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Cierre de campaña del Frente de Todos: convencer es la manera

Entre los discursos de Alberto F. y Cristina F. sobresalió una apelación de la ex presidenta para que todes los que creen que otro país es posible luego de la devastación sufrida en estos cuatro años, hablen con aquellos que todavía dudan porque así la manipulación del escrutinio será más difícil

Un acto con una masividad extraordinaria fue el que coronó el cierre de campaña del Frente de Todos en Rosario. Una previa de imágenes donde se veían los rostros expectantes de la gente y por las que era posible también dimensionar una multitud fervorosa daba una idea precisa de que el acto tenía todo lo que hacía falta. Pasadas las siete de la tarde, en un gran escenario de espaldas al Monumento, fueron apareciendo de a uno los gobernadores electos y aquellos que compiten para serlo. Ya formados en una hilera que abarcaba el ancho del escenario y que era representativa de buena parte del espectro provincial, hicieron su aparición Alberto Fernández y Cristina Fernández con rostros complacidos por un recibimiento tan fervoroso como cálido; el acto dio comienzo entonces con la famosa sinergia –una parte del todo del gobierno kirchnerista– a full. Fue Cristina quien tomó la posta y el micrófono y de ese modo, a través de su discurso, pudo verse cuál fue el sustrato de esta convocatoria. A nadie se le escapa que hay una fuerza popular enorme que está detrás de la posibilidad de que el gobierno de Cambiemos muerda el polvo; muchos de ellos estuvieron ayer en ese acto, otros lo vieron desde los lugares en que se encontraban, pero a tres días de las Paso, que serán un preciso termómetro de las chances reales para octubre, nadie está totalmente confiado en que semejante demostración (o demostraciones en distintos espacios de todo el país durante el tiempo de campaña) fuera prueba suficiente del resultado que se espera. Porque hay un tema fundamental que se hizo carne en estos días y es la posibilidad de que la gestión Cambiemos cometa fraude a través del servicio informático que contrató (Smartmatic) ya que tampoco nadie duda que lo último que desean los miembros que componen ese gobierno es abandonar el poder. Y pese a que sectores de la oposición iniciaron acciones judiciales tendientes a proteger el escrutinio o a controlar hasta el movimiento más nimio en cada una de las mesas de votación para evitar la manipulación, finalmente no fue posible tomar todos los recaudos pertinentes. Cristina pasó revista –como lo haría luego Alberto F.– de todas las calamidades sufridas durante estos casi cuatro años del gobierno de Macri, incluso deslizó que no creyó al principio que llegara tan lejos con medidas tan lesivas que de a poco fueron erosionando irremisiblemente el tejido social que costó tanto construir después de 2003. Lo de Cristina, claro, es un verdadero acto de fe recíproco: la gente está fundamentalmente allí por ella, y ella dice que si no hubiera sido por “el amor de esa gente”, no hubiera podido llegar hasta ese escenario. Y con la enfática delicadeza que la caracteriza, Cristina hizo una apelación esencial para estos días que quedan hasta el domingo; llamó a que cada uno de los allí presentes hable con sus vecinos, amigos, conocidos, con todos aquellos a quienes se ve con algunas dudas y les pregunten si soportarían cuatro años más de atrocidades. No fue una apelación cualquiera –hasta podría verse como un gesto llamado a no tener incidencia puesto que el tiempo que queda es exiguo– sino casi una consigna, como una bandera que hay que levantar hasta el último minuto porque hasta ahí todavía hay tiempo, y si se puede conseguir sumar cada vez más voluntades, la instrumentación de una acción fraudulenta disminuye y se duplican las expectativas. Cristina lo sabe muy bien; a su modo, ya había advertido antes de las elecciones de 2015, de que Cambiemos venía por todos y para cumplir una misión que echaría por tierra derechos y conquistas. Y no es difícil pensar también que Macri y compañía están lo suficientemente comprometidos con diligencias políticas más que sospechosas que engrosaron sus bolsillos y perjudicaron a la mayoría de los argentinos, y todo eso, sin ser gobierno, soltados de la mano por sus protectores, se convertiría en un mar de causas en su contra. Por eso lo que sobresale de este acto, de las alocuciones de Alberto y de Cristina, es la convocatoria de esta última a convencer a los que todavía dudan de que es imprescindible frenar la sangría so riesgo de quedar con una anemia irreversible. Buscar ese tiempo entre el tiempo de descuento, una tarea para todes porque convencer es la manera.

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