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Como en los 90: narcos vuelven a reclutar adultos mayores

Les ofrecen dinero y medicamentos para actuar como mulas: ingresar drogas de países limítrofes e incluso contrabandearlas a Europa. Como ocurre con los jóvenes de sectores marginados económicamente, la tentación es grande y proporcional a un deterioro social que regresa como hace dos décadas

El máximo referente de los derechos de la tercera edad y el fundador de una ONG sobre la temática de las drogas alertaron que las bandas de peso en el negocio del narcotráfico en la Argentina reclutaron ya a unos 850 adultos mayores para oficiar de «mulas»: les ofrecen entre mil y dos mil pesos y medicamentos para pasar sustancias prohibidas por las fronteras del norte del país. Otros, incluso, son captados para viajar a Europa llevando cocaína y, de regreso, ingresar pastillas de diseño. El dato empalma con una modalidad detectada en la década del 90, y como entonces, tiene relación con el alto grado de vulnerabilidad en el que otra vez cae esa franja etaria. En esta economía delictiva, los más afectados se encuentran en las dos puntas de la vida.

«Las bandas criminales que están detrás del narcotráfico siempre vuelven a utilizar modalidades que funcionaron en algún momento», sostuvo Eugenio Semino, el titular de la Defensoría de la Tercera Edad porteña. El funcionario recordó que «los adultos mayores fueron utilizados como mulas en otras épocas. Por ejemplo, a fines de los 90 se hizo un estudio en cárceles federales con detenidos por causas de tráfico de drogas en el que surgió que un número importante eran personas viejas».

Otro de los que hizo referencia a esta otra punta etaria en el comercio de estupefacientes es Claudio Izaguirre, perteneciente a la Asociación Antidrogas de la República Argentina (Aara, que adscribe a la estrategia prohibicionista de las sustancias psicotrópicas).»Lo que estamos alertando es que los grupos narcos reclutaron a ese número de adultos mayores para ingresar o sacar sustancias. Comenzó a observarse en las fronteras del norte del país, para el ingreso de marihuana y cocaína, pero continuó avanzando con viajes a Europa, para llevar cocaína y traer pastillas de diseño», dijo en una entrevista al Diario Popular.

Izaguirre expresó que «los datos sobre unos 850 adultos mayores que entraron y salieron de forma sospechosa del país en diciembre pasado marcan una tendencia en alza». Y agregó: «Sabemos que la modalidad se inició en las fronteras del norte del país, principalmente en las provincias de Misiones, Formosa, Chaco y Jujuy, que van hacia Paraguay y Bolivia, desde donde traen sustancias como marihuana y cocaína».

Aara señaló que el precio de la marihuana por kilogramo ingresada desde las naciones limítrofes alcanza los 8.000 pesos, y el de la cocaína alrededor de los 15.000. «Los ancianos que fueron reclutados para salir del país, recoger la carga, que puede ser de dos kilogramos de sustancia, y volver a entrar a la Argentina, reciben entre 1.000 y 2.000 pesos, además de remedios. Hay que decir que los narcos se están aprovechando de la vulnerabilidad de los ancianos que viven en el norte y otras provincias, que padecen distintas enfermedades y no están consiguiendo la medicación que requieren, entonces caen en las garras de las bandas de narcotraficantes».

El problema va más allá: los adultos mayores reclutados para viajar al exterior vía aérea, en especial a Europa. «Son seducidos por sumas de dinero más importantes. Aquí lo que se observa es que salen de la Argentina mayormente con cocaína, que tiene un valor de 35 mil euros por kilogramo en las capitales europeas, y vuelven con pastillas de diseño, con rápida salida en las fiestas electrónicas, donde se recaudan millones», dijo Izaguirre.

Vulnerables en las dos puntas de la vida

En Rosario, y otros grandes centros urbanos, un colectivo que lleva las de perder en el negocio del narcotráfico, que involucra bandas en los márgenes de la ley y la economía pero también conexiones grises de lavado de dinero entre los sectores de altos ingresos es el de los jóvenes pobres. Ahora, se suman los que están en el otro extremo de la vida, al compás del deterioro de las condiciones sociales.

Eugenio Semino explicó que «los narcos apuntan a los adultos mayores porque la coyuntura obliga a que busquen alternativas para seguir traficando». Y explica: «Las bandas encuentran en este colectivo mucho beneficios, porque los viejos reclutados no tienen antecedentes penales y pasan los controles migratorios fácilmente».

Semino recuerda que la modalidad no es nueva, y que reaparece por la vulnerabilidad que otra vez se cierne sobre la tercera edad: «A finales de la década del 90 hicimos un trabajo muy interesante con personas detenidas en cárceles federales, surgiendo que había un número elevado de reclusos adultos mayores que habían resultado imputados en causas de drogas, tras ser atrapados cuando cumplían funciones como mulas», señaló.

«No es un dato menor la edad de las mulas, porque se ve a la persona adulta mayor con ese limitante de sospecha», insiste el especialista en encender la alarma por el nuevo retroceso socioeconómico: «Hay momentos históricos en términos de la criminalidad, y ahora estaría sucediendo un fenómeno similar al que tuvimos casi dos décadas atrás, con adultos mayores reclutados masivamente por las bandas de narcos». Respecto a los datos puntuales, agrega: «Llegan a pagarles hasta 50 mil pesos para viajar a Europa, llevando cocaína y volviendo con pastillas. Para personas que cobran una jubilación de 7.000 pesos es una oferta difícil de rechazar. También los convencen asegurándoles que si los detienen van a estar ahí para ayudarlos con abogados, pero esto nunca pasa, los abandonan».

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