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Comienza en Comodoro Py el megajuicio al narco peruano «Marcos»

El capo narco peruano Marco Antonio Estrada González, alias "Marcos"; su esposa, su suegra y otros 40 imputados comenzarán a ser juzgados desde este viernes en los tribunales federales de Retiro, en la megacausa donde se los acusa de la venta de marihuana, cocaína y paco

El capo narco peruano Marco Antonio Estrada González, alias «Marcos»; su esposa, su suegra y otros 40 imputados comenzarán a ser juzgados desde este viernes en los tribunales federales de Retiro, en la megacausa donde se los acusa de la venta de marihuana, cocaína y paco en la la villa 1-11-14 del Bajo Flores porteño y en el conurbano bonaerense.

El debate, que comenzará a las 9.30 en el edificio de Comodoro Py 2002, estará a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) 3, integrado por los jueces Javier Ríos, Fernando Machado Pelloni y Andrés Basso, quienes tienen previsto escuchar a unos 200 testigos a pedido del fiscal Diego Velasco y las otras partes.

Los magistrados autorizaron la transmisión en vivo de los principales tramos del proceso (apertura, alegatos y sentencia) a través de la señal de la División Servicios y Eventos Institucionales de la Policía Federal y del Centro de Información Judicial (CIJ).

Según el requerimiento fiscal de elevación a juicio al que accedió Télam, a los 43 imputados, 40 de los cuales están detenidos, se les imputa «haber tomado parte de una organización destinada a ejecutar en el interior y fuera de la villa 1-11-14 y sectores de la provincia de Buenos Aires, actos relacionados con el tráfico ilícito de sustancias estupefacientes».

Tanto a Marcos como a su esposa, Silvana Salazar (47); su suegra, Lili Lucía Enríquez Alarcón (68) y a los otros imputados se los acusa de introducción, almacenamiento, fraccionamiento y distribución de distintas clases de narcóticos, entre éstos marihuana, cocaína y sus derivados, tales como paco, ya sea en grandes o en pequeñas porciones destinadas para el consumo personal.

De acuerdo con la investigación que llevó adelante el ex juez federal Sergio Torres, el fiscal Juan Pedro Zoni y su par Diego Iglesias, de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), esta organización se empezó a conformar hace 20 años y fue integrada por cerca de un centenar de personas, la mayoría de ellas peruanas.

La banda narco se estableció en el espacio territorial denominado «el sendero», hoy más amplio e identificado como «de los peruanos», que comprende desde la manzana 13 hasta la 24 y algunas zonas aledañas a la villa, en especial los complejos edilicios lindantes, y como punto de venta la calle Bolivar, a la que se habrían replegado en la actualidad.

Esto es justamente el centro neurálgico del predio, lo que les permitió una hegemonía territorial sin perder de vista la gran cantidad de viviendas, habitaciones o sectores que poseían bajo su órbita de control, los cuales eran utilizados para la residencia, estadía o paraje habitual de varios de sus integrantes así como el escondite de drogas y armamento.

Al elevar la causa a juicio, los fiscales recordaron que allí se produjeron secuestros de gran envergadura, pero nunca se encontró a ninguna persona, lo que demuestra que la organización utilizaba dichos domicilios en forma de «depósitos» a efectos de resguardar la droga, el armamento y demás elementos, lo que habla del «poderío económico» que detentan.

Un arrepentido que declaró en la causa aseguró que «todo el barrio está intimidado y extorsionado por esta gente y tiene miedo de dar información, ya que las represalias siempre son para los hijos. Siempre están exhibiendo armas y mostrando su poder e intimidando a todos los comerciantes, que tienen que dar una cuota de dinero para poder seguir trabajando y que ellos los protejan, supuestamente».

La banda se dividía en quienes organizaban y financiaban la actividad ilícita (como Marcos y sus familiares), aquellos que conseguían la droga y el armamento, los que diagramaban su ingreso al asentamiento y la entrega a terceros para su escondite y fraccionamiento y los que recolectaban el dinero para sus jefes (se estima que medio millón de pesos diarios).

En la escala más baja estaban los vendedores, los «soldados» (quienes cuidaban a los primeros para que no les roben la mercadería) y los «satélites o campanas» (vigiladores que cuidan los puestos y avisan si hay presencia policial).

A lo largo de los años, los pesquisas descubrieron que la cocaína siempre estaba acondicionada en pequeños envoltorios hechos con bolsas de nylon (en una época eran del supermercado Día), los que estaban cerrados con cinta aisladora roja y tenían una letra A cuando era droga de mejor calidad y pureza y cinta negra y una B cuando era de menor.

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