Jair Bolsonaro, aislado política e institucionalmente en medio de la pandemia de Covid-19, insistió en convocar al pueblo a salir a trabajar, culpar por el aumento del desempleo a los gobernadores que toman medidas como la cuarentena y levantar por primera vez una bandera a gran escala: la de la cloroquina como «salvación» ante el coronavirus.
La Corte Suprema, en tanto, cercenó la intención de Bolsonaro de cortar las cuarentenas por decreto en los Estados y ciudades que la dictaron, pero igualmente cada vez más se registran aglomeraciones, personas en las calles y movimiento, ya que, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, ninguna medida es de carácter obligatorio.
Pese a que ninguna autoridad sanitaria recomienda la provisión de cloroquina como protocolo para atacar el coronavirus, algunos casos famosos en Brasil de recuperación llevaron a Bolsonaro a agitar en cadena nacional sobre la cualidades curativas del remedio contra la malaria como una eventual salvación frente al Covid-19.
La línea a favor de la cloroquina va en el mismo sentido de la expresada por el presidente estadounidense Donadl Trump, que abandonó ese discurso a la par de que se disparaba la curva de muertes en Estados Unidos, pero Bolsonaro no ha seguido a su referente ideológico sino que insiste en que «hay que volver a trabajar».
El presidente brasilero determinó este jueves Santo, el inicio del pago la ayuda de 125 dólares aprobada por el Congreso, contra los 41 dólares ofrecidos por el Ejecutivo, para los trabajadores informales y microemprendedores.
El resultado fueron aglomeraciones y filas de hasta dos cuadras en las oficinas de todas la ciudades de la Receita Federal, la AFIP brasileña, de los informales que fueron a regularizar su situación para poder cobrar.
Se supone que unas 25 millones de personas sean alcanzadas por las medidas.
La «bandera» de la cloroquina se transformó en la razón de ser del ala ideológica del gobierno, que integran los hijos de Bolsonaro y varios ministros.
«Recomendar cloroquina sin base científica es como un asesinato» dijo el candidato presidencial derrotado en 2018 Ciro Gomes, del Partido Demócratico Laborista.
Sirvió, la bandera de la cloroquina, para que el presidente retomara la iniciativa política: para ello recibió por Twitter dos apoyos claves en medio de rumores sobre un supuesto control de los generales que pueblan el Palacio del Planalto.
Bolsonaro fue respaldado por el vicepresidente Hamilton Mourao, un general retirado, y el secretario de Gobierno, el ministro y general Luiz Eduardo Ramos.
Mourao denunció que «aventureros» quieren «obstaculizar» al gobierno, aunque no precisó a quienes se refería.
El jefe de Gabinete, Walter Braga Netto, por su parte, comenzó a centralizar las informaciones tanto sanitarias como económicas del coronavirus para intentar neutralizar la popularidad el ministro de Salud, Luiz Mandetta, un político conservador que enfrentando al presidente consiguió más credibilidad en las encuestas que el propio Bolsonaro.
Mandetta se negó a firmar un decreto para liberar la cloroquina pero aceptó recomendar oficialmente a los médicos usarlas con consentimiento del paciente.
El superministro del gobierno de la pre-pandemia, Paulo Guedes, ha salido de foco: está viviendo en aislamiento en la Granja do Torto, casa de fin de semana de los presidentes, y su ultraliberalismo ha chocado con la agenda de compensaciones económicas y endeudamiento que promueve el líder del Congreso, diputado Rodrigo Maia.
Es por eso que la columnista del diario O Globo Miriam Leitao, alineada en las últimas tres décadas con las recetas liberales y respaldo conceptual de Guedes aunque no con Bolsonaro, este viernes dio una sentencia que hizo eco en todo Brasil: «El proyecto liberal patinó en el primer año de gobierno y tiene que ser dejado de lado».
Comenzaron a escucharse así voces del liberalismo en el mismo sentido, como la del ex presidente de Banco Central de la era de Luiz Inácio Lula da Silva y del Bankboston Henrique Meirelles, hoy secretario de Hacienda del estado de San Pablo y ex ministro de Economía de Michel Temer.
«Hay que emitir moneda contra la crisis, no habrá inflación por eso», recomendó.
Un día antes ese pedido a Bolsonaro lo había hecho desde la oposición el ex presidente Lula.