Por Candela Ramírez
Primero fue: ¿dónde están los detenidos desaparecidos? Era 1977. Esa pregunta trajo de la mano otra: ¿dónde están los bebés nacidos en cautiverio? Después vino la duda que sacudiría al mundo de la ciencia: ¿puede la sangre de una abuela servir para encontrar a su nieto apropiado? Y cuando los años se empezaron a acumular y cuando las décadas empezaron a cambiar y los nietos se encontraban tan, tan, de a poco, vino otra pregunta fundamental: ¿cuando las abuelas ya no estén, quién les va a contar a esos hombres y mujeres, cuya identidad fue robada, quiénes eran sus papás, quiénes eran sus mamás? De ahí nació el Archivo Biográfico Familiar.
La historia de Abuelas de Plaza de Mayo avanza a fuerza de preguntas. El Archivo es una herramienta clave de la institución. Cada vez que una persona (un nieto o nieta) restituye su identidad, recibe una caja con su historia familiar: entrevistas transcriptas y sus audios, fotos, recortes de revistas o diarios, libros, objetos.
Se cumplen 49 años del inicio del último golpe militar en Argentina: la dictadura que además de perseguir, secuestrar, torturar, matar y desaparecer a miles de personas, robó bebés y les cambió su identidad. Abuelas estimó que hubo más de 450 casos y resolvió, hasta ahora, 139.
En esta nota de El Ciudadano, la filial de Rosario de Abuelas de Plaza de Mayo compartió la historia de cómo se formó el archivo y qué estrategias de búsqueda son prioritarias hoy a casi 50 años del inicio del genocidio en el país.
Cómo surgió
El Archivo se creó en Buenos Aires en 1998. A Rosario llegaría recién después de 2009, cuando se empezó a federalizar el archivo. Surge de un convenio entre Abuelas, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y el instituto Gino Germani.
Para Pamela, trabajadora de Abuelas filial Rosario, hay que entender el contexto: en 1995 se había fundado HIJOS, de ese organismo se desprende una comisión de Hermanos por lo que las preguntas sobre esos nietos de alguna manera abrieron el horizonte de las abuelas.
“Esta nueva generación generó también nuevas preguntas en relación a la búsqueda, porque ellos y ellas también empiezan a preguntarse quiénes habían sido sus papás y sus mamás, desde otro lugar. A su vez, las abuelas empezaron a dimensionar que los nietos y nietas iban a tardar en aparecer, que ya se empezaban a hacer más grandes, ¿quién les iba a contar la historia cuando hubiera una restitución?”.
Así que por una cuestión etaria, se empezó por registrar las voces de las abuelas (y también de los abuelos).
El Archivo no busca sintetizar, elegir una versión o una verdad, a partir de los recuerdos de quienes conocieron a esa mamá o papá desaparecido se reconstruye su vida de forma coral: dónde militaban, quiénes eran sus amigos, si practicaban o no un deporte y dónde, qué hobbies tenían, cuáles eran sus intereses o sus miedos. Pamela sintetizó: “Es un archivo que no busca comprobar datos, a lo mejor puede haber datos contradictorios y están ahí”.
El Archivo tiene dos dimensiones: “El archivo físicamente es algo que conmueve mucho y se habla mucho de la cajita. El archivo es una caja físicamente, que recoge lo que uno podría decir de la historia de vida del papá y la mamá del nieto o la nieta. Desde una multiplicidad de voces, una multiplicidad de miradas, se hace un gran acervo sobre las entrevistas orales. Se entrevistan al núcleo familiar primero pero también la idea de reconstruir esas tramas, de vidas que fueron interrumpidas por el Terrorismo de Estado incluye a primos, amigos, amigas, compañeros, compañeras de la escuela, si iban a un club, sus compañeros de futbol o de un taller de música: todas aquellas personas que de algún modo conocieron en algún tramo de su vida al desaparecido o la desaparecida”.
Las entrevistas son abiertas, poco estructuradas y la idea es que los entrevistadores estén ahí como guías -sobre todo, para referencias temporales y temáticas-, el objetivo es que la palabra fluya pero intentan intervenir lo menos posible.
Pamela es una de las personas que hizo esta tarea en Rosario desde que el Archivo se federalizó y se empezó a construir en todas las filiales del país. Su trabajo empezó entre 2009 y 2010, fue convocada por Iván Fina que era el coordinador de Abuelas Rosario en ese momento.
