Los colombianos van hoy a las urnas para elegir al sucesor del actual presidente Álvaro Uribe, en lo que será además un juicio de valor sobre los ochos años de su gobierno. La continuidad está encabezada por el candidato oficialista, Juan Manuel Santos, mientras que el principal candidato al cambio es el postulante del Partido Verde (un movimiento ambientalista de centroderecha), Antanas Mockus. En total, hay nueve fórmulas por las que podrán optar los alrededor de 30 millones de ciudadanos empadronados.
Los sondeos prevén que Santos y Mockus sumen la mayor cantidad de votos pero no la mitad más uno, por lo que irán a una segunda vuelta el 20 de junio.
Santos, candidato del Partido de la U, representa la continuidad y basó toda su campaña en mostrarse como quien puede garantizar que se mantengan las políticas en marcha, sobre todo la vinculada a la llamada Seguridad Democrática.
Mockus, en tanto, representa la verdadera sorpresa de la contienda, exhibe más diferencias de forma que de contenido con el oficialismo.
Además, aspiran al Palacio de Nariño la conservadora Noemí Sanín; el liberal Rafael Pardo; el centroizquierdista Gustavo Petro; Germán Vargas Lleras, de Cambio Radical, y otros tres candidatos que ni aparecen en las encuestas: Jaime Araujo, de la Alianza Social Afrocolombiana; Jairo Calderón, de Apertura Liberal, y Robinson Devia, de La Voz de la Conciencia.
La campaña fue atípica no sólo por el clima de cordialidad en que se desenvolvió y porque es la primera vez, desde 2002, que hay una incógnita verdadera acerca de quién puede ganar, sino también porque no abundaron los actos masivos y buena parte de la propaganda proselitista circuló por internet, al punto que para algunos analistas fue “una campaña 2.0”, por el peso que lograron blogs, portales y las redes sociales, según indicó un cable de Télam.
Además, los seis principales candidatos compartieron siete debates por radio y televisión, muy pautados y casi sin posibilidades de discusiones, pero sin que se obviaran temas centrales de los respectivos programas.
Tan particular es la legislación electoral en Colombia que, aunque no pueden difundirse encuestas desde el sábado y desde el domingo los postulantes no pueden encabezar actos públicos, sí están habilitados, en cambio, a conceder entrevistas, repartir propaganda y mantener la publicidad en los medios.
Atento a la bisagra que marcó la gestión de Uribe –que dejará la jefatura del Estado en agosto con un alto índice de popularidad–, tiene cierta lógica que la segunda vuelta se encamine a ser sencillamente una pulseada entre la continuidad y el cambio.
Las 71.777 mesas de votación ubicadas en 10.075 puntos estarán abiertas de 8 a 16 (10 a 18 de Argentina), y el sufragio es por sistema de “tarjetón”: un cartón en colores que contiene los nueve binomios, con fotos, sobre el que el elector debe hacer una cruz en los candidatos que elige.
La seguridad sigue siendo una obsesión de las autoridades, que dispusieron que 350 mil militares y 151 mil policías formen parte del operativo. Además, se organizó una vigilancia especial para 60 centros de votación de 19 departamentos considerados “de alto riesgo”.
Si, como todo indica, no hay un ganador con mayoría absoluta y los colombianos deben ir a una segunda vuelta el mes próximo, se estará ante la tercera ocasión en que se use ese mecanismo desde 1991, cuando el balotaje se incorporó a la Constitución nacional.