Volvió a perder. Pero no fue una derrota más. La caída ante Defensa y Justicia en Florencio Varela significó el final del ciclo que comandaba Leonardo Fernández. El Canalla venía de sufrir dos tropezones consecutivos y el tercero se llevó el poco oxígeno que le quedaba al cuerpo técnico para sostenerse. Fue 3 a 1 para El Halcón que, entre distintas virtudes y defectos, mostró una clave: el saber aprovechar los errores defensivos del rival para golpear en los momentos justos.
El nuevo traspié de Central fue la gota que colmó el vaso. Terminó de resquebrajar la poca confianza que quedaba de parte de la dirigencia de que este cuerpo técnico pudiera revertir la racha de últimos malos resultados. Y, en este sentido, la forma de la derrota ante Defensa también fue determinante. El equipo recibió goles antes por fallas propias que por aciertos ajenos. Además, en el tramo final del encuentro, el Canalla se mostró desarticulado, expuesto, y sometido tanto desde lo físico como en lo futbolístico.
La inclusión estreno de Néstor Ortigoza como titular mejoró el funcionamiento del medio campo. Pero apenas si alcanzó para el maquillaje. No hubo solución de fondo. Como venía sucediendo en los juegos anteriores, el Canalla no fue sólido en defensa. En este sentido, los inconvenientes para recuperar y retroceder se mantuvieron. Y si bien Central dispuso de la pelota más tiempo que su rival, tuvo dificultades para generar situaciones.
Para colmo, el equipo de Fernández tuvo en frente a un Defensa tan pragmático como eficaz, que no le perdonó las gruesas equivocaciones individuales cometidas. El Halcón fue inteligente a la hora de defender. Cuando hubo escenario propicio, presionó sobre la salida auriazul, como sucedió en la acción previa que derivó en el gol de tiro libre de Pochettino; o en el segundo, cuando Bordagaray le robó el balón a Ledesma. Pero el equipo de Vojvoda tampoco tuvo problemas cuando se dedicó a esperar en su campo, achicando espacios hacia atrás.
Además, el local fue muy práctico para atacar. Con la pelota en su poder, Defensa fue más vertical que Central. Cuando la tuvo, no la entretuvo. Buscó a sus veloces hombres de ataque con lanzamientos largos y así dejó expuesta cierta lentitud auriazul en los retrocesos.
El primer tiempo entregó pocas situaciones de gol. Y si Defensa se fue al descanso ganando por la mínima fue, entre otras virtudes, por la capacidad de saber capitalizar su momento en el partido.
En el complemento, Central se adelantó en el terreno y trató de asediar a los de Varela. Y si bien consiguió alguna chance en ataque, arriesgó demasiado en el fondo. Los centrales quedaron mano a mano y los rapiditos de Defensa insinuaban en cada contra. Pero el local terminó de acomodar el partido con una chambonada de Ledesma. Bordagaray hizo el segundo y ya no hubo variante que sirviera para torce el destino.
En los últimos diez, el Halcón jugó a voluntad contra un desorientado Central. Así llegó el tercero, obra de Ciro Rius. Y en el epílogo, la vergüenza deportiva del Canalla tuvo su premio consuelo en el descuento del incansable Herrera.
Perdió Central y terminó el ciclo de Fernández, una etapa que había comenzado a fines de año pasado con muy buenos resultados ante rivales de fuste. Pero que en este 2018 se fue apagando.
Con atenuantes, es cierto, como las lesiones y la mezquindad dirigencial para reforzar. Ahora, es tiempo de dar vuelta la página y buscar la concreción del objetivo que queda, avanzar a la segunda fase de la Sudamericana. La clasificación para participar en la edición 2019 ya se esfumó por completo.