Con el Ejército y la Policía acuartelada y en medio de un contexto regional marcado por las crisis políticas en Bolivia, Chile y Ecuador, el presidente de Colombia Iván Duque enfrentará este jueves un paro nacional convocado por organizaciones sociales y de trabajadores contra el aumento de la edad jubilatoria y varias reformas más sugeridas por el FMI, entre varios otros reclamos.
La convocatoria, que coincide con demandas callejeras paralelas ocurridas en los últimos días en las que estudiantes exigen mayores recursos para la educación superior, anticipa masivas movilizaciones en las principales ciudades del país, donde crece el rechazo a las reformas, que incluyen también la reducción del salario mínimo para jóvenes, entre otras medidas.
El gobierno colombiano asegura que no hay ningún texto definido en relación a los temas que concentran el reclamo popular, y que los proyectos que presente serán concertados, pero las organizaciones de trabajadores argumentan que varios voceros del Ejecutivo ya dejaron claro que apuntan a la flexibilización laboral y a debilitar el organismo estatal que gestiona las jubilaciones, a favor de los fondos privados.
Artistas relevantes del país, como el cantante Carlos Vives, se sumaron a la grieta abierta en las redes sociales y expusieron sus razones para manifestarse, mientras la Iglesia se mostró a favor de la protesta pero pidió que se desarrolle de manera pacífica.
El amplio abanico de reclamos incluye el fin del incesante asesinato de líderes sociales, indígenas y ex combatientes que firmaron la paz, las ejecuciones extrajudiciales por parte de las Fuerzas Armadas y la estigmatización de la protesta social.
Desde el lunes, las Fuerzas Armadas y la Policía permanecen en acuartelamiento “de primer grado” por orden del comandante, Luis Fernando Navarro, quien instruyó la medida como prevención.
Si bien Colombia tiene una tradición sindical de menor fuerza que otros países de la región, las autoridades temen que el llamado se vea potenciado por el creciente descontento popular ante un Ejecutivo que mantiene abiertos múltiples frentes de fricción social, lo que despierta –entre los organizadores– grandes expectativas.
Las protestas en el país sudamericano, por otra parte, no suelen tener un impacto mediático muy grande, señaló un editorial del diario bogotano <El Tiempo>, y sólo excepcionalmente es un tema de conversación que exceda a los protagonistas y el ámbito político y sindical.
Sin embargo, en este caso el paro pasó a ser el tema central de discusión de todo el país por el miedo al contagio regional y por la polarización política que tuvo su génesis durante la búsqueda de una salida negociada al conflicto armado con las Farc.
Recientemente Bolivia, Chile y Ecuador fueron escenario de fuertes crisis políticas marcadas por protestas callejeras que aunque con efectos y causas diversas, son interpretadas como un movimiento telúrico que recorre la región con fuerza potencial para erosionar, como mínimo, gobiernos.
Sobre la ola de estallidos sociales, el número dos del gobierno de Venezuela, Diosdado Cabello, dijo que se trataba de “apenas una brisita que recorre la región y que pronto se convertirá en un huracán”.