Especial para El Ciudadano
Aeropuerto de Cartagena, Colombia, 4 de marzo. Arnold Iregui, taxista de 58 años, fanático del Junior de Barranquilla, recoge a turistas italianos. Dos días después empieza con problemas para respirar y fiebre. Un primer análisis le da negativo de coronavirus, que ya es noticia en el mundo, aunque aún no estalló en este país. Le recetan antibióticos y durante una semana sigue trabajando, aunque con malestar. El 13 vuelve ingresar a una clínica local y tres días después, muere. El segundo análisis, post mortem, da positivo. Fue la primera víctima fatal del COVID-19 en Colombia y es lunes 16 de marzo.
Ante la pasividad inicial del presidente Iván Duque, algunos gobernadores empiezan a decretar a nivel local distanciamiento en comercios y regular la circulación por las calles. En la capital colombiana se hace un “simulacro de aislamiento” de cuatro días, para preparar a la población para cuando el país entero la haga. Los aeropuertos, no obstante, siguen funcionando. A Bogotá y Cartagena llegan vuelos de todo el mundo.
Silvia Gangi, farmacéutica rosarina, pasa por esas horas el final de sus vacaciones en Colombia. Se hospeda con una amiga en Cartagena y tienen vuelo de regreso a la Argentina el jueves 19 de marzo. “En la ciudad, cuando fue lo de la muerte, ordenaron cierre de comercios. Y desde las cinco de la tarde, toque de queda total. No se podía salir para nada a la calle. Asustadas, quisimos adelantar el vuelo. Cuando quisimos tomar un taxi al aeropuerto, para averiguar si podíamos volver antes, los taxistas no nos querían llevar. Ser turista era sinónimo de ser un posible portador del virus”.
En esas 72 horas que pasó hasta volver a Rosario, Silvia cuenta que la policía colombiana respetaba a los pocos turistas que deambulaban, brindando información sobre medidas oficiales. Pero que vieron como golpeaban a un vendedor ambulante que había salido a la calle después del toque de queda. Ambas argentinas viajaron el 19 de marzo a Rosario. Tres días después, cuando ya el virus había tenido por casi dos semanas las barreras levantadas para entrar a Colombia, el presidente Duque decidía el cierre de fronteras.
“En el avión a la Argentina, nos dieron para llenar una Declaración Jurada, explicando de dónde veníamos y la cantidad de días que habíamos estado afuera. Nos pidieron que nos quedemos en cuarentena 15 días sin ver a nadie. La cumplimos. Pero la verdad, ninguna autoridad se contactó después. Nos tomaron los datos, pero ni llamaron. Si hubiera salido a la calle, no sé cómo se hubieran enterado”, confiesa Gangi a El Ciudadano.
La cuarentena en lo cotidiano
Una vez decretada la cuarentena nacional, el gobierno trató de ganar tiempo adecuando un sistema de salud que ya de por si llegaba colapsado, es un país con cerca de 47 millones de habitantes, de alta concentración poblacional en Bogotá, con territorios muy remotos y aislados geográficamente.
Santiago Arroyo, es docente de nivel medio en Bogotá. Y accedió a un diálogo por la aplicación Zoom, junto a dos colegas suyos: “En las zonas más humildes de aquí en la capital, también Cali, Medellín, Barranquilla o Cartagena, sucede lo mismo que seguro pasa ahí en Rosario y otras ciudades latinoamericanas hoy mismo. Hay mucha desigualdad. Y entonces el virus no afecta a todos por igual. Los más vulnerables no pueden quedarse en su casa, que es la consigna del gobierno”, describió.
La cuarentena colombiana está anunciada hasta el 27 de abril, aunque según indicó este jueves el ministro de Salud de la Nación, Fernando Ruiz, podría continuar más allá de esa fecha. Uno de los motivos, es la presunción de que hay muchos más infectados que los que oficialmente se han encontrado. A la fecha hay 130 muertos y 3 mil contagiados. Aunque según el propio gobierno, podría haber unos 12 mil colombianos con COVID-19. “La detección es como buscar una aguja en un pajar”, se sinceró el ministro.
Zamira Páez Curé, otra docente de Bogotá que participó de la nota realizada por Zoom con El Ciudadano, afirmó sobre este tema: “Las cifras oficiales se quedaron atrás en el tiempo. Lo que comentan en el sistema sanitario es que hay muertos por neumonía que no llegan a testear, como pasó en Ecuador. Además aquí se está denunciando corrupción de los intermediarios de la ayuda estatal. Los pobladores más humildes van a buscar la alimentación prometida por el Estado y se les intenta revender”.
Otra de las denuncias, surgió a partir de la reconversión en hospital de campaña de CorFerias, el más importante centro de eventos que tiene Bogotá. Aunque inicialmente no se lo había informado, en las redes trascendió que la empresa propietaria del sitio había cobrado cachet de 15 mil millones de pesos colombianos por el alquiler. La alcaldesa debió reconocer que no era todo solidaridad y que se había pagado por el uso del predio, aunque dijo que el monto final era menor al que se había rumoreado. “Nos duele que un privado saque una renta. Y que los funcionarios haya decidido pagar y recién confesarlo cuando todo salió a la luz”, señala la docente de Bogotá.
