Cintia y Marcelo Juncos son hermanos. Ambos de Rosario. Salieron de Buenos Aires, hicieron escala en Londres y el 24 de febrero llegaron a Torino, el norte de Italia. El motivo de su viaje fue tramitar la ciudadanía, pero el plan se interrumpió por el brote del coronavirus. “Progresivamente se fue restringiendo la circulación. En principio había una zona roja y después se amplió a toda Italia. Hasta el 3 de abril sigue vigente la cuarentena. No sabemos qué va a pasar”, lamentaron.
Los hermanos, de 44 y 47 años, contaron que el día que llegaron a la ciudad de Torino (que tiene casi 900 mil habitantes) los casos de Covid-19 se podían contar con los dedos de una mano.
Los rosarinos están viviendo en una residencia que un organismo católico habilitó para argentinos.
“Somos cinco argentinos compartiendo un piso con habitaciones separadas y un baño compartido. Somos dos hombres y tres mujeres, incluyendo a mi hermana. Estamos esperando que pase la pandemia y así poder tramitar la ciudadanía italiana”, detalló Marcelo.
El hombre explicó que en las calles de Italia no hay circulación de gente, a excepción de algunos extranjeros o el que se anima a salir de su casa.
Italia cerró todos los comercios a excepción de las farmacias y los supermercados como nueva medida de contención del brote de coronavirus. Italia llegó a los 3.405 muertos por coronavirus y superó a China como el país con más víctimas fatales.
“En los almacenes entran de a dos personas. En los grandes supermercados se forman filas de hasta dos cuadras y se toma un metro de distancia. Los precios se mantienen y no hay desabastecimiento. Y a las 18 se corta todo”, explicó la mujer.
Cintia contó que el correo, la Municipalidad y el Registro Civil siguen abiertos, pero tienen una modalidad acorde a la situación de la pandemia. “Por ejemplo, en el registro entran hasta 30 personas por día”, añadió.
Marcelo dijo que por las calles de Torino, la mayoría de las personas, salen con máscara y guantes.
Los hermanos contaron que están pasando por una difícil situación y tratan de mantenerse ocupados: miran televisión (que las 24 horas del día se habla de coronavirus), aprovechan para aprender el idioma, pintan y leen, entre otras cosas.
“Vamos a tener que seguir esperando. Gracias a la tecnología seguimos en contacto permanente con nuestras familias”, explicaron.
