La curva del cruce entre la avenida Presidente Perón, el bulevar 27 de febrero y las vías del ex ferrocarril Belgrano le dio el nombre a Villa Banana, un barrio con más de 10 mil personas que desde la década del 60 tiene un suministro de agua informal. Un relevamiento de investigadores y estudiantes de las carreras de la facultad de Bioquímica y Farmacias detectó que el 20 por ciento de las casas almacenan el agua en reservorios y que la mitad la guardan en espacios no adecuados. Mientras el Plan Abre hace obras por casi 5 millones de pesos para mejorar la red de agua potable, los investigadores vinculados a Conicet asesoran a la comunidad en cómo evitar enfermedades, testean el agua, detectan casos de HIV, enseñan alimentación junto a la escuela del barrio y el Centro de Convivencia Barrial.
Entre todos
Antes de 2010 Luis María Veggi entendió que sus estudios en hepatotoxicidad experimental eran una parte de lo que podía hacer. El doctor en bioquímico entró a Ríe Pibito, un proyecto del profesor Héctor Elías que pensó un grupo de voluntarios para promover la salud en los barrios vulnerables de Rosario y eligió Villa Banana. Es un laboratorio social. Desde 2011 Veggi y estudiantes de las carreras en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) llegan al menos dos veces al barrio acompañados por los trabajadores del Centro de Convivencia Barrial Oeste, el Centro de Salud David Staffieri, la Escuela Marcelino Champagnat y la Guardia Urbana Municipal (GUM). “El barrio tiene una complejidad asociada a la violencia. Con miedo a salir a la calle, el problema es la circulación y cómo se involucran con lo que necesitan. Las jornadas nos sirven para que las instituciones salgan a la calle sin miedo”, dijo a El Ciudadano Veggi.
Al aire libre
Las actividades de Ríe Pibito en el barrio incluyen visitas a las casas para tomar muestras de agua y asesorar como evitar problemas de salud. En 7 años alcanzaron a 235 viviendas y más de mil personas. La calidad del agua era buena porque venía de la red de Aguas Santafesinas, pero no llegan a cada casa y la presión es baja. El 20 por ciento de las casas tiene que guardarla y, según el relevamiento del laboratorio social, la mitad lo hace y pone en riesgo la salud. Usaban tachos de plástico y los investigadores y estudiantes les entregaron bidones especiales con tapas y un sistema para servir. También les recomendaron que no usen tachos de pintura u otros químicos o plaguicidas. Además les recomendaron que no los dejen en el piso, al alcance de las mascotas, que los cambien cuando están rajados, rotos o no tienen tapa, que los limpien con cepillo sin jabón. Les aconsejaron que si es necesario los enjuaguen con agua y coloquen 3 cucharadas soperas de lavandina y los dejen reposar una hora. Por último les dijeron que deben cambiar el agua cada 48 horas.
Para Veggi la solución para el barrio no vendrá con las conexiones domiciliarias que la provincia habilitará con las obras del Plan Abre. El centro de los problemas, insistieron desde el laboratorio, está en las personas y la calidad de vida. “No hemos encontrado casos de desnutrición. Registran los inconvenientes de aumento de la demanda en los comedores como otros barrios de la ciudad”, contó el doctor.
Más asistencia
Otra actividad del laboratorio es la detección de HIV. Desde 2014 evaluaron a 247 personas en jornadas y hace dos semanas se acoplaron a los exámenes por distrito que la Salud Pública mantuvo en el marco del Día Mundial de Lucha contra el Sida.
Desde 2013 Ríe Pibito hizo una decena de actividades desde talleres de uso y gestión de agua de consumo hasta charlas de alimentación y nutrición infantil. Involucraron a 14 grados, unos 300 alumnos, de la Escuela Marcelino Champagnat.
La experiencia, financiada por el Ministerio de Educación de la Nación, sirvió para compartir los resultados y problemas que encontraron en una treintena de congresos, jornadas de salud y foros.
