Un hombre de 34 años y otro de 25 comenzaron a ser juzgados este jueves como autores del asesinato del jefe de la barrabrava leprosa, Matías «Cuatrerito» Franchetti ocurrido el 7 de junio de 2016 en la puerta 6 del estadio de Newell’s. En la primera jornada del debate oral, presidido por el tribunal –integrado por las magistradas Paula Álvarez, Patricia Bilotta y Mónica Lamperti–, la fiscal Marisol Fabbro pidió 24 y 20 años de prisión, respectivamente.
Según logró reconstruir la acusación, ese martes 7 de junio de 2016 la pareja del Cuatrerito recibió un llamado a las 14 donde le avisaban que iban a pasar a buscarlo para ir al estadio Marcelo Bielsa. A las 16.25, cuando el Cuatrerito, de 26 años, salía del Coloso acompañado de dos socios, una dupla los atacó a tiros. Se contaron más de una docena de impactos y las vainas que incautaron en el lugar fueron calibre 9 milímetros.
La autopsia determinó que el cuerpo tenía doce orificios de bala, los cuales correspondían a seis disparos. Uno ingresó por la nuca y salió por la frente; otro en el omóplato; el tercero en la pierna, muslo, estómago y en la ingle, describieron en ese momento los investigadores.
Además, la cámara de seguridad que está en la entrada principal no tomó el momento del ataque pero sí registró la partida en moto de los dos atacantes. Se fueron en contramano por avenida Morcillo hasta bulevar Oroño. Un policía de civil los vio y dio el alerta. Tras una breve persecución, los policías los detuvieron en avenida 27 de Febrero y Oroño.
Por el camino la dupla tiró una mochila que tenía una pistola Bersa calibre 9 milímetros. Los investigadores la recuperaron y demoraron a estas dos personas. La audiencia imputativa se hizo al día siguiente, Leandro Altamirano, de 34 años, y Brian Gruning, de 25 años, quedaron acusados formalmente por el delito de homicidio agravado por uso de arma de fuego.
«No se descarta ninguna hipótesis. La que tiene más fuerza es que el crimen se debió a una disputa por la dirigencia de la barra brava y está íntimamente relacionada con el narcotráfico», explicó la fiscal en la audiencia imputativa.
En la primera jornada del juicio oral que se desarrolló este jueves, la representante de la Fiscalía mantuvo el pedido de las penas que había solicitado en la audiencia preliminar a juicio, desarrollada el 2 de agosto de 2018. La fiscal sindicó a Altamirano, quien se presentó como pintor de obra, como el autor de los disparos fatales contra el Cuatrerito y pidió 24 años de prisión por los delitos de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y portación ilegítima de ama de fuego. Para Gruning, también changarín dedicado a la pintura, solicitó la pena de 20 años de prisión como coautor del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. Se lo señaló como quien manejaba la moto.
La maldición de la jefatura
La saga fatal comenzó luego de que Ramón Machuca, alias Monchi Cantero, fuera detenido el 6 de junio de 2016 en Buenos Aires, tras mantenerse tres años prófugo. Franchetti estaba al mando de la pesada leprosa en el marco de un entendimiento entre Los Monos y los Ungaro-Funes celebrado hacía unos pocos meses, cuando el heredero de Diego «Panadero» Ochoa (condenado por el crimen de su antecesor Roberto «Pimpi» Caminos), Nelson «Chivo» Saravia, dio un paso al costado tras ser blanco –tanto él como familiares y allegados– de reiterados ataques a balazos.
Al día siguiente de la captura de Monchi, Cuatrerito fue asesinado al salir del club. Como jefe quedó Maximiliano La Rocca, alias el Cabezón. Veintiún días más tarde fue asesinado, también al salir de los parrilleros de la entidad del Parque. En tanto, Ariel «Tubi» Segovia quedó al frente hasta octubre de 2016 cuando lo balearon en Avellaneda y Mosconi. Ahí fue preso hasta el 24 de abril pasado cuando fue asesinado a traición en el pabellón que compartía con sus «socios», los Caminos, en la cárcel de Coronda.
El último heredero conocido del paravalanchas rojinegro fue Emiliano «Jija o Kija» Avejera, quien dejó el puesto vacante desde febrero de este año cuando le dictaron un pedido de captura. En septiembre lo detuvieron en Córdoba y lo imputaron como uno de los autores del asesinato de Jonatan «Bam Bam» Funes acribillado al salir de la cárcel de Piñero tras visitar a sus hermanos: Lamparita y Alan.