En la mañana de ayer se inició el primer juicio oral por homicidio en el nuevo sistema penal. El debate tiene como base el crimen de Beatriz Heredia, una mujer de 67 años que recibió, en febrero pasado, un balazo fatal en la mandíbula cuando quedó en medio de un tiroteo. Ante un tribunal compuesto por los jueces Carlos Leiva (en la presidencia), Alejandro Negroni y José Luis Suárez, en la audiencia se escucharon los alegatos de apertura de las partes donde la fiscalía acusó a Damián Córdoba –barrabrava de Rosario Central– de ser autor del hecho y adelantó que requerirá 22 años de prisión, mientras la defensa dio una versión distinta y achacó a su contraparte falta de buena fe procesal al cambiar continuamente la imputación e introducir un testigo clave a último momento.
El 11 de febrero Beatriz Heredia, de 67 años, fue baleada en la puerta de su casa ubicada en Tucumán al 5300. El disparo ingresó por la mandíbula de la víctima y le causó la muerte. Poco después Damián Córdoba ingresó al Heca con una herida de bala y adujo que intentaron robarle en la zona de Urquiza y Camino Aldao. La pesquisa concluyó que el hombre participó en el tiroteo que terminó con la vida de la mujer y lo llevó a juicio. En los alegatos de apertura la fiscalía y la defensa dieron dos versiones distintas de los hechos que deberán probar en el juicio.
Los fiscales Ademar Bianchini y Miguel Moreno acusaron a Córdoba por el crimen, sostuvieron que tenía una disputa con Andrés G., un vecino de la víctima y que una semana antes había amenazado al hermano de su contrincante. El mediodía del 11 de febrero la víctima llegó de trabajar y se quedó en la puerta de su casa con su perro; en ese momento en el cruce de Camino Aldao y Tucumán se escuchó una frenada y de un auto descendió el acusado que comenzó a disparar con un arma 22 contra Andrés G., quien se encontraba a metros de la víctima, quien fue herida en la mandíbula. El proyectil le cortó la arteria cervicomaxilar y le causó la muerte. Mientras tanto Andrés G. contestó el ataque con un arma 9 milímetros e hirió a Córdoba en la ceja izquierda, la bala recorrió el cráneo superficialmente y salió por el cuello. La Fiscalía aseveró que la secuencia terminó cuando Córdoba corrió, detrás lo hizo su contrincante y se produjo un nuevo intercambio de disparos. Andrés G. volvió sobre sus pasos y subió, junto con su hermano, al auto de Córdoba, que terminó incrustado en un zanjón a la vuelta de su casa. Bianchini afirmó que Heredia murió como consecuencia de una disputa interpersonal donde Córdoba se presentó en el lugar y disparó sin importar las consecuencias de sus actos y acusó de homicidio simple agravado por el uso de arma en calidad de autor; a su vez adelantó que pedirá una condena de 22 años de prisión.
A su turno el defensor Fausto Yrure afirmó que la fiscalía cuenta una historia parcializada, acorde con su conveniencia. Sostiene que Córdoba iba a encontrarse con una mujer en Tucumán y Camino Aldao, que llegó tarde a la cita y fue violentamente atacado por personas desconocidas que lo hirieron en la sien izquierda. Refirió que su cliente continuó la marcha, giró por Larrea y se accidentó. Yrure sostuvo que salvó su vida de milagro, fue al Heca por sus propios medios y dijo dónde había quedado su auto. El letrado afirmó que su cliente fue agredido posiblemente en el marco de una tentativa de robo y cuestionó el cambio de la imputación en el transcurrir del trámite previo al juicio.
Luego fue el turno de los testigos. El primero fue el hermano de Andrés G., aunque previo a su ingreso el defensor se opuso a que el tribunal lo escuchara. Adujo que fue introducido en días previos al juicio y refirió desconocer que era hermano del presunto atacante de Córdoba, aunque el tribunal entendió que tuvo tiempo de impugnarlo y no lo hizo. Matías G. hizo un relato de lo que vio, que coincidió con el fiscal y si bien la defensa se opuso a un reconocimiento del acusado en la sala, sostuvo que el atacante era apodado Tacuara y que la semana previa lo había amenazado.
El testigo dijo que su hermano le contó que tenía un problema con este hombre, le pidió que tuviera cuidado y no le diera la espalda. Luego aseveró no saber cuál fue la diferencia, ni dónde se encontraba ahora su hermano, ni cuál era su número de teléfono.
Sostuvo que fue la primera vez que vio a su familiar armado y que nunca le preguntó sobre el hecho y que hace tiempo que no vive en la casa familiar. Posteriormente declararon 4 uniformados que participaron en la pesquisa.