Finalmente, el profesor Brian O’ Connor suma un dato sobre la realidad laboral en la capital colombiana durante la pandemia: “En las empresas de envíos, tipo Rappi, hay mucho reclamo de que no se les brinda los elementos de seguridad por el COVID y entonces trabajan exponiéndose ellos y a la vez a los usuarios del sistema”
Toque de queda, salidas por género y negros del ataúd
En Cartagena, como está dicho más arriba, se sumó un toque de queda por las noches. En la capital Bogotá, los permisos para salir a la calle están ordenados por géneros. Para que no haya aglomeraciones, pero también para evitar casos de violencia contra las mujeres. Hay un riguroso protocolo a la hora de ir a comprar alimentos o remedios. Y si un día pueden salir los hombres, al día siguiente sólo pueden salir mujeres. Los colectivos que pelean por la libre elección de género, deben elegir qué día salir y repetirlo. En Medellín, Cali y Barranquilla, la rotación es por terminación de DNI. Y puede salir un solo integrante por cada familia.
Además, claro, aunque medio planeta esté confinado por el coronavirus, en la tierra de García Márquez no podían faltar las escenas casi de realismo mágico. Ya la semana pasada, se habían viralizado por las redes las clases de zumba que ofrecían los efectivos policiales bogoteños, como parte de la campaña “Somos Uno, Somos Todos”, para mantener en movimiento a la población, que repetía los ejercicios de los uniformados desde los balcones.
Pero ahora se sumó otra rareza: trascendió un video de la localidad de Quibdó, en la provincia de Chocó. La policía y el municipio organizaron una campaña para concientizar, que incluyó lavado de manos en la calle y una coreografía de cuatro policías bailando con un ataúd, como en el meme.
El impacto económico
La desigualdad en este país caribeño es mucha. En la etapa final de 2019 hubo fuertes movilizaciones, con una agenda en defensa de la educación pública, el empleo y las críticas al sistema de pensiones, similar al que en la Argentina existía con las AFJP. Colombia, además de enclave cafetero, tiene riquezas petroleras y minerales, más una amplia frontera con Venezuela. Por lo cual, lo que aquí pase no le es indiferente a la Casa Blanca. Por ello el gobierno de derecha de Iván Duque es apoyado por la administración de Donald Trump.
En este marco, El Ciudadano contactó a Oscar Cifuentes, de la firma SGMS, un grupo empresario portugués con presencia en Colombia, vinculado a la importación de vinos, obras de montaje y alquiler de equipos de elevación. Vive en Bogotá y opina sobre el impacto económico de la pandemia en ese país: “Desde mi punto de vista determinar el tamaño del impacto le parece difícil, más en un país como Colombia donde el empleo informal ronda el 47%. Creo que en el empleo formal se van a perder entre un 15% y un 20% de las plazas de trabajo, esto jalonado por la industria del turismo (aerolíneas, transporte turístico, terrestre, hoteles y restaurantes). La gastronomía ya se ve afectada directamente por el aislamiento, pero una vez la restricción obligatoria, suponemos que las personas tendrán mucho temor para ir a lugares donde haya aglomeración. Además, el consumo promedio va a bajar ya que todos van a estar enfocadas en el ahorro. Esta caída en la industria de los restaurantes se verá reflejada en toda la cadena de suministros y servicios, generando desempleo. A nosotros, con la comercialización de vinos, nos tocará también”.
La firma para que trabaja Cifuentes tenía proyectada la apertura de un hotel en Bogotá de 87 habitaciones para junio y ya aplazó la inauguración para febrero del 2021. EL emprendimiento debería generar 60 empleos directos. Y agrega: “En la construcción privada, creemos que será una de los sectores afectados, tanto en vivienda como en el comercio. La estimación que hacemos es que el gobierno tendrá como estrategia irrigar la economía mediante el desarrollo de inversiones en infraestructura”.
Cifuentes pronostica para el sector de la construcción en Colombia algunas variables que también pueden servir para pensar la situación en nuestro país: “Para los estratos altos y medios estimamos que sólo habrá recuperación en dos años, y para los estratos más bajos, habrá quienes desistan de compra de unidades por pérdida de empleo o reducción de salarios”.
El sistema previsional colombiano es mixto. Y en relación a esto, una de las medidas anunciadas esta semana por el gobierno de Iván Duque por decreto, es la de obligar a Colpensiones, la caja estatal, de hacerse cargo de pagar pensiones privadas, para respaldar y evitar la quiebra de las aquí llamadas AFP.
En cuanto a la asistencia a las Pymes, todas las fuentes consultadas para esta nota coincidieron en cuestionar otra decisión de Duque, respecto al crédito. “Se le dio al Banco Central, para que preste a los bancos y estos a la gente. Pero cuando uno se presenta, le dicen no tienen condiciones para acceder a los préstamos. Aquí no hay bancos del Estado, el sistema financiero está controlado por privados, que otra vez se están saliendo con la suya en plena crisis”, se enoja Santiago Arroyo, graficando una postal más de cómo se enfrenta el coronavirus en la tierra del café y los cien años de soledad.