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¿Cómo es un día de Educación Sexual Integral en Rosario?

El Ciudadano participó de una jornada para chicas y chicos de segundo año de la escuela secundaria Bernardino Rivadavia mientras el Congreso Nacional busca modificar la ESI para que llegue a todas las provincias por igual

“Si te gustó, bancate el embarazo”. El profesor lee la frase que uno de los estudiantes pegó en un pizarrón. Las chicas y los chicos de segundo año de la escuela Bernardino Rivadavia están en el patio en una jornada de Educación Sexual Integral (ESI). La coordinan docentes, el centro de estudiantes y una referente del Ministerio de Educación de Santa Fe. La frase abre la puerta para hablar de métodos anticonceptivos. “Yo no lo hice todavía pero me contaron que es más lindo sin preservativo”, dice una de las chicas. El profesor pregunta si otros escucharon lo mismo y algunos responden que sí. Muchos guardan silencio y miran al compañero de al lado buscando respuestas sobre el mundo de las relaciones sexuales, aún desconocido para la mayoría. Una chica levanta la mano para decir que hay que cuidarse por las enfermedades. El profesor les explica que no hay ningún estudio científico que demuestre el preservativo dé menos placer.

La jornada de juegos y debates es una de las actividades basadas en la ley de ESI sancionada en 2006 por el Congreso Nacional. La norma fue pensada de manera integral, para que atraviese a todas las materias desde el jardín hasta los estudios terciarios. No se reduce a las clases de biología ni se trata sólo de que chicas y chicas sepan cómo prevenir un embarazo o cuidarse de las enfermedades de transmisión sexual. Busca pensar y construir vínculos libres de todo tipo de violencia a partir del respeto a la diversidad sexual y a las mujeres. También sirve para que puedan diferenciar el cariño del abuso sexual, que según un estudio de Unicef es detectado dentro del ámbito familiar en un 70 por ciento de los casos. La provincia de Santa Fe empezó a implementar la ESI desde 2008 a través de la capacitación de docentes. Hace cuatro años incluyó a integrantes de los centros de estudiantes, quienes fueron los principales demandantes de educación sexual en la escuela.

En la jornada de la Rivadavia, en Oroño al 1100, un grupo del centro de estudiantes da vueltas. Sacan fotos, graban videos, hacen entrevistas a los chicos y las suben a las redes sociales. La jornada es uno de los pedidos que hicieron al Ministerio de Educación. “Queremos que también sea una materia donde profundizar porque es muy importante para nosotros charlar sobre estas cosas”, dice el presidente.

La jornada es moderada por Macarena Carabajal, una santiagueña de 25 años que trabaja como referente territorial del Ministerio de Educación. Se está por recibir de médica y defiende la aplicación de la ESI como si hubiese redactado la ley que se sancionó cuando ella tenía 13 años. Su tarea en el Ministerio es coordinar actividades con los centros de estudiantes del distrito centro de Rosario en base a sus demandas. Las jornadas de ESI son las más pedidas. “Esta vez vine yo a coordinar pero la idea es que lo puedan hacer los centros de estudiantes que se capacitaron con el Ministerio. Para los chicos es más fácil hablar entre pares que con gente más grande”, cuenta.

El taller en la Rivadavia arranca a las 11 y dura dos horas. Las chicas y los chicos de segundo se dividen en dos grupos. Una parte se sienta en un sector del patio. La otra hace lo mismo a unos metros. Cada grupo tiene una mesita con tarjetas con distintas frases y fotos. Toman una y la pegan en los pizarrones debajo de la categoría que corresponden al lugar donde la escucharon o usaron: en la casa, en la escuela, en las redes sociales, en los medios de comunicación, en el boliche, en la calle, en el noviazgo, entre amigas y amigos. Cuando el pizarrón se llena se sientan en ronda. La coordinadora toma un papelito y quien lo pegó explica qué piensa al respecto. Al principio cuesta pero apenas un par se animan a hablar se arma el debate.

