El ex ministro de Planificación Federal Julio De Vido comenzó hoy a ser sometido a juicio oral y público por su presunta responsabilidad en la tragedia ferroviaria de Once, en la que murieron 51 personas en 2012, y escuchó la acusación en su contra.
Por primera vez sentado en el banquillo de los acusados, el actual diputado del Frente Para la Victoria es juzgado por estrago culposo y administración fraudulenta, con lo cual se expone a una eventual condena de hasta 11 años de prisión.
El ex funcionario kirchnerista se presentó temprano en los Tribunales de Comodoro Py sin hacer declaraciones a la prensa y en medio de una importante convocatoria de familiares de fallecidos en la tragedia, quienes recibieron el acompañamiento de víctimas de inseguridad, como Carolina Píparo y Matías Bagnato, y hasta del cineasta Juan José Campanella.
El Tribunal Oral Federal 4, integrado por Pablo Bertuzzi, Gabriela López Iñiguez y Néstor Costabel, dispuso desde el arranque la lectura de la acusación fiscal hecha en primera instancia por el fiscal federal Ramiro González; y luego por las cuatro querellas agrupadas en dos cabezas.
Las querellas están representadas por Patricia Anzoategui agrupada con la de la familia Menghini Rey y las otras dos son las que llevan adelante Gregorio Dalbón y Javier Moral.
En el requerimiento de González se expusieron las falencias en el control del material ferroviario por parte del Estado así como de los subsidios que se entregó a la concesionaria TBA, entonces a cargo de la explotación de las líneas Sarmiento y Mitre.
Puntualmente, está acusado por «estrago culposo agravado por la muerte de 51 personas, más una por nacer y lesiones que sufrieron 789 personas», a raíz del choque de la formación del tren Sarmiento en la estación de Once.
De Vido, quien es juzgado junto a Gustavo Simeonoff, extitular de la Unidad de Renegociación y Análisis de Contratos de Servicios Públicos, se mostró incómodo en todo momento, sentado junto a sus nuevos abogados, Maximiliano Rusconi y Gabriel Palmeiro: miró su celular, se acariciaba la barba y frotaba los ojos, pero nunca giró para ver a los familiares.
En la primera jornada, los abogados de De Vido (los mismos que asisten en otras causas al empleado informático Diego Lagomarsino y al empresario Lázaro Báez) y la defensa oficial de Simeonoff pidieron una extensión del plazo para realizar los planteos preliminares, a raíz del poco tiempo que tuvieron para leer el expediente.
En cambio, una de las querellas se quejó de la decisión del tribunal de agruparlas y pidió la nulidad de esa decisión.
El juicio, que se realizará todos los miércoles a partir de las 9.30, continuará el próximo 4 de octubre con la posibilidad de que De Vido preste declaración indagatoria.
El ex ministro, de traje oscuro y corbata, en ningún momento tomó contacto con la prensa: incluso sus abogados, en simultáneo al comienzo del juicio, difundieron un comunicado en el que cargaron toda la responsabilidad contra el maquinista Marcos Córdoba, condenado en el primer juicio.
Además, en el comunicado señalaron que las pruebas en contra de De Vido no tienen «sostenibilidad fáctica y normativa» y defendieron la política ferroviaria que se llevó adelante en materia de inversión durante la gestión del ex ministro, en el marco de la gestión kirchnerista.
«Estamos en presencia de un juicio que, ya desde la base, lesiona un conjunto de garantías constitucionales pretendiendo una utilización impropia del Derecho penal del Estado de Derecho», señalaron.
Al finalizar la audiencia, la prensa y familiares de víctimas aguardaron la salida de De Vido por el mismo lugar que había ingresado, la puerta lateral de Comodoro Py del lado Retiro, aunque el ex ministo fue retirado -por el consejo de la Policía Federal- por el subsuelo de los tribunales y a bordo de un vehículo para evitar incidentes.
En las puertas de Comodoro Py, carteles con pedido de justicia empapelaron el vallado principal, mientras que otro grupo de familiares llevó su reclamo a la sala de audiencias y se ubicó a espaldas del ex ministro, detrás del vidrio blindado que separa a quienes presencian el juicio de quienes son parte del mismo.
De Vido forma parte del segundo juicio, ya que hace casi dos años fueron condenados los ex secretarios de Transporte Ricardo Jaime y Juan Pablo Schiavi, así como el empresario Claudio Cirigliano y el maquinista Córdoba.
«Las pruebas están para condenarlo: no sólo sabía en qué condiciones se brindaba el servicio del Sarmiento, no hizo nada por mejorarlo e hizo cosas para que empeorara», señaló a la prensa la madre de Lucas Menghini Rey, el joven de 20 años que fue encontrado muerto dos días después de la tragedia en uno de los vagones siniestrados.
La mujer consideró además que si De Vido llega a ser condenado se hará «justicia» y permitirá «la reconciliación de la ciudadanía con las instituciones».
«De Vido es el denominador común de las causas de corrupción de los últimos tiempos, y acá estamos hablando de muertos», enfatizó Rey en diálogo con radio Provincia.