Investigadores argentinos, entre los que se cuenta el doctor Claudio Fernández, de Rosario, trabajan en los mismos temas por los que tres investigadores de universidades de los Estados Unidos acaban de recibir el Premio Nobel de Medicina. “Nosotros estamos estudiando la estructura de la proteína, que es la que está imbricada en el transporte celular y que regula el tráfico del transporte celular, que es el trabajo realizado por los investigadores Randy Schekman, James Rothman y Thomas Südhof, distinguidos con el Nobel de Medicina. Ellos descifraron los mecanismos moleculares que regulan el tránsito de la vesícula dentro y fuera de la célula”, aclara Claudio Fernández, investigador del Conicet, director del nuevo Laboratorio Max Plank que comenzará a funcionar en Rosario este mes.
Fernández desarrolló en el Instituto Max Plank de Biofísica Química, de Göettingen, Alemania, donde hizo su post doctorado, un trabajo para conocer la estructura de la proteína. “Fue en 2003 y fue la primera vez que se informaba sobre la estructura de las proteínas; hasta ese momento se la relacionaba solamente con sus funciones”, recuerda Fernández en diálogo con El Ciudadano.
—¿Tienen alguna vinculación los trabajos realizados por los investigadores que obtuvieron el Nobel con el realizado por ustedes?
—Ellos, de acuerdo a las publicaciones, trabajaron sobre otros supuestos. El nuestro es un trabajo, entre otros, sobre el tema. Los trabajos publicados son contemporáneos. Südhof comienza a publicar en 2004, un año después de que nosotros terminamos la estructura de la proteína. Nos hemos encontrado en muchos congresos, hemos charlado muchas veces, nos citamos mutuamente en todos nuestros trabajos. Lo que él utiliza de nuestra información es lo referente a la estructura de la proteína. Lo que hizo Südhof de manera muy inteligente es demostrar que la proteína para regular el tránsito vesicular se tiene que unir a la vesícula; él ha determinado cómo es la proteína unida a la vesícula. Hemos determinado cómo es la estructura de la proteína cuando está en el citoplasma.
—¿Qué importancia tiene que esas proteínas se muevan dentro de la vesícula que las transporta?
—Para decirlo con un ejemplo que nos ayude a entender, podemos asociarlo al transporte colectivo: en él hay colectivos que ya tienen su recorrido preestablecido, las moléculas que se desarrollan en un compartimento tienen que ser trasladadas a otros, y esto se hace en el interior de esferas, compuestas por carbohidratos, lípidos y proteínas, a las que llamamos vesículas. En ese interior se transportaN la biomoléculas de un compartimento donde se producen a otro donde son necesarias para cumplir con su función celular.
Ese tráfico está regulado por distintas señales intracelulares hechas por distintas proteínas, dentro de la célula, que guían a la vesícula.
—¿Quiere decir que si se interrumpe ese circuito de transporte corre peligro la vida de la célula?
—Por supuesto. Y ese fenómeno está estrechamente relacionado con muchas enfermedades.
—¿Por ejemplo?
—La secreción de insulina tiene que ver con esa fusión, ya que la vesícula que contiene a la insulina la transporta y permite su liberación en el momento y lugar apropiados. Otro tanto pasa con los neurotrasmisores que regulan la capacidad cognitiva y la actividad motriz. Las neuronas se comunican entre sí para coordinar la actividad motriz o una determinada función cognitiva a través de terminales presinápticos. Estos terminales saben qué hacer porque antes, en el espacio que separa a esos terminales, se liberaron neurotrasmisores, los que eran transportados desde el cuerpo de la neurona donde se han sintetizado hacia el terminal presináptico por las vesículas. Si se produce una falla en ese transporte no se van a liberar los neurotransmisores, lo que ocasionará enfermedades neurodegenarativas. Otro tanto pasa cuando por algún problema no se puede liberar de las vesículas la insulina, lo que desencadenará diabetes como resultado.
—¿Por qué es tan importante este descubrimiento que les ha valido a quienes profundizaron en él el reconocimiento del Nobel de Medicina?
—Porque ellos han logrado descifrar el mecanismo molecular del transporte vesicular. A partir de ese descubrimiento podremos corregir fallas en el transporte y liberación de neurotransmisores y proteínas; o en su acumulación, ya que se va a poder corregir el paso previo a que esas fallas aparezcan. Por esto es muy importante.
—¿Se está lejos de lograrlo?
