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Cómo es el laboratorio nacional que busca materia oscura 2 km bajo tierra y saca fotos imposibles

El Laboratorio Argentino de Mediciones de Bajo Umbral de Detección y sus Aplicaciones avanza en investigaciones inéditas para el país que van desde sacar fotos en la más profunda oscuridad hasta buscar la materia oscura que existe en el universo y atraviesa el cuerpo humano
Milagros Alonso

El Laboratorio Argentino de Mediciones de Bajo Umbral de Detección y sus Aplicaciones (Lambda) avanza en investigaciones inéditas para el país que van desde sacar fotos en la más profunda oscuridad hasta buscar la materia oscura que existe en el universo y atraviesa el cuerpo humano, y a un año de inaugurarse realiza experimentos con datos tomados en una mina de Canadá a 2 mil metros bajo tierra, un lugar que permite escuchar «el murmullo» de esa materia misteriosa.

Se trata del primer laboratorio argentino dedicado completamente al uso de dispositivos Skipper-CCD, un sensor revolucionario que funciona a 130 grados bajo cero y puede contar de a uno los electrones que hay en cada píxel para registrar imágenes con muy alta precisión.

Ubicado en el Pabellón 1 de Ciudad Universitaria, el laboratorio depende del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y del Instituto de Física de Buenos Aires.

A su vez, tiene una colaboración estrecha con Fermilab, un reconocido laboratorio nacional de Estados Unidos que le otorgó a Lambda los sensores ultrasensibles que no se comercializan.

Los directores de Lambda, Darío Rodrigues y Javier Tiffenberg, repasaron a un año de su apertura las nuevas aplicaciones que desarrollan para los Skipper-CCD en astronomía y óptica cuántica.

«Con estos sensores podemos hacer fotos esencialmente imposibles con cualquier otra tecnología existente. Sería como sacar una foto en completa oscuridad, algo imposible de ver para el ojo humano o la mejor cámara de fotos, pero con el Skipper-CCD vemos la información que hay en esa oscuridad», explicó Rodrigues, doctor en física e investigador del Conicet.

Un sensor similar se ubica a 2 mil metros bajo tierra en una mina de Canadá, en la ciudad de Sudbury, donde está Snolab, el laboratorio más profundo del mundo que alberga experimentos para buscar materia oscura, entre los que está el proyecto Sensei, una colaboración internacional liderada por Fermilab con la participación de Lambda.

«Tenemos muchísima evidencia de que la materia oscura existe, pero al mismo tiempo no sabemos de qué está hecha», señaló Tiffenberg.

«Por más de 100 años acumulamos miles de observaciones de cómo se comporta el universo y las galaxias que no las podemos entender a menos que asumamos que existe esta cosa que llamamos materia oscura», continuó el físico argentino que desarrolló el primer prototipo del Skipper-CCD.

«De toda la materia que conforma el universo, el 16% es la materia ordinaria que conocemos, de la que estamos hechos nosotros, los planetas y las estrellas. El otro 84% debería ser materia oscura», detalló Rodrigues.

Un lugar muy silencioso donde se pueda escuchar el murmullo de la materia oscura

«Llevamos al sensor dos kilómetros bajo tierra para atenuar y blindar todas las radiaciones del ambiente, del espacio y del Sol que están todo el tiempo bombardeando la Tierra. Necesitamos ir muy profundo para encontrar un lugar lo suficientemente silencioso donde podamos escuchar lo que sería como el murmullo de la materia oscura», graficó.

«Esta búsqueda parece ser un fetiche de la ciencia por terminar de saber cómo funciona el mundo, pero es muy importante entender que, en nuestro caso particular, el desarrollo de sensores tan sensibles derivó en una cámara capaz de sacar fotos imposibles con la tecnología actual», dijo el físico.

«El Skipper-CCD nos permite mirar al cielo con una precisión que nunca habíamos tenido antes porque puede contar de a uno los fotones (partículas de luz) que nos llegan de las atmósferas de los exoplanetas», agregó Rodrigues y subrayó que, si bien aún no hay telescopios con esta tecnología, se va a «usar inexorablemente».

 

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