Las chicas eligen las frases que hacen referencia a las cosas que le dicen por la calle y a la ropa que se ponen todos los días. “Agustina, acá se viene a estudiar no a ser sexi”, cuenta una que le dijo un profesor. “A mi mamá no saben las cosas que le dicen los tipos por la calle”, dice otra a sus compañeros. “A mí un señor me mostró el pito en la calle”, responde otra. “Y a mí me tocaron en el colectivo”, agrega una compañera. La coordinadora interviene entre los relatos para preguntarles a los varones si les pasó y qué piensan. Los chicos responden y cuentan que les pesa cargar siempre con la responsabilidad de encarar. “A nosotros también nos da miedo el rechazo pero lo hacemos igual”, dice uno. Salen temas como el consumo de alcohol, cómo ayudan en las tareas de la casa, cómo construir noviazgos que no sean violentos, si los celos están bien o mal y qué pasa con el tiempo que pasan entre amigos y amigas.

Otro de los juegos consiste en dividir el patio en cuatro esquinas: siempre, nunca, a veces, casi siempre. La coordinadora hace preguntas y los estudiantes se mueven en el espacio de acuerdo a las respuestas. La confusión llega cuando dice: “¿Sus papás vienen a las reuniones de la escuela?”. Primero, el grupo se reparte entre “casi siempre” y “siempre”. Carabajal aclara que preguntaba por los papás, no por las mamás. Los chicos se ríen y empiezan a correr. Sólo cinco quedan en el lugar de “siempre”. “De tarea le tienen que decir a los papás que tienen que venir más a las reuniones”, les dice la coordinadora.

Guillermina, Abi, Candela y Milagros tienen 13 años y cuentan que el 2018 estuvo atravesado por muchos debates, sobre todo el de la legalización del aborto. “Hablamos en los cursos y hubo muchas peleas. Tenemos las rondas de convivencia pero no alcanza el tiempo y estas jornadas nos sirven para hablar de las cosas que nos pasan. Nos gustaría que sean más seguidas”, opina Abi. “Son cosas que necesitamos aprender y charlar porque es la sociedad en la que vivimos. Algunos chicos tienen pensamientos muy machistas. Les decís las cosas y no te escuchan o lo toman como una broma. Por eso está bueno tener un lugar para hablar y que cada uno dé su opinión”, dice Guillermina.

Cuando El Ciudadano les pregunta si escucharon sobre la campaña en contra de la ESI bajo la consigna “Con mis hijos no te metas”, las cuatro contestan que no están de acuerdo. La cruzada con los colores celeste y rosa surgió en Perú y llegó a la Argentina después del rechazo en el Senado de la ley de aborto legal para oponerse a la ESI con perspectiva de género y de diversidad sexual. “Yo hablé con mi mamá sobre la ESI y las dos pensamos que está bueno porque aprendemos. Les enseño a mis padres y a mis hermanos cosas que debatimos acá”, dice Candela. Milagros opina igual: “Mi mamá y mi papá no tuvieron la educación que nosotros recibimos y nos permite opinar de otra manera”. Abi agrega que ella se siente afortunada porque puede charlar con su mamá pero no todos los chicos tienen la misma posibilidad. “Por eso está bueno que estos debates pasen en la escuela”, agrega.

Por más ESI

En octubre de 2017 la escuela secundaria Bernardino Rivadavia fue la primera del país en tener baños mixtos. Se lo propuso un profesor a la directora como una forma de pensar la igualdad y los contenidos de la ley de Educación Sexual Integral (ESI). La noticia generó opiniones a favor y en contra. Hubo padres y madres que dijeron que los iban a usar para tener sexo y que el colegio promovía el libertinaje. En los estudiantes primero hubo duda y luego salieron a defender la idea. El colegio implementa la ley de ESI desde hace cinco años con capacitaciones a docentes y estudiantes. Como en otras escuelas, los contenidos de ESI llegan de manera trasversal a las clases y se organizan jornadas especiales, pero las autoridades perciben que los estudiantes quieren profundizar. Propusieron sumar una materia de dictado semanal para todos los cursos y esperan el okey del Gobierno de Santa Fe para comenzar a darla en 2019.

Para las docentes la educación sexual integral es acompañar a los estudiantes en sus decisiones. “Hay nuevas juventudes y nuevas sexualidades. Hay casos en los cuáles hay dudas con la identidad y muchas veces la casa no acompaña. La escuela tiene que estar con ellos porque somos la representación del Estado. El Estado tiene garantizar los derechos de los niños, niñas y adolescentes que están en las leyes de la Argentina. No damos nada que vaya contra el interés de los chicos”,  dice la directora Sandra Bembo.

Van por una materia obligatoria de Educación Sexual Integral

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