Los ministros chilenos de Educación Felipe Bulnes y de Agricultura José Antonio Galilea, renunciaron ayer a sus cargos. En la cartera educativa es el segundo cambio consecutivo en 5 meses: en julio pasado había salido Joaquín Lavín. Además, se registró una nueva merma en la imagen del presidente Sebastián Piñera, quien llegó a un nuevo piso histórico del 23 por ciento.
Bulnes, quien antes se había desempeñado como ministro de Justicia, había asumido en Educación el 18 de julio pasado en reemplazo de Joaquín Lavín, ex alcalde de Santiago, cuestionado por los estudiantes por sus vínculos con una universidad privada.
Tras cinco meses en el cargo, Bulnes renunció por “razones personales”, explicó el portavoz oficial Andrés Chadwick. Los mismos motivos esgrimió el ministro de Agricultura.
Bulnes será reemplazado por Haral Beyer, ingeniero comercial y experto en temas de educación del privado Centro de Estudios Públicos (CEP), mientras que el cargo del ministro Galilea será ocupado por Luis Mayol, hasta ahora presidente dela Sociedad Nacionalde Agricultura (SNA) y propietario de varias firmas agrarias.
El ministro Bulnes se reunió apenas en dos ocasiones con los dirigentes estudiantiles, que cortaron el diálogo por considerar que el gobierno no tenía intención de avanzar en las reformar propuestas.
Los estudiantes, que iniciaron sus protestas en abril, buscan acabar con el sistema heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que redujo a menos de la mitad el aporte público a la educación y fomentó la inclusión de los privados.
Según analistas, Bulnes habría renunciado debido al poco espacio que tenía para negociar con los estudiantes, que ya anunciaron continuarán con sus protestas el próximo año.
Su reemplazante en el cargo, un académico de larga trayectoria, fue inicialmente bien recibido por los dirigentes estudiantiles, aunque advirtieron que más que un cambio de ministro se hace necesario un cambio en la posición del gobierno.
Los estudiantes chilenos realizaron hace 8 días sus últimas manifestaciones de 2011, año marcado por ocho meses de protestas, algunas de ellas las más masivas de las últimas dos décadas en Chile, realizadas bajo lluvia, nieve o a pleno sol.
En total, se realizaron en Santiago más de 40 marchas estudiantiles, algunas de las cuales llegaron a reunir a más de 100.000 personas.
El reclamo estudiantil, en un país que tiene uno de los sistemas educativos más segregados del planeta, despertó una amplia adhesión ciudadana, y en contraste desplomó la popularidad de Piñera, quien cerrará 2011 con una caída de tres puntos en su nivel de aprobación, que se sitúa en un histórico 23 por ciento, según una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). Es la cifra más baja de un mandatario en la era democrática chilena.
Durante los meses de noviembre y diciembre, el presidente registró a su vez un aumento del rechazo a su gestión, que pasó de53 a62 por ciento, porcentaje que lo convierte en el gobernante con más alto nivel de desaprobación en los últimos 21 años. En el último sondeo público del CEP, realizado entre los meses de junio y julio pasados, registró 26 por ciento de aprobación.