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Cómo enseñar sobre la “Solución Final”

Por: Daniel Rafecas / Juez Federal

En los últimos años, estamos asistiendo en el ámbito universitario de todas las ciencias sociales (desde la historia y las ciencias políticas hasta la sociología, la psicología y el derecho), a una saludable multiplicación de cursos y seminarios, en donde se aborda la cuestión de la Shoáh desde distintas perspectivas, siempre en procura de articular este episodio fundamental de la historia moderna de la humanidad con cada uno de los campos del conocimiento social que demandan extraer los aprendizajes y las conclusiones necesarias, de modo tal que Auschwitz no se repita, tal el imperativo categórico lanzado tiempo atrás por Theodor Adorno.

El ejemplo más reciente de esta tendencia creciente resulta ser la creación de una cátedra sobre Shoáh y otros genocidios, dispuesta por la Universidad Nacional de Córdoba, materia optativa que puede ser cursada por todos los alumnos universitarios de dicha casa de estudios –sea cual fuere la carrera–, con asignación de puntaje válido para la currícula. La respuesta de los alumnos no pudo ser más auspiciosa: para la reunión inaugural –en la que tuve el honor de dictar una conferencia sobre los temas motivo del curso– la materia ya contaba con unos doscientos alumnos inscriptos formalmente y la sala prevista para la actividad fue desbordada por los asistentes.

En este contexto me gustaría subrayar –e intentar conjurar– una posible deficiencia en el modo en que este tipo de cursos y seminarios se están diseñando, ya que se advierte, en no pocas ocasiones, que los programas elaborados para llevar adelante tales materias, relacionadas con distintos aspectos de la Shoáh, dan por descontado, en el bagaje de conocimientos previos que el alumno supuestamente trae al curso, el manejo de su parte de información básica relacionada con contenidos históricos mínimos acerca del fenómeno del nacionalsocialismo, el Tercer Reich, las figuras de Hitler o de Himmler, la “Solución Final” y las alternativas de la Segunda Guerra Mundial, cuando una mirada franca en tal sentido, especialmente en alumnos de grado (aunque también muchas veces en el posgrado), revela a las claras serios déficits en todos estos aspectos.

No sólo ello: no son pocas las veces en que los inscriptos llegan al curso con una carga de prejuicios o manejando información defectuosa, producto de la circulación en nuestro medio de clichés antisemitas (allí están los resultados del último informe Daia sobre este particular), o discursos relativistas o negacionistas de la Shoáh con los que en algún momento pudieron haber estado en contacto, especialmente a través de internet.

Entonces, suele suceder que los asistentes a estos cursos, desprovistos de la información mínima necesaria en términos históricos, o trayendo consigo información errónea o contaminada por ciertos prejuicios, por ejemplo acerca de qué fue y cómo se dio la “Solución Final de la cuestión judía en Europa”, o más concretamente, cómo es que se llega a la cifra de seis millones de judíos asesinados en el marco de la Shoáh, se vean sumergidos desde el primer encuentro en clases y materiales de estudio que dan por supuesto el conocimiento solvente acerca de estos temas, predisponiéndoselos sin más a reflexionar o a extraer conclusiones sobre Auschwitz sin estar acaso en condiciones de capitalizar tales enseñanzas pues no cuentan con redes conceptuales precedentes (de tipo históricas) sobre las cuales hacer reposar esos nuevos conocimientos que se les pretende transmitir.

Así, textos fundamentales, como los de Zygumnt Bauman (Modernidad y Holocausto), Emanuel Levinas (Algunas reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo), Giorgio Agamben (Lo que queda de Auschwitz), Hannah Arendt (Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal), Enzo Traverso (La violencia nazi), Víctor Frankl (El hombre en busca de sentido) o Primo Levi (Los hundidos y los salvados), entre muchos otros, requieren, para su real aprovechamiento, de un abordaje previo del contexto histórico, que en muchos casos se omite.

Obstáculos a vencer

Ahora bien, introducir en algunas clases tales contenidos históricos no resulta ser una tarea sencilla. En primer lugar, porque la carga horaria de este tipo de cursos o seminarios no suele tener la suficiente extensión como para dedicar el tiempo suficiente a estos presupuestos históricos. Y además, porque no contamos, al menos en el ámbito hispanoparlante, con libros que aborden estos temas de un modo funcional a estos cursos académicos; más bien, la regla es que, para cualquiera de las cuestiones históricas relevantes, el material disponible usualmente tiene una extensión y un grado de profundidad que excede largamente la capacidad de atender a tales obras en el marco de estos cursos.

Por ejemplo, en lo que hace a la historia del Holocausto, las etapas por las que atravesó la Solución Final hasta llegar a las cámaras de gas y los hornos crematorios en los seis campos de exterminio en Polonia, forzoso es tener que recurrir a las obras generales de los historiadores más conocidos, traducidas (recientemente) al castellano, como La destrucción de los judíos europeos, de Raul Hilberg (Editorial Akal, Barcelona, 2006), o El Tercer Reich y los judíos, de Saul Friedländer (dos tomos, Editorial Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2009).

Lo mismo se puede decir de las biografías por ejemplo de Adolf Hitler, como las de John Toland (Hitler. Una biografía narrativa, Ediciones BSA, Barcelona, 2009) o Ian Kershaw (Hitler, dos tomos, Editorial Península, Barcelona, 2002) o la completa dedicada a Heinrich Himmler a cargo de Peter Longerich (RBA Libros, Barcelona, 2009).

