Ganó y no importa otra cosa. O en realidad sí importa, y mucho. Newell’s consiguió una victoria necesaria ante Tigre, se sacó de encima una racha adversa de cuatro partidos, se metió en zona de clasificación a cuartos de Copa de la Liga, y tuvo una reconciliación con la gente, que bancó en la mala y esperaba tener una alegría.
Los resultados de los rivales que pelean por clasificar a cuartos le dieron a Newell’s un impulso anímico que necesitaba. Las inesperadas derrotas de Racing, Lanús, Estudiantes y Boca pusieron al partido con obligación de victoria leprosa, pero la mayor inquietud pasaba por saber si Newell’s iba a aprovechar ese guiño que le entregaba la fecha.
Una vez más Newell»s tuvo la pelota. Y como sucede habitualmente trató de darle verticalidad sin demorar en el toqueteo intrascendente. Pero le costó poner a un hombre de cara al gol en los primeros 45 minutos. Apenas un pase cortado que no pudo conectar con potencia Juan Ignacio Ramírez y un centro de Banega que el Colo cabeceó sobre el travesaño.
El resto eran acercamientos al área, en especial por afuera, pero sin precisión. Mucho centro a las manos del arquero o remates amortiguados en el cuerpo de algún rival.
La gente, lejos de administrar ansiedad, entendió que había que empujar. La Lepra insistió, sin importar chocar una y otra vez. Y a diferencia de otros años, esta vez Newell’s tiene un nueve de área, de esos que recorren las cercanías del arco a la espera de una chance. Y así llegó el gol. Lateral largo de Méndez que Ramírez peleó en cercanías del área chica, la pelota derivó en Martino y el lateral sacó un remate en forma de centro rasante en busca de algún desvío. El destino llevó la pelota al botín del Colo, que se tiró al piso para mandar la pelota a la red y gritar con bronca dentro del arco, su zona de confort. Sexto tanto del atacante, para abrir el cerrojo de un partido que se complicaba.
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El segundo tiempo mostró la ineptitud de Tigre y cierto conformismo leproso por un 1 a 0 que no daba tantas garantías. Sólo la exquisitez futbolística y mental de Ever Banega le dieron al complemento algo de sentido. Pero Ramirez ya estaba cansado y había cumplido con la cuota de gol. Y el resto estaba desintonizado.
Newell’s no tuvo capacidad para liquidar el partido, pero supo bancario sin que Macagno tenga que laburar y sin necesidad de sufrimiento para los hinchas. Alcanzó con la jerarquía de Ever, la potencia de Méndez, las proyecciones de Martino y tener un goleador como Ramírez. Suficiente para subirse a la zona de clasificación a cuartos y mirar la recta final con optimismo.