Delirio, locura, desenfreno. El Malvinas Argentinas de Mendoza fue testigo de un momento que quedará grabado en la historia de Central. Los hinchas soltaron el grito contenido desde hace tanto tiempo. El Canalla se coronó campeón de la Copa Argentina y por fin celebra un título. Era materia pendiente y costó muchísimo aprobarla. Pero se consiguió.
La colección de frustraciones queda ahora definitivamente atrás, con aquellas finales perdidas archivadas. La del 2014, la de los fatídicos penales ante Huracán después de un 0 a 0 para el olvido. La definición del despojo en 2015, la del escandaloso arbitraje de Diego Ceballos que, sancionando un penal que sólo él imaginó, le abrió el camino a Boca para imponerse por 2 a 0. Y la del 2016, la que parecía de Central y terminó siendo para River, en un partido que tuvo de todo y concluyó 4 a 3 a favor de los Millonarios.
Con Edgardo Bauza al frente de la tropa, esta vez hubo guiño del destino a favor de los auriazules. A pocos les importará si el equipo jugó bien, o si ganó menos partidos en esta Copa que en ediciones anteriores. Lo que hoy más se valora es que en Arroyito se cortó una sequía de más de 30 años sin títulos a nivel local; y de 23 considerando la Conmebol obtenida en 1995.
Ya habrá tiempo para analizar las formas y las causas del éxito de anoche. Y también para hablar de las consecuencias, de este nuevo escenario económico y deportivo que se le presenta al Canalla tras haber asegurado, además de la Copa, la clasificación para participar de la próxima edición de la Libertadores. Y la chance de un nuevo título en el futuro cercano, una Superfinal ante Boca que se disputará en los albores del año entrante.
De todos modos, nada parece más relevante hoy que el reencuentro con un título. La larga espera terminó. Y el Mundo Central lo celebra desde cada rincón del país, sin que importe lo que pasa alrededor. Es el festejo de un pueblo que necesitaba imperiosamente gritar campeón. El contenido festejo del Pueblo Canalla.