Finalmente, para terminar de ilustrar acerca del problema de la bibliografía de índole histórica, complica aún más el panorama el asomarse a las obras generales dedicadas a la Segunda Guerra Mundial, al menos en Europa, acontecimiento éste sin el cual no se puede comprender muchos de los aspectos relacionados con la Solución Final y la Shoáh. Allí está disponible, como ejemplo de una obra general, la obra en dos tomos de Martin Gilbert, La Segunda Guerra Mundial (La esfera de los libros editores, 2005, Madrid), o también, como muestras de trabajos más detenidos e íntimamente vinculados con nuestro tema, la obra acerca de la batalla de Moscú de Rodric Braithwaite (Moscú 1941. Una ciudad y su pueblo en guerra, Editorial Crítica, 2006, Barcelona) o el trabajo sobre el sitio de Leningrado de Michael Jones (El sitio de Leningrado 1941-1944, Ed. Crítica, Barcelona, 2009).

En fin, se trata de un problema de difícil solución, pues pareciera que la disyuntiva estaría dada entre articular algunas de estas obras de modo de cubrir este déficit, o bien, considerar toda la cuestión histórica como un requisito previo al inicio del curso o seminario, que debe ser alcanzado por el alumno, graduado o no graduado, por su cuenta.

En la búsqueda de una solución intermedia entre ambos extremos de esta disyuntiva, quien escribe estas líneas ha publicado en estos días, por intermedio del sello local Siglo XXI Editores una obra que pretende dirigirse a ese público con el objetivo de contribuir a colmar ese espacio vacante antes referido.

En esta obra, que lleva el título Historia de la Solución Final (Una indagación de las etapas que llevaron al exterminio de los judíos europeos), la cuestión central –previo repaso de los antecedentes necesarios–, pasa por analizar en forma ágil y actualizada, siempre en términos históricos, las diferentes etapas por las cuales el régimen nacionalsocialista y sus aliados fueron atravesando las distintas etapas hasta llegar a lo que se conoció como “La Solución Final” de la cuestión judía en Europa.

Para ello, el trabajo gira en torno de tres ejes fundamentales:

La figura, el pensamiento y la acción del conductor de la dictadura nacionalsocialista, Adolf Hitler;

La estructura y el desenvolvimiento de la corporación burocrático-estatal que se encargó de buscar e implementar la solución de la cuestión judía, las SS de Heinrich Himmler y Reinhard Heydrich, y

Las alternativas, muchas veces inesperadas y dramáticas, que viviera Alemania en el marco de la Segunda Guerra Mundial en Europa, especialmente lo sucedido en el frente oriental a partir de finales de junio de 1941.

Factores influyentes

En la historiografía dedicada a la Shoáh, cabe señalar que si bien en la mayoría de los trabajos hay una justa consideración a las primeras dos premisas fundamentales recién señaladas, suele infravalorarse la influencia que tuvo en aquél el devenir de la contienda bélica, en especial, en el período que va del verano de 1941 hasta fines de 1942, en donde la guerra sin cuartel con la Unión Soviética impactó decisivamente en las últimas etapas de la Solución Final, y le dio a la Shoáh los contornos de modo, tiempo y lugar definitivos y trágicos que hoy conocemos.

El trabajo que ya está en todas las librerías del país, descansa entonces sobre estos tres ejes, que, se articulan con muchas otras cuestiones que de un modo u otro, en distintos momentos del proceso histórico referido, también han ejercido su influencia:

El antisemitismo tradicional que estaba latente en Alemania y en buena parte de la Europa luego conquistada por Hitler, con más el odio antijudío fomentado de un modo creciente por el régimen nazi a lo largo de su existencia;

La actitud del pueblo alemán y de los demás países anexados y aliados frente a la persecución de los judíos;

El aporte de otras agencias estatales y no estatales alemanas, en especial, el Ejército, pero también el partido, la administración y la industria;

El rol ejercido por otros altos dirigentes nazis, como Hermann Göring, segundo en la línea de poder del régimen; Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del régimen, o Hans Frank, responsable de la Gobernación General en la Polonia conquistada, entre otros;

Las necesidades económicas (especialmente de mano de obra) del Estado alemán, a partir del esfuerzo de guerra requerido por el desarrollo de la contienda;

El papel cumplido por las víctimas judías y sus representantes a lo largo de todas las etapas en estudio;

La actitud asumida frente a la cuestión judía por los restantes países de Occidente, antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

Un aporte necesario

Como vemos, para poder acceder a la comprensión de este fenómeno tan complejo como lo fue sin dudas la Shoáh, debe considerarse como un punto de partida absolutamente necesario el acercarse al conocimiento de estos antecedentes históricos, como para que luego, sobre esta plataforma, se generen las reflexiones posteriores, ya sea desde la psicología, el derecho o la sociología, por dar sólo algunos ejemplos.

Es en este punto en donde esta obra, pretende convertirse en un discreto aporte: para que sirva de puente entre las obras monumentales de historiadores –como Hilberg o Friedländer– y el lector de habla hispana que, sea del ámbito que fuere, se acerca, no sin perplejidad, no sin preocupación, muchas veces con prejuicios, a la siempre difícil cuestión del Holocausto, con la intención de encontrar respuestas frente al gran interrogante: ¿Cómo pudo haber sido posible?

De más está decir que la obra apunta también a un público más amplio que quiera acercarse a esta temática tan relevante no sólo desde la óptica de la modernidad (que nos envuelve a todos) sino también como hispanoamericanos, y especialmente, como argentinos, por razones que no vienen al caso desplegar aquí pero que asumo son por todos conocidas: diría que nos incumbe una obligación moral de conocer lo sucedido en el marco de la Shoáh y hacer lo posible por preservar la memoria de lo sucedido, de sus víctimas, de sus mártires y de sus justos.

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