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Como chocolate para el emprendedor social

Por: Paola Cándido. Nanci y Alejandra forman Nael, un emprendimiento de Economía Solidaria.

Nanci Barroso es martillera pública pero nunca ejerció su profesión. Tiene cuatro hijos y su anterior empleo fue en un supermercado. En 2006, junto a su socia, Alejandra Cosimo, la mujer comenzó con uno de los numerosos emprendimientos ligados al programa de Economía Solidaria del municipio. ¿Sus productos? Huevos de pascua artesanales de todos los gustos y tamaños. Elaborados con técnicas ancestrales libanesas, las mujeres sostienen que no hay uno igual que el otro en el stand de su emprendimiento llamado Nael. “La economía social no es una economía de pobres, sino una de mercado donde uno valora lo que hace tu compañero”, sostiene sobre el dispositivo social que integran 4 ferias en distintos puntos de la ciudad y el conocido Mercado de Aromas y Sabores, ubicado en la  planta baja y 1º piso del Palace Garden. Frente a la necesidad de un ingreso económico complementario pero dentro del rubro, las socias de Nael consiguieron el servicio de cafetería del Ministerio de Educación de Santa Fe y abrieron un servicio de catering.

—¿Cómo empezó Nael?

—Comencé a trabajar en el supermercado cuando mi hija más chica tenía tres meses. Después de un tiempo no recordaba cuándo había empezado a caminar y a hablar. Me di cuenta que era porque yo no estaba nunca en mi casa debido a que trabajaba 12 horas por día. En ese momento, estaba llegando a los 40 años y en el mercado laboral para alguien de esa edad ya era grande. Con una amiga empezamos a pensar qué podíamos hacer. Ella tenía habilidad en chocolatería: hacía huevos de pascua para la familia y a mí siempre me gustó cocinar. Mis abuelos eran libaneses y todo lo que es la cultura árabe y judía me apasiona. La comida va más allá del mero acto, es la unión de la familia, la satisfacción de que al otro le guste lo que come. Así  llegamos al programa de alimentos de la municipalidad. A fines de 2006 empezamos con un proyecto donde queríamos abarcar todo lo que era gourmet: salsas, dulces y encurtidos que sean diferentes a lo común. Empezamos a hacer chutney, que es una conserva agridulce. Arrancamos con dulces de berenjena y manzana, y de remolacha y zanahoria. La idea era captar un mercado diferente al común.

—¿Qué significa Economía Solidaria?

—Agradecemos a la Municipalidad de Rosario la capacitación que recibimos, los cursos de Desarrollo Social de la Nación, de las empresas privadas, donde te abren la cabeza y te hacen entender que la economía social no es una economía de pobres, sino una de mercado donde uno valora lo que hace tu compañero. Cada uno de ellos puso su esfuerzo y tiene una historia muy parecida a la de uno. Hace cuatro años el municipio gestionó el Mercado de Aromas y Sabores en el Palace Garden. Es un espacio donde salimos de lo que es la feria y entramos en un mercado más formal para que el público conozca lo que son los productos de la economía social.

—¿Cómo verifican que los alimentos se puedan vender?

—Hay inspecciones, un coordinador para verificar el domicilio donde se produce, personas del Instituto del Alimento para corroborar que todo esté en condiciones. Después te dan un número dentro del Registro Único de Emprendedores (RUE) para identificar tu producción.  Analizan lo producido, que lleva un número de Gestión de Inocuidad del Producto (GIP). Todo lo que se ve en las ferias de Rosario está autorizado por el Instituto del Alimento, es mercadería segura.

—¿Qué beneficios tiene como emprendedora de Economía Social?

—Haber trabajado junto al programa nos permitió inscribirnos como monotributista social y nos brindó obra social para nosotros y nuestra familia. Podemos facturar igual que cualquier marca reconocida en el mercado local. Los huevos se pueden vender en diferentes lugares, desde dietéticas hasta panaderías, esto es, siempre con el requerimiento de la factura.

—¿Tiene otro tipo de emprendimientos?

—Hace tres años, una situación familiar nos demandó a mí y a mi socia buscar más dinero para nuestras casas. Y con mi socia comenzamos un pequeño servicio de catering. Le pedimos al municipio y a la provincia obtener algún trabajo. Nos ofrecieron hacer un servicio de café para el Ministerio de Educación de Santa Fe y aceptamos. Fue un desafío muy grande. Así nació Nael y pasó de ser un microemprendimiento social a una SRL. Hacemos servicios de café, almuerzos, sushi, comida mexicana, árabe, asado, entre otros.

—¿Por qué le pusieron Nael?

—La gente piensa que es un duende, un ángel o un nombre mapuche. Y simplemente es la unión de una parte de nuestros nombres aunque dado vuelta.

—¿Concurren a todas las ferias?

—En ciertas oportunidades porque siento que todo tiene un ciclo. Si vamos constantemente a las ferias sentiría como una falta de respeto hacia mis compañeros que recién empiezan o que tienen que crecer. La gestión socialista dignifica nuestro trabajo. Buscan generar el trabajo y el dinero de forma genuina.

—¿Qué consejo le daría a alguien que quiere comenzar un emprendimiento?

—Todo lo que uno se propone es un desafío. Si alguien te pregunta si sabes hacer algo jamás hay que decir que no al instante. Hay que investigar, probar y después de explorar todas las alternativas, decir que no se puede.

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