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Circo social: un proyecto de integración en la zona oeste

La iniciativa que aglutina a jóvenes del barrio 23 de Febrero realizará una función este sábado 31 a las 19 en la Escuela Municipal de Artes Urbanas, con el objetivo de juntar fondos para viajar al primer encuentro nacional que se celebrará en Jujuy.

La idea de lo que actualmente es la Escuela Municipal de Artes Urbanas (EMAU), que hoy en día funciona en los remozados galpones de la costa central de Rosario, surgió hace quince años en el club “20 Amigos” de la zona oeste de la ciudad. No muy lejos de allí, en el barrio 23 de Febrero, hace tres años comenzó a gestarse un proyecto de circo social, con la intención de llevar esta disciplina artística a un lugar donde no se veía tan comúnmente. Esa idea fue creciendo a través de la construcción colectiva, las ganas y el trabajo de profesores, coordinadores, adolescentes y jóvenes del barrio para convertirse hoy en CircoOeste. “Es una forma de vida, es familia y amigos, es compartir, jugar y expresarse”, coincidieron los integrantes de este espacio, cuya sede física se encuentra en el Centro de Convivencia Barrial (CCB) de dicho barrio, ubicado en Espinillo y Maradona.

El trabajo de estos tres años ha llevado a los miembros de CircoOeste por distintos caminos y experiencias, y por estos días los esfuerzos están puestos en asistir al primer encuentro nacional e internacional de circo social, que se desarrollará en noviembre en la provincia de Jujuy y al que está previsto que asistan personas que trabajan en proyectos similares al local en otras ciudades de Argentina, Ecuador, Bolivia, Perú, Uruguay y Brasil.

Con el fin de juntar fondos para los pasajes a San Salvador, el grupo realizará una función el próximo sábado 31 de octubre a las 19 horas en la EMAU, emplazada en el Galpón 15, en la llamada Franja Joven del río. La entrada será a la gorra y prepararán un gran buffet.

La escena es colorida en el galpón junto al Paraná. Los chicos ensayan sus números circenses para la función del sábado, arreglan los trapecios, organizan el espacio, charlan, juegan y toman mate mientras cuentan a El Ciudadano qué significa para ellos CircoOeste y de qué se trata este proyecto social y artístico. “Surgió como una idea de la Escuela de Artes Urbanas de poder laburar en los barrios de una forma más sostenida. Se venían haciendo talleres una vez por semana y generalmente no se mantenían en el tiempo”, explicó Giovana Pidone, una de las profesoras del proyecto. Aclaró además, que el primer año se encontraban sólo una vez por semana y que ahora se reúnen tres días.

“Se trata de extender un poco y descentralizar la idea de los talleres y las técnicas de circo llevándolas a los barrios más lejanos del centro de la ciudad. Se eligió el barrio 23 de Febrero porque es uno de los más alejados, porque había varios lugares posibles donde poder funcionar, uno era la escuela, otro El Obrador, el Centro de Salud y otro el CCB, donde finalmente nos instalamos”, agregó Aarón Lescano, docente y coordinador de CircoOeste.

“Todos esos lugares eran posibles porque no había ninguna propuesta de circo para adolescentes. Nosotros fuimos a visitar los espacios, a hablar con la gente y se eligió este lugar, donde hoy funcionamos”, sostuvo Lescano.

“La idea de este proyecto es no quedarnos sólo con lo técnico de las artes del circo, sino que sea un espacio interesante para todos los que concurren, donde se pueda charlar de la vida. Lo diferenciamos de un taller de circo. Lo vincular me parece lo más importante, porque sino sería muy vacío. La pasamos muy bien entre nosotros, nos reímos, compartimos. La idea es poder estar presentes en distintos momentos de la vida de cada uno. La otra vez se casó Elías, uno de los chicos de CircoOeste, y todos estuvimos ahí, no solamente los profes. Todos tenemos las mismas ganas de compartir. A veces, también se trata de poder acompañar a alguien en algún proceso quizás más difícil de la vida del otro, por eso lo social”, continuó explicando Aarón.

Más que un taller de circo

Actualmente, CircoOeste funciona los lunes, de 11 a 13 hs., y los martes y jueves, de 14.30 a 17 hs., en el Centro de Convivencia Barrial “23 de Febrero”. Entre diez y quince adolescentes y jóvenes de la zona, acompañados por cuatro profesores, se encuentran todas las semanas en el lugar, y además de hacer trapecio, tela, malabares acrobacias de piso, palo chino y minitramp, comparten charlas, pensamientos, experiencias, la vida misma.

Hoy el espacio está conformado por Emanuel “Sol” Galván, Cristian Vergara, Daiana Sangría, Ruth, Lucas y Elías Cano, Florencia Dassig y Agustín Salinas. Además, Aarón Lescano, Gianina Moisés Sosa, Emiliano Piedro Luján y Giovana Pidone coordinan las actividades.

“El grupo más estable está conformado por siete u ocho. Es un grupo que está más fuerte, armado, consolidado y eso es lo que sostiene el proyecto. Ellos son los que lo sostienen, porque sino nosotros no tendríamos nada que hacer ahí”, indicó Aarón.

“El circo es familia. Hay alegrías, hay tristezas, hay peleas y discusiones. Es eso, una familia. Experimentás cosas nuevas, cosas que te emocionan, cosas que te hacen llorar”, expresó Lucas Cano, uno de los jóvenes que participa del espacio casi desde que comenzó.

Además, contó que llegó al espacio por curiosidad, al ver a sus amigos en el CCB. “Cuando me dijeron que estaban formando un circo barrial, me metí, empecé a hacer tela, trapecio, acrobacia, minitramp. Un poco de todo. Me gustó e hicimos un montón de cosas que están bastante buenas. Es algo que siempre quise hacer, quiero seguir y mejorar”, se explayó.

Daiana Sangría tiene 18 años y se sumó este año al proyecto. “Antes no podía porque tengo una bebé y la tengo que cuidar todo el tiempo. Pero este año me tomé un tiempito para mí. Yo la puedo llevar a la nena si quiero, pero lo tomo como un espacio para despejarme. Hacer lo que me gusta. Me encanta y amo hacer trapecio”, dijo la joven, quien de a poco se va animando a probar otras disciplinas.

Y agregó: “CircoOeste para mí es más que un circo. Son amigos, porque vos podés ir y expresar lo que te pasa, lo que sentís y ellos siempre te van a dar una mano con cualquier cosa. Decís que estás triste y en dos minutos te sacan una sonrisa y se pusieron todos contentos, cantás, saltás, bailás. Todos juntos”.

Tanto Daiana como Lucas afirmaron que quieren seguir trabajando, aprendiendo, experimentando y compartiendo la vida en CircoOeste. Además, el grupo destacó que el espacio está abierto para cualquier persona mayor de 15 años, que tenga ganas de participar, compartir, actuar y hacer del circo una forma de vida.

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