A los 5 años Guillermo Lenci solía ver Hola, Susana! con su mamá porque le gustaba el piano blanco de cola del “Maestruli”, el apodo que Giménez le había dado al músico Raúl Parentella encargado de amenizar el show entre sorteos y entrevistas. A Guillermo le parecía que era el mejor pianista del mundo. Pero un día un hombre de lentes y bigote raro se sentó en el piano blanco y tocó mucho mejor. Era Charly García que, después de tocar Zocacola, le rompió los papeles que Susana tenía en la mano para hacerle la entrevista. Esos poco minutos de televisión abierta fueron suficientes para que Charly se metiera en la vida de Guillermo. Hoy él es profesor de música y colecciona, además de disco y libros, de una parte vital del mito García: entrevistas en diarios y revistas.
“Es el primer artista del rock nacional que llegó a la revista Gente. Era 1975”, dice Guillermo a El Ciudadano en la antesala del cumpleaños 69 de Carlos Alberto García Moreno, alias, Charly García. “Según Roque Di Pietro (escritor del libro Esta noche toca Charly), es el artista más entrevistado de Argentina”, suelta risueño a través del teléfono.
En la década del 90 Guillermo solía ir semana a semana al kiosco de revistas para probar la paciencia del diariero mientras revolvía todas las publicaciones a ver si encontraba algo de García. No había internet y cada hallazgo iba a parar a unas carpetas, hoy prolijos biblioratos de color que tiene en su casa. “Encontré que había muchas notas en muchos medios. No sólo los especializados. Algunas veces eran más interesantes las que estaban en una revista como Caras. Me ayudó a entender cada paso que daba”, dice.
Es un buen momento
Para el coleccionista, la cantidad de notas a y sobre García en los medios de comunicación respondían a que el ex Serú Girán y Sui Generis, entre otras formaciones, tenía que renovarse si quería seguir siendo tan influyente como en las décadas anteriores. Y necesitaba todos los flashes posibles. El músico, que podría haber colgado los guantes y vivir de regalías, se transformó en algo inevitablemente atractivo para los medios de comunicación: un rockstar. Pero no cualquiera. Eligió hacerlo encarnando el desenfreno de los 90. “García siempre tradujo el momento social de Argentina llevándolo al límite”, opina Guillermo.
Uno de los puntos más altos de esa etapa, que algunas personas llaman de “Say No More”, fue hace 20 años. El 3 de marzo del 2000 García saltó del noveno piso del hotel Aconcagua de Mendoza hasta la pileta del lugar donde, casualidad o destino, el ministro de Trabajo del gobierno de De La Rúa, Alberto Flamarique, preparaba una conferencia de prensa de cara a un año donde la crisis se profundizaría. “La imagen de él volando es de un camarógrafo que estaba preparando el lente afuera del hotel. Sólo de casualidad tenemos ese archivo”, cuenta Guillermo.
Localista
Guillermo no sólo recortaba revistas. Era fiel a sus recitales. García tiene una buena relación con Rosario, desde haberla incluido en la gira de despedida de Sui Generis hasta hacer una pre presentación de Parte de la religión en Space, el boliche donde hoy funciona un supermercado Coto de Echesortu. No todos salieron bien. En 1999, recuerda Guillermo, logró tocar tres canciones en el estadio del Club Provincial antes que la producción le pidiera que parara porque el piso no iba a resistir los saltos del público. Suspendieron y meses más tarde recompensó con un show de más de tres horas en el Hipódromo.
Durante la primera década del 2000 el Auditorio Fundación Astengo, el estadio cubierto de Newell´s, el Anfiteatro Humberto De Nito o El Faro (debajo del puente Rosario-Victoria) tuvieron recitales acordes al momento del país. “Podía suspenderse, durar 30 minutos o 5 horas. Había gente mayor, que lo había visto en otras épocas que no lo toleró, pero viendo cómo estaba todo, era normal”, dice el coleccionista. De esa época también recuerda el circuito de bares y boliches que solía tener García modo Say No More después de los shows. “Había personas que esa noche no iban al recital para quedarse haciendo cola en el bar García donde iba a tocar de madrugada”, marca Guillermo.
Legado
Por fuera de cómo hablara en los medios de comunicación Guillermo sabe que García es un fenómeno cultural porque en 50 años logró dejarle al menos un disco para cada amante del rock y sus subgéneros. Incluso reconoce lo que está a la vista: sus últimos discos y recitales reúnen varias generaciones y siempre hay jóvenes. “No sé cuántos artistas siempre tuvieron al adolescente de su lado. Hay un García para todos los gustos. Alguno te va encontrar. Por eso es parte de mi vida como la de tantas otras personas en Argentina”, cierra y se pregunta cuándo saldrá alguna nueva entrevista a Charly.
El largo adiós: la noche que Sui Generis se despidió (dos veces) de sus fans en Rosario