Chau maldición, adiós a una racha negra que parecía interminable. Argentina se quedó con la Copa América en Brasil y dejó atrás 28 años llenos de frustraciones.
Tras ese momento de gloria, con los títulos en las Copas del Mundo en 1978 y 1986, sumado a las Copas América de 1991 y 1993, incluso con esa final en Italia 90 que se tomó como un triunfo, el seleccionado argentino entró en una sequía que angustiaba y dolía.
Cada derrota en una final fue un puñal. La Copa América Perú 2004 y Venezuela 2007; las dos consecutivas con Martino como DT en Chile 2015 y Estados Unidos 2016; y la final perdida en el Mundial Brasil 2014, con Sabella como entrenador fueron las chances desperdiciadas. Hubo otras donde ni siquiera estuvo esa oportunidad de estar en la final, como en Estados Unidos 1994, Francia 98, Corea-Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 o Rusia 2018.
Las rachas están para cortarlas. Y tal vez esta Copa levantada en Brasil aliviane una mochila que cargaban los jugadores y encaren Qatar 2022 con otra expectativa. Tal vez sea así, o quizás no. Pero al menos la racha ya no estará más presente.
