Rosario cuenta con un montón de edificios de alto valor arquitectónico y patrimonial. La sede del Club Italiano en calle Buenos Aires 1252 es uno de ellos. El problema, y la preocupación de los nuevos directivos de la institución, es que está en peligro de derrumbe, con lo que la historia y los valiosos muebles que cobija no pueden ser disfrutados por sus socios. Es más: pueden desaparecer.
El sábado 23 de noviembre hubo elecciones en la institución, que el próximo 14 de diciembre cumplirá nada menos que 105 años. Hubo dos listas. Ganó la denominada Somos D.A.R.Í.N, un guiño a la película Luna de Avellaneda y referencia a la situación de las instalaciones. El flamante presidente mostró el estado de abandono total de la sede céntrica y adelantó los próximos –y difíciles– pasos para devolverle la vida tanto a la casona como al campo deportivo de barrio Alberdi.
Los votos de los socios le dieron a Marcelo Castello la responsabilidad de conducir el centenario club. Ofició de guía en un tour del despojo: mostró la fachada del edificio de calle Buenos Aires, tapiada con chapas y con un sólo espacio para ingresar por la estrecha puerta principal. Adentro es igual: una casona preciosa, con techos altos, un llamativo vitró en el patio que funciona de pasillo hacia las habitaciones laterales, al estilo de las «casas chorizo», todo arrasado por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento.
El cuadro es desolador en la casa en la que vivió el médico Clemente Álvarez, nacido en Málaga pero que ejerció la profesión en Rosario y homenajea con su nombre el hospital de emergencias de la ciudad. Los pisos están levantados, el otrora teatro ubicado en el fondo del inmueble ni siquiera tiene el parqué. Y el escenario luce cubierto de polvo.
Los techos de ladrillo abovedado, en parte derrumbados y en todo deteriorados, amenazan desde lo alto lo que hay debajo.
Una habitación con una biblioteca repleta de libros, espejos con lujosos marcos de madera en otra sala y unos bancos tapizados en cuero rojo, pese a todo, se empecinan en recordar los años de esplendor de lo que fue un concurrido espacio de esparcimiento social y cultural.
Hay más, como la sala con varias mesas de pool, macizas, bajo techos con rajaduras que amenazan aplastarlas. Es el escenario con el que se encontraron este miércoles los nuevos directivos al entrar. Lo hicieron con una escribana, para acreditar cómo encuentran lo que les toca gestionar. No es que sea una sorpresa, porque ya lo venían denunciado.
La flamante Comisión Directiva tiene que resolver, primero, los papeles. Todo un barullo burocrático de contratos, libros, actas y balances para saber dónde están parados y trazar una estrategia de recuperación y reconstrucción tanto de los inmuebles como de la vida del club.
Castello, entre las casi ruinas, le explicó a El Ciudadano que la lista Somos D.A.R.Í.N que encabezó enfatizó durante la campaña el estado de deterioro de la sede céntrica. Tenían una fuerte sospecha: una especie de operación de abandono que atribuyen a integrantes de la otra lista para que las salida de la demolición cayera por su propio peso y así dejar el camino libre a emprendimientos inmobiliarios tan jugosos como ajenos a la identidad e historia de «El Italiano».
“Ni con el mayor pesimismo hubiéramos imaginado que estaba así (el edificio)”, insistió en la sorpresa Castello. “Nos toca arrancar de cero, pero los gringos estamos acostumbrados a la lucha”, ironizó.
El edificio de calle Buenos Aires está clausurado desde hace unos ocho meses, porque no es sólo estético el problema, sino estructural.
El flamante presidente recordó que en la casona funcionaba una sala de juegos sociales (las cinco mesas de pool lo avalan). En una de las salas, siguió, se practicaba judo, y hace mucho tiempo funcionó hasta un restaurante. Esparcimiento pero también cultura. El teatro original mutó a pista de patinaje y academia de baile. De todo eso no queda nada. Ahora deben esperar un profundo estudio de la estructura edilicia para trazar un plan de recuperación. Si es que se puede.
Socios del Club Italiano luchan por preservar la centenaria sede céntrica
Campo de deporte
El jueves de la visita a la sede céntrica, por la tarde, la comisión tenía previsto el recorrido por el campo de deportes ubicado en calle Álvarez Thomas 2598, en barrio Alberdi. Allí, adelantan, también hay mucha tarea por delante. Entre otras cosas, deben notificar a quienes gestionan la pileta, que está concesionada, el cambio de autoridades. “Vamos a ver el contrato que tienen ya que la temporada se avecina, estamos hablando con varias personas interesadas en la licitación de un buffet, veremos qué función cumple el casero que está allí y, lo más importante, saber qué pasa con la barranca”, explicitó Castello en referencia al talud que oficia de uno de los límites del predio.
Sábado de elecciones
El pasado 23 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones en Alberdi. De los 1444 socios que se reempadronaron este año, fueron a votar unos mil. La Lista 2 (Somos D.A.R.I.N) se alzó con 628 votos, mientras la lista 1 con 372.
Castello recordó que se hizo socio con este reempadronamiento ya que en 2013 lo intentó junto a otras personas y la comisión directiva les negó la asociación.
Cómo gestionar fondos es la cuestión
La Cámara de Diputados dio media sanción este miércoles a la iniciativa de los diputados Joaquín Blanco y Carlos Del Frade para declarar Patrimonio Cultural Provincial al edificio donde funciona la sede central del Club Italiano en Rosario.
La iniciativa de convertir la sede en Patrimonio Cultural surgió tras las denuncias de muchos socios y allegados al club de que existía la intención de dejar que el edificio se venga abajo para poder derribarlo y construir un edificio en el lugar.
“Eso nos va a permitir gestionar fondo, teniendo los papeles en regla y con todo eso no crea que sea suficiente. Pediremos ayuda también al Estado italiano. Que nos ayude para preservar lo que se destruyó y que el club sea de los socios”, aclaró ya que la lista 1 los acusaba que tener intenciones de querer vender el club al estado italiano.
Italianos del exterior, con manos a la obra
Franco Tirelli, presidente del COM.IT.ES (Comitato Degle Italliani all’Estero), organismo que representa a todas las instituciones italianas en la circunscripción acuso a las antiguas autoridades, ligadas a la lista 1, de no atenderles los teléfonos y no poder contactarse con el contador que era el candidato a tesorero por la lista oficialista presentada. “No sabemos si el club tiene seguro, desconocemos que dinero tenemos a disposición ni cuántos empleados tiene el club hoy en día”, describió.
Tirelli se sorprendió de que, poco antes de hablar con El Ciudadano, y en una reunión con la intendenta Mónica Fein, la funcionaria le haya dicho: “Franco (Tirelli), ganamos”, por la victoria de la lista Somos D.A.R.I.N. Puso eso como ejemplo del respaldo de buena parte del arco político local. Agregó que las futuras autoridades municipales ya se pusieron a disposición para acompañar el renacimiento del club.
Club Italiano: una institución histórica quedó en un edificio en ruinas