—Conocer a esos agentes abre perspectivas y nos pone más cerca de una posible solución. De todos modos, existen problemas, ya que esos agentes que controlan y regulan el tránsito de vesículas cumplen, además, otras funciones. Son proteínas multifuncionales. Si bien se ha dado un paso adelante de gran impacto, ya que conocer esta maquinaria molecular de transporte de vesículas ha sido clave, no le ha quitado complejidad al problema con que nos enfrentamos a diario. Ya que al modificar una proteína al mismo tiempo podemos alterar funciones propias de esa misma proteína.
Se diseñarán fármacos para enfermedades “huérfanas”
Surgen a partir de la minuciosa descripción de Claudio Fernández una serie de interrogantes sobre cómo será el trabajo de su grupo cuando se inaugure la Plataforma Tecnológica de Descubrimiento que le brindará la oportunidad a la ciudad de profundizar la investigación y el desarrollo de moléculas para enfermedades clave, por lo que la inversión realizada pondrá a Rosario y al país en un sitio de vanguardia internacional.
“En este mes deberíamos inaugurar, ya que el edificio está terminado”, sostiene Fernández. Y agrega: “Estamos en estos días recibiendo la tecnología para comenzar a trabajar en lo que será la primera Plataforma Tecnológica de Descubrimiento, desarrollo y diseño de fármacos en América Latina. En ese lugar funcionará el Laboratorio Max Plank biología estructural y biofísica química de Rosario. La inversión de este proyecto es de 22 millones de pesos destinados a infraestructura edilicia, tecnología y a la repatriación de cinco grupos de investigadores que estaban trabajando en Göettingen, en Alemania; en Cambridge, Inglaterra, y en Barcelona”.
Un proyecto que se cristaliza
Fernández se manifiesta satisfecho por haber ayudado a trazar este camino en el país. “Feliz porque ahora puedo ver que el proyecto primitivo pudo al fin cristalizarse”, afirma. “Estos logros confirman nuestra decisión de insistir en las líneas en las que venimos investigando y porque obtuvimos respuestas de las autoridades que nos apoyaron con mucho esfuerzo y decisión. Aparte, se ha logrado repatriar cinco grupos de investigadores de nivel internacional, lo que le dará la continuidad imprescindible a este proyecto para llevar adelante estos modelos de investigación básica. Generamos masa crítica. Ahora tenemos que replicar este tipo de modelo estratégico a lo largo de toda América Latina, ya que esta región carece de las herramientas necesarias para descubrir fármacos. Padecemos en la región enfermedades endémicas que a la industria farmacéutica internacional no le resulta rentable investigar”, dijo.
Son las conocidas como enfermedades huérfanas, que ocasionan cientos de miles de muertes que podrían evitarse. Por eso es bienvenida la inversión que han hecho el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, junto al Conicet y a la Universidad Nacional de Rosario. La misma asciende, en este proyecto, a 5 cinco millones de dólares. “Un solo fármaco que podamos desarrollar tanto en el área de las enfermedades neurodegenarativas o en cáncer de pulmón, que son las líneas en las que ya estamos trabajando, que alcance a ingresar a la fase clínica para 2020, puede reportar ganancias por 5 mil millones de dólares”, enfatiza Fernández, y magnifica: “Nos encontramos frente a una herramienta clave para salir de la dependencia a la que América Latina está expuesta”.
Lo que la industria no ve
En América Latina hay varios millones de personas vulnerables, expuestas a contraer enfermedades propias de la pobreza que, además, son endémicas. La industria farmacéutica, ocupada en las dolencias crónicas, mira hacia otro lado. “Tenemos que hacerlo nosotros, y estamos preparados. El Estado ha comprendido y genera las inversiones para llevar adelante estos proyectos que, como se ve, nos transcienden”, señala.
Fernández se esfuerza por insistir en que el trabajo de todos los investigadores de Rosario formados en biología molecular y celular a partir del camino que les fue abierto por Diego de Mendoza, Néstor Carrillo y Eduardo Cecarelli les ha permitido darse cuenta de que estos “son proyectos estratégicos que involucran al país y al subcontinente, no son sólo proyectos de transferencia tecnológica, sino que hacemos proyectos de transferencia social. Para que la sociedad sepa qué es lo que está pasando con la ciencia y tecnología y, de esa manera, entusiasmar también a los jóvenes que están en la secundaria y ayudarlos a darse cuenta de que ellos pueden ser los científicos del futuro”.