La subasta, denominada Los Imperios de Luz (IV) Colecciones Privadas Europeas de Arte Precolombino, de la casa Millon et Associés, venderá artefactos, estatuillas y esculturas de culturas aborígenes.
«Objetamos en los términos más enérgicos la venta de estos objetos y hacemos un llamado público para detener estas transacciones», manifestaron en conjunto las cancillerías de los países implicados a través de un comunicado difundido en las últimas horas.
En su página de Internet, la casa de subastas Millon et Associés ofrece un centenar de piezas de arte indígena maya y de culturas ancestrales andinas del norte de Sudamérica.
El catálogo de venta incluye «esculturas de diosas calípigas», «bellísimos ídolos de Mezcala con rasgos estilizados guerrerenses», «estatuas de chamanes en terracota», «esculturas antropomorfas de Nayarit», «piezas de orfebrería de Colombia», vasijas mayas y «objetos de las civilizaciones andinas de Ecuador y Perú», según se lee en la oferta disponible en el sitio online de la casa de subastas.
«Deploramos que, una vez más, se mantengan prácticas de comercio ilícito de bienes culturales que socavan el patrimonio, la historia y la identidad de nuestros pueblos», manifestaron las embajadas Latinoamericanas de la capital francesa.
En el mensaje, los representantes de la embajadas latinoamericanas en Francia aseguraron que las subastas sólo estimulan el «saqueo» y «tráfico ilícito» de bienes en manos de delincuentes organizados; y son un atentado contra la «arqueología moderna», porque estimulan las «excavaciones ilegales».
Además de privar a las culturas de donde son extraídas de su pasado artístico; de «menoscabar» la cooperación global para proteger y conservar este «patrimonio cultural»; de socavar la «integridad de las culturas»; y de ser el punto de partida del «mercado de falsificaciones».
Las naciones latinoamericanas involucradas informaron de su compromiso con la «diplomacia activa» para defender sus patrimonios, con respeto pleno por las leyes francesas.
Y le pidieron a quienes tienen en su poder estos «bienes culturales de nuestros países», que los devuelvan por voluntad propia a «su lugar de origen» para estudiarlos en su contexto, como «elementos de la memoria viva de los pueblos latinoamericanos».