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“Cita a ciegas”: el imaginario borgiano, en una obra que trasciende el paso del tiempo

Con nuevo elenco, integrado por Héctor Bellomo, Gerardo Vergel, Patricia Pareja, Nives Paschetto y María Rosa Dariozzi, Walter Operto presenta cada viernes en La Nave su versión de este clásico de Mario Diament

Una serie de encuentros que desencadenan otros encuentros de modo casual y causal en el contexto de una lógica típicamente borgiana es el que propone Cita a ciegas, obra escrita por el dramaturgo argentino, radicado en Estados Unidos, Mario Diament (Crónica de un secuestro, Esquirlas, Tierra del Fuego), estrenada en Buenos Aires poco después del comienzo de este siglo aunque inspirada en una entrevista que el también periodista le hizo al notable escritor en 1984, en Buenos Aires, dos años antes de su muerte acontecida en Ginebra.

Desde hace algunas semanas, se presenta una versión local de Cita a ciegas, en la nueva sala La Nave, de la mano de Walter Operto, no sólo director sino también dramaturgo y periodista como Diament, quien la estrenó en Rosario hace casi una década.

Juegos de vínculos e historias que entre más revisan tópicos como la identidad, la replicación, una idea de un supuesto infinito y hasta la posibilidad de mundos paralelos, apelando a un discurso donde priman la ambigüedad y los juegos de palabras en una especie de “aleph”, es el que propone la obra de Diament, una gran metáfora de todo lo que no se ve a partir de entender la ceguera como algo más que esa dificultad en la visión (por aquello de «no hay peor ciego que el que no quiere ver»), algo que actualiza la obra al punto de ponerla a resonar en el presente.

Un grupo de personajes se encuentra, cada uno a su tiempo, con un hombre ciego y mayor, en un banco de una plaza y entablan, cada uno a su medida e intereses, una serie de diálogos que van abriendo por capas otros vínculos y otras historias que son referenciadas en una charla iniciática entre este escritor no vidente (Borges, aunque no se lo nombre) y un empleado de banco.

En ese devenir, una joven artista plástica amante del banquero en cuestión irrumpirá allí, del mismo modo que lo hará, bastante más tarde, en el epílogo, su madre, atravesada por una tragedia, que traerá al presente el cierre de una vieja historia de amor que nunca comenzó. Ajena aunque no tanto a esas escenas en una plaza, una psicóloga que tendrá vínculos con esos personajes pone en tensión eso que, visto de afuera, parece imposible por su inesperado afán azaroso.

Confiado en el poder de la actuación, de los actores generando el soporte de la ficción teatral como único e irremplazable recurso, una marca de todo su recorrido teatral, Operto, junto a sus actores y actrices, sostiene desde allí un texto ríspido, lleno de codas y giros que lo vuelven atrapante, inquietante, por momentos con algo de la lógica de un thriller, al tiempo que deja de lado cuestiones vinculadas a la teatralidad, más propias de la puesta en escena, que potenciarían esos momentos logrados de actuación si se piensa que se trata de un material de una gran complejidad, donde algunos de los recursos teatrales (disposición espacial, objetos escénicos, puesta de luces, vestuario, música) aparecen en un segundo plano.

Es, sin embargo, en esa atinada decisión de sostener el verosímil, que los actores emprenden un viaje sin retorno con destino al trepidante final, un recorrido donde la exigencia es una marca indeleble y poderosa que no permite distracciones, y donde cuerpo y palabra, de no lograr un imprescindible entendimiento, contradicen por momentos esa lógica.

Por lo demás, el texto, de una métrica exacta que trasciende el paso de los años, que al mismo tiempo que coquetea con Borges, su mundo, sus lugares, sus pensamientos, sus destinos y sus formas de «ver» el mundo, evoca la bella y desoladora idea del «amor inevitable» que aparece en La educación sentimental de su admirado y querido Flaubert, genera en el espectador una especie de adicción, como gran mérito del trabajo actoral, en su perfecta amalgama de texturas, sentidos y focos de atención que se vuelven el gran desafío para este equipo comandado por uno de los referentes históricos del teatro rosarino.

Para agendar

La nueva versión de Cita a ciegas, de Mario Diament, con dirección de Walter Operto, se presenta los viernes, a las 20, en La Nave (Laprida 1375). Las entradas se reservan a través del +549- 341-3736274

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