevuela todo el relato que hace que cada gesto se torne absurdo, marcado ya y de antemano por un destino en el que la pureza quedará eliminada. La figura del vampiro, como estandarte de la oscuridad que acecha al mundo, vuelve al centro de la escena para reafirmar una mitología rica e insana digna de H.P. Lovecraft.
Cuando, a fines del siglo XIX, el marino Boone abandona el mar y vuelve a su casa familiar con sus tres hijxs como consecuencia de un dramático hecho, no podrá más que hacerse cargo paulatinamente de la maldición de familia que asola al pueblo Chapelwaite, vecino del siniestro Jerusalem`s Lot.
Un relato tan melancólico como siniestro
Chapelwaite no tiene reparos en dejar que lo siniestro lo vaya poblando todo, con una lentitud y una pesadumbre que hacen a la oscuridad aún más palpable y más tenaz en su amenaza.
El reflejo de ese horror inevitable tiene lugar aquí en la intensidad de la tragedia familiar, con lo cual la miniserie tampoco pone reparos saliéndose de ciertas formalidades anquilosadas para ir hasta el final de lo propuesto.
El relato es tan melancólico como siniestro, parece haber una ligera sospecha de una derrota inevitable, de que el mal no dejará de vencer, e incluso de que, más allá de ese futuro aciago, el mal no ha dejado de vencer desde tiempos ancestrales. El triste y alucinado gesto final de Boone pone el moño perfecto a esta historia digna de los más ominosos imaginarios del terror.
Chapelwaite / Epix / 1era. Temporada
Creación y guion: Stephen King
Intérpretes: Adrien Brody, Jennifer Ens, Sirena Gulamgaus, Emily Hampshire