Un desfile de belleza y moda de cholas –la mujer boliviana de raíces indígenas– transformistas interpeló el último fin de semana a los tradicionales eventos de belleza occidentales, en una pasarela llena de colorido montada en un patio colonial de La Paz.
El movimiento de la chola transformista cuestiona las estéticas pero también la “performática (performance) y la autonomía de los cuerpos”, explica la comunidad TLGB, liderada por el artista y comunicador Andrés Mallo, conocido como Alicia Galán en su identidad de transformista. “Creemos que a través del transformismo se están mostrando estas nuevas estéticas corporales, de pensamiento y de ideales sociales”, declaró Andrés Mallo, presidente del colectivo de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales de Bolivia.
“No solamente son las estéticas a lo que vamos a dar prioridad, sino sobre todo a los discursos y la posición que cada una de ellas tiene de este cotidiano que están construyendo”, puntualizó.
Visibilizar la pollera
En la elección de la cholita transformista 2018 intervinieron seis hombres jóvenes que entre bambalinas requirieron de más de una hora de maquillaje y vestuario para asumir la identidad de “la mujer de pollera que actualmente tiene una gran presencia en la sociedad boliviana”.
Se trata de realzar la vestimenta para visibilizar la pollera, explica Madison Rodríguez, de 35 años, mientras se maquilla para convertirse en una indígena quechua. “Mi madre y mi abuela vestían pollera, pero debido a la intolerancia y discriminación mudaron sus vestidos por otros occidentales”, señala.
Madison resalta las normas del gobierno del presidente aymara Evo Morales, que asumió en 2006 reivindicando el poder indígena y posibilitando que actualmente sea más honroso vestir la pollera.
Generar diálogos
En materia de derechos, sin embargo, falta mucho por hacer, según apunta Mallo.
La comunidad Lgtb, explica, “sigue construyendo un amplio discurso de identidad de género con una mirada política, artística/cultural y con el fin de reivindicar sus derechos y de la sociedad, pero no es nada fácil en este país. Sin embargo, la transformación en estos aspectos está en marcha”.
Abel Espinoza, comerciante de 33 años, identificado como Génesis y activo miembro de esta comunidad, baila habitualmente vestido de chola transformista en diversos eventos folclóricos.
Sin embargo, su idea es clara respecto a lo que asume de este tránsito en su personalidad: “no me voy a volver trans ni travesti, los respeto a ellos pero me mantengo en el transformismo”, sostiene.
Génesis fue elegida el año pasado como Cholita transformista 2017 y asegura que, además de sacrificada y trabajadora, la mujer de pollera es muy elegante, en un intento de darle otro perfil paralelo a su decisión de vestirse de ese modo.
En el desfile se congregaron alrededor de cien personas que, a pesar del frío paceño, aplaudieron y vitorearon a las seis cholitas transformistas. Todo indica que el gobierno apoya y promueve las manifestaciones de colectivos que demandan por ampliar sus derechos
A través de esta actividad, el movimiento Tlgb busca generar diálogos con la sociedad y las instituciones, así como visibilizar miradas que muchas veces se han negado.
“Estoy muy contento porque estamos logrando visibilizar una población que muchas veces no se la reconoce socialmente”, denunció Mallo.
La iglesia se opone
Esta actividad se enmarca dentro de la programación del mes de visibilización del colectivo TLGB en Bolivia, que concluirá el próximo 30 de junio con la marcha del Orgullo.
“Creo que esto nos está llevando a representarnos y estar en esta palestra, que nos da estos momentos donde podemos ser visibles y mostrar a la sociedad que existen otras formas de pensar”, concluyó.
En un país con una comunidad creciente de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (Lgbt), Evo Morales promulgó en mayo de 2016 una norma que permite a transexuales y transgénero cambiar de identidad en el sistema público de registro civil, pero, según el Tribunal Constitucional, ello no les faculta a contraer matrimonio. La Iglesia católica es contraria a la norma y resistió hasta donde pudo el cambio de identidad. Al no obtener resultados satisfactorios en su demanda, optó por hacer lobby para que no se permita contraer matrimonio a las personas de un mismo sexo, aun con sus nuevas identidades asumidas.
La letra chica de la Ley de Identidad de Género boliviana
El Tribunal Constitucional de Bolivia declaró inaplicable una parte de la Ley de Identidad de Género que, si bien permite a transexuales y transgéneros ser reconocidos con su nueva identidad, no les faculta a contraer matrimonio.
El gobierno de Evo Morales promulgó en mayo de 2016 una norma que permite a transexuales y transgéneros cambiar de identidad en el sistema público de registro civil, norma que abrió la puerta a que se pudieran casar. Según la comunidad LGTB, desde la aprobación de esa medida se realizaron ocho casamientos civiles, que ahora quedarían en el limbo.
La Iglesia católica protestó por la norma y colectivos conservadores y algunos parlamentarios se quejaron ante el Tribunal Constitucional.
El texto de la resolución indica que el cambio de identidad “no significa el ejercicio absoluto de los derechos fundamentales como el derecho a contraer matrimonio, reconocido constitucionalmente entre un hombre y una mujer”, aunque aboga por abrir un debate sobre el tema.
Pese a su determinación respecto de los matrimonios, el Tribunal boliviano mantiene en su decisión el derecho de los transexuales (cambio sexual quirúrgico) y a los transgéneros (que no implica operación) a cambiar sus identidades en oficinas de registro civi. Alberto Moscoso, dirigente de la comunidad de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (Lgtb) protestó por el fallo y anunció que “vamos a llegar a instancias internacionales para que esto se retracte”. Aseguró que contraer matrimonio es parte del derecho que les otorga la ley.
Agencia AFP