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China como superpotencia: un impulso a la innovación tecnológica

Gracias a la instauración de políticas basadas en mayores inversiones, China ha logrado en los últimos años importantes avances en cuanto a la investigación, innovación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología haciendo honor a su mote de "Gigante asiático"

Sofía Brioschi**

La conversión de China en una potencia tecnológica

Luego de la muerte de Mao Zedong en 1976, los dirigentes chinos debían decidir un nuevo camino a seguir. Sería Deng Xiaoping quien instauraría un programa de «reforma y apertura», rompiendo con lo establecido e implementando una serie de medidas económicas centradas en la agricultura, la liberalización del sector privado, la modernización de la industria y la apertura al comercio exterior.

De esta manera, China adoptaría, aunque con cautela y un gran control social, el capitalismo, obteniendo como resultado más de 40 años de crecimiento. El país ha promovido la inversión extranjera directa y las joint ventures empresarios entre grupos nacionales y compañías estatales.

Además, el amplio mercado y los bajos costos laborales atrajeron a un número considerable de empresas, creando cadenas globales de producción. Sumado a esto, el gobierno ha impulsado programas de inversiones públicas en infraestructura económica y social, beneficiado por un sostenido equilibrio fiscal.

Sin embargo, en los últimos años, el gigante asiático ha pasado de centrarse en industrias de mano de obra barata a un modelo que prioriza el desarrollo tecnológico y el aumento de la clase media.

En este  sentido, 2012 fue un punto de inflexión, dado que el sector terciario superaría en cuanto a importancia al secundario.

Dicho año, China se consolidaría como el mayor hub venture capital del mundo, por delante de los países europeos; el segundo país que más empresas tecnológicas tendría cotizando en Nasqad, detrás de Estados Unidos; sería el principal proveedor mundial de la industria de telecomunicaciones con Huawei; y ejercería un control absoluto sobre la oferta mundial de los llamados «minerales raros», entre otras cuestiones.

Con la consolidación de este nuevo sistema, comenzarían a llegar al país inversores de todo el mundo, atraídos por su potencial. Así, el gobierno chino moldearía nuevas estrategias dirigidas a la creación e innovación, apoyándose en las universidades y las empresas privadas.

Cambios orientados por el gobierno

Un aspecto importante a tener en cuenta respecto al avance tecnológico de China, es que se encuentra impulsado fundamentalmente por su gobierno, el cual se ha establecido objetivos precisos.

Un ejemplo de ello es el programa «Made in China 2025”, publicado en 2015, cuyo objetivo es el de transformar al país en una poderosa potencia tecnológica.

“Made in China 2025” supone la primera etapa dentro de un programa global de 30 años de duración.

La estrategia se desarrollará en tres fases: reducir las diferencias con otros países (2025), fortalecer la posición (2035) y liderar en innovación (2045). Para alcanzar estos objetivos, el gobierno llevará adelante políticas favorables a la reestructuración de la industria manufacturera, haciendo hincapié en la innovación, propiedad intelectual y desarrollo sostenible.

Al respecto, los avances ya son palpables puntualmente en lo que respecta al incremento del gasto gubernamental, el cual ha aumentado un 15% anual en la última década.

Asimismo, en el último tiempo, la inversión de riesgo de las start ups (jóvenes empresas tecnológicas) chinas se ha duplicado y, además, China es actualmente el mayor generador de patentes en tecnología e inteligencia artificial.

En la misma dirección, es importante tener en cuenta que las matriculaciones en doctorados relacionados con las ciencias e ingeniería han aumentado de manera exponencial en el país en los últimos años, impulsadas por programas estatales.

El Estado ha contribuido a la transformación de China en un gigante tecnológico ofreciendo una financiación a la innovación. Así, la inversión en I+D ha aumentado considerablemente desde una cifra inferior al 1% antes del año 2000 hasta el 2% en 2015, y las previsiones apuntan a un 2,5% en 2020.

En poco más de una década, hemos visto a China convertirse en una potencia en innovación y desarrollo a nivel global como resultado de la reestructuración interna y de los distintos programas impulsados por el gobierno.

Resulta evidente que el avance del gigante asiático es imparable y que sus apuestas tecnológicas, respaldadas por una importante inversión, generan resultados beneficiosos para la economía china y para la economía global, a la vez que impulsan políticas proteccionistas de parte de su principal competidor, Estados Unidos.

** Estudiante de la licenciatura en Relaciones Internacionales (FCPOLIT-UNR). Miembro del Grupo de Estudio sobre China (GEChinA-UNR)

 

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