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Científicos santafesinos crearon un brazo biónico

La prótesis diseñada y comercializada por una empresa de Santa Fe cuesta la mitad que una importada.

Hacia fines del 2014, un novedoso brazo biónico, que puede adaptarse a personas que por diferentes motivos sufren de amputación en miembros superiores, fue distinguido con el premio Innovar que otorga el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Gran parte de los profesionales que conforman un grupo interdisciplinario abocados a su concreción y la empresa encargada de fabricarlo son de Santa Fe. Entre ellos está la licenciada Luciana Joliat, que vive en la ciudad de Esperanza. La profesional trabajó en el diseño y la fabricación del brazo biónico que se ofrece como una solución novedosa. Entre los beneficios de la creación devuelve un alto grado de autonomía a personas que deben someterse a amputación de parte de sus miembros superiores. Se trata de una prótesis mioeléctrica de brazo que detecta a través de sensores señales eléctricas generadas por músculos cuando la persona los contrae en forma voluntaria. “Mi trabajo en el equipo es junto al paciente”, expresa Joliat y aclara: “Trabajo sobre su muñón, ubicando esos puntos donde se dan señales eléctricas de relevancia, cuando el paciente los contrae voluntariamente. Una vez ubicados se colocan los sensores sobre los mismos y recién allí comenzamos –con la imprescindible colaboración de los pacientes– la parte de la adaptación de la prótesis al brazo amputado”. Este entrenamiento riguroso involucra al equipo interdisciplinario. Luciana Joliat lo explica en detalle cuando se la interroga sobre cómo se produce el movimiento prensil que es tan necesario en el ser humano: “La prótesis utiliza dos sensores para los dos movimientos de apertura y cierre. Uno activado cuando el paciente voluntariamente contrae un grupo de músculos determinados, tarea para la cual se entrena, y de esa manera al activarse ese sensor la prótesis se abre. Un segundo sensor se ubica de manera tal que, cuando el paciente activa voluntariamente otro grupo muscular, la prótesis se cierra”.

—¿El paciente puede realizar los otros movimientos del brazo?

—Sí. La prótesis le respeta la independencia de movimientos de los miembros que todos tenemos. La prótesis no requiere ni de arnés ni correas.

—Es de imaginar que el trabajo de ustedes se completa con la colaboración de un equipo interdisciplinario, además del entrenamiento que les brindan a los pacientes.

—Fue de gran ayuda vincularnos con profesionales y científicos. Hemos hecho un video con una señora que necesitó esta prótesis. Se puede observar en detalles nuestro trabajo dentro del equipo de la Clínica del Amputado del hospital Vera Candiotti, un hospital de referencia de Santa Fe. Nosotros equipamos al paciente, luego a los terapistas ocupacionales y los kinesiólogos que realizan el entrenamiento del paciente. Con el tiempo, el paciente va adquiriendo, con confianza, nuevas habilidades que hacen que no necesiten siquiera pensar los movimientos para que el músculo envíe esas necesarias señales a los sensores. Logran realizar perfectamente los desplazamientos de abrir, cerrar y trasladar lo que necesiten. En la primera etapa requieren de un intensivo trabajo interdisciplinario de adaptación. De este modo, el paciente puede mover la prótesis voluntariamente y abrir la mano artificial sin necesidad de cirugías e implantes de huesos.

—¿La prótesis requiere de mantenimiento por parte del usuario?

—Al levantarse el paciente se coloca la prótesis, una tarea sencilla ya que la misma se adapta perfectamente al muñón, y ya comienza a utilizarla sin ningún límite de tiempo. La prótesis no se debe mojar. El paciente debe tener el muñón seco. Eso es todo. Cuando se lo saca por la humedad propia del muñón es necesario limpiar con un trapo la prótesis. Una vez usada se debe recargar como un teléfono celular. Su autonomía es de varios días. Se debe limpiar el guante cosmético y como los sensores son del tipo seco no requieren de ningún mantenimiento.

—¿Cómo llegó a esta actividad?

—Debo decir que he sido una persona de suerte. Desde chica siempre quise diseñar prótesis. Fui a estudiar bioingeniería. Lo que nunca pensé es que, tan cerca de mi ciudad natal, iba a encontrar una empresa dedicada a esta actividad. Así que a los pocos meses de terminar mis estudios entré a trabajar en la empresa. Puedo dedicarme a lo que me gusta. Es lo que de chica soñé. Soy docente de kinesiología pero, y por sobre todo, dedico la mayor parte de mi tiempo a mi familia: soy esposa y madre.

—¿Qué sintió cuando pudo comprobar que la primera paciente se adaptó perfectamente a la prótesis?

—Ver que una persona puede volver a escribir, a usar sus manos como antes de su accidente o enfermedad –pintarse las uñas como Estela, quien aparece en el video que hicimos–, es una emoción muy grande. Nos pone orgullosos poder hacer algo que mejore la calidad de vida de aquellas personas que han sufrido pérdidas. De otro modo estas pérdidas los invalidarían y comprometerían su autonomía. Insisto, es para mí una emoción muy grande. En mi caso una manera muy digna de cerrar el año.

La empresa que desarrolló el brazo se llama Bioparx y está localizada en el predio que ocupa el Parque Tecnológico del Litoral Centro de Santa Fe. Luciana Joliat, quien oficia como consultora externa de la empresa, es una de las profesionales que pertenece al cuerpo de docentes de la carrera de kinesiología del Instituto Universitario del Gran Rosario, con sede en la ciudad de Santa Fe.

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