Las elecciones intermedias que a partir de agosto marcarán el pulso de la política argentina tendrán un impacto decisivo no sólo en la conformación de las bancadas del Congreso nacional sino además en las proyecciones de las distintas fuerzas políticas, dado que el resultado de las urnas será la medida que condicionará las posibilidades a futuro.
Mientras que el oficialismo buscará plebiscitar su gestión y ampliar su bancada para no depender de trabajosos acuerdos legislativos para sacar adelante leyes, los distintos agrupamientos de la oposición competirán entre sí para posicionarse de cara a las presidenciales, donde sólo uno de ellos –estiman– quedará en carrera para destronar al macrismo.
Todos coinciden en que la suerte principal se jugará en la provincia de Buenos Aires, donde se librará “la madre de todas las batallas”, ya que es la jurisdicción que más cantidad de escaños reparte.
A esta altura, es casi un hecho que la pelea central se dirimirá entre Cambiemos, el Frente para la Victoria-PJ y el Frente Renovador-UNA, mientras que el resto del pelotón marchará detrás como actores de reparto.
A Cambiemos se le abre una oportunidad interesante en la provincia de Buenos Aires: de las 42 bancas que pone en juego, apenas cuatro corresponden a la provincia de Buenos Aires, con lo cual le bastará con hacer una discreta performance electoral para engrosar generosamente la bancada. Sin embargo, la Casa Rosada, que aceleró en las últimas semanas las pruebas de laboratorio de la mano de Jaime Durán Barba, no termina de hallar un candidato que colme las expectativas y que con certidumbre pueda hacerle sombra al Frente para la Victoria-PJ y al Frente Renovador-UNA.
En Balcarce 50 confían en que una victoria en territorio bonaerense allanaría el camino para asegurarse cuatro años más de gobierno tanto en la provincia como en Nación, mientras que una derrota haría tambalear el proyecto de Cambiemos, que requiere de por lo menos ocho años en el poder. Si bien Cambiemos cuenta con el plus de tener a una María Eugenia Vidal, agraciada por casi todas las encuestas de opinión y empujando el barco oficialista, la buena imagen de la gobernadora no se traslada automáticamente ni a Elisa Carrió, ni a Jorge Macri, ni a Esteban Bullrich, los principales nombres en danza.
La realidad del Frente para la Victoria está atravesada por las vicisitudes de la interna del peronismo bonaerense, con dos sectores diferenciados: el kirchnerismo y sus aliados, que cifran sus expectativas en una eventual candidatura a senadora de la ex presidenta Cristina Kirchner, y el sector que pivotea alrededor de Florencio Randazzo, que cuenta con el respaldo de un sector mayoritario de la CGT y del Grupo Esmeralda.
También se barajan otros nombres para poblar los primeros lugares de las listas como el de la intendenta de La Matanza, Verónica Magario (más cercana al kirchnerismo), Daniel Scioli y Julián Domínguez, quien se ilusiona con compartir boleta con Randazzo.
La mayoría de las encuestas de opinión ubican a la ex jefa del Estado al tope de la intención de voto, pero en su entorno se niegan a confirmar su candidatura, porque son conscientes del riesgo que supondría jugar ahora la carta más poderosa que tiene el espacio, dado que una eventual derrota podría significar el certificado de defunción del kirchnerismo como fuerza competitiva.
Y no son pocos los dirigentes del peronismo, como el presidente del PJ, José Luis Gioja, que advierten que el piso de 30 puntos de la ex presidenta no dista demasiado de su techo, y que si bien podría alcanzar para ganar una legislativa, se perdería la oportunidad de posicionar a alguien con un techo más alto para el 2019.
El massismo, por su parte, deberá trabajar duro para no resignar representación por la provincia de Buenos Aires, su principal bastión, dado que deberá revalidar la excelente elección que hizo en ese distrito en 2013.
Para afrontar los comicios en la provincia de Buenos Aires, el tigrense ya movió fichas, alentando un acercamiento con Margarita Stolbizer, Libres del Sur y Diego Bossio, con los que comparte la visión de construir una propuesta con eje en “la ancha avenida del medio”. Si bien le será casi imposible superar el tercer lugar del podio (que lideran Cambiemos y el Frente para la Victoria), el desafío del massismo será recortar la ventaja que le llevan esos dos espacios y, por otro lado, estrenar alianzas con sectores del progresismo y del justicialismo inorgánico.
CANDIDATOS RADICALES PARA CONTENER EL “VOTO CASTIGO”
El diputado nacional oficialista Ricardo Alfonsín reclamó ayer que sean radicales los candidatos que encabecen las listas de Cambiemos en las próximas elecciones para “contener votos de los que quieren dar una señal de que hay que producir cambios” y así evitar que busquen dar ese mensaje en los postulantes de la oposición. “Estoy seguro de que nosotros obtendríamos resultados mucho más importantes de los que obtuvimos en las Paso de 2015. Y le haría bien a Cambiemos, porque podría contener votos de los que quieren una señal en el sentido de que hay que producir cambios”, sostuvo. El ex titular del Comité bonaerense de la UCR aludió así al casi tradicional voto castigo que se suele darse en las elecciones de medio término. En diálogo con Radio Con Vos, subrayó que “si no hay un radical” encabezando las listas del frente oficialista, “puede que la gente no encuentre cómo enviar su mensaje sin votar afuera de Cambiemos”. “Cambiemos está un poco desequilibrado, asimétrico. Necesitamos radicalizarlo un poco más, le hace falta radicalismo, le hace falta centroizquierda”, reclamó el hijo del ex presidente Raúl Alfonsín.