Se armó un equipo que estaba constituido en su mayoría por estudiantes universitarias -casi todas, además, eran mujeres- de distintas disciplinas como Psicología, Comunicación Social, Fotografía y Bellas Artes. Hicieron una capacitación y, en contacto con la filial de Buenos Aires que ya tenía una década en esto, diagramaron y trazaron las líneas de trabajo para empezar.
La otra dimensión que señaló Pamela tiene que ver con “cómo se reconstruyó, cómo se arma el listado de personas que se entrevista, cómo se va construyendo esa gran base de datos de cada uno de los grupos familiares”: “Esto es un trabajo histórico en Abuelas y en los organismos de derechos humanos en general, el poder reconstruir otra vez, pieza por pieza por pieza, lo se puede saber de cada uno de estos grupos familiares”.
Se arma una especie de mapa alrededor de la vida de ese nieto o nieta que espera encontrarse. Y cada entrevista, además, tiene la potencia de poder abrir otro aspecto que no se había tenido en cuenta, o contactar a una persona que no se había contemplado para las entrevistas.
«Se empiezan a tejer todas esas redes que son propias de la vida, se va intentando llegar a distintos aspectos para que justamente haya una multiplicidad de voces, experiencias, miradas, anécdotas que tengan que ver con esas vidas que fueron interrumpidas tan abruptamente por el Terrorismo de Estado y para que ellos o ellas, cuando restituyan su identidad puedan también tener un acercamiento y saber que no es solo un estudio genético sino que sus papás y mamás eran personas con deseos. Muchas veces aparece la idea de cómo habían pensado a sus hijos, qué nombre les iban a poner, qué habían fantaseado, si llegaron a contarle a alguien», describió.
La potencia del Archivo
La herramienta se pensó específicamente para entregarle a cada nieta o nieto restituido su historia familiar. Sin embargo, a medida que pasó el tiempo, para quienes eran bebés o niños cuando sus padres fueron secuestrados también se volvió importante contar con una herramienta así. Se trata de aquellos que no fueron robados, pero que, al desaparecer sus padres, fueron separados de su núcleo familiar y quedaron al cuidado de algún tío, tía, abuela o abuelo. Saben de dónde vienen pero no llegaron a armarse de recuerdos. Para ellos también hay una caja con su historia familiar.
Por otro lado, cuando la restitución se da con más reticencia, “cuando cuesta la vinculación con la historia de su mamá y su papá, cuando cuesta conectar con la institución el archivo un poco viene a cumplir la función de tender un puente”.
“Es uno de los valores más importantes del Archivo Biográfico Familiar”, destacó Pamela.
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Cómo trabajan los casos
Abuelas trabaja con varias instituciones: el Banco Nacional de Datos Genéticos, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) y la Unidad Especializada para causas de apropiación de niños durante el terrorismo de Estado. También trabaja con Cancillería porque puede haber personas apropiadas que viven en otras partes del mundo.
A través de los juicios que se hicieron, en 1985 y luego desde la reapertura de causas en 2006, se probó que entre 1976 y 1983 en Argentina el robo de bebés fue una práctica sistemática llevada adelante por los militares. Se trata de personas que fueron secuestradas junto a sus padres y madres durante su niñez o que nacieron durante el cautiverio de sus madres embarazadas.
Las búsquedas de esas personas están llenas de dificultades: no siempre se sabe dónde fue el lugar donde dieron a luz a esos bebés o, inclusive, si llegaron a hacerlo; no todos saben si sus familiares desaparecidos estaban esperando un bebé al momento del secuestro por lo que quizás nunca se acercaron a Abuelas ni dieron su muestra al Banco Nacional de Datos Genéticos.
Pamela planteó que “ese paso del tiempo es el paso de también de un tiempo vital, las Abuelas buscan personas que fueron desaparecidas durante la dictadura pero que siguieron con vida y que crecen, por eso empezaron buscando bebés y la primera pregunta fue cómo los iban a reconocer”.
¿Papá o mamá serán hijos de desaparecidos? La ciencia ya sabe cómo redoblar búsqueda
Ahí vino el rol de la ciencia: esa investigación no existía, pero las abuelas se preguntaron si su sangre serviría como prueba para establecer el lazo familiar y la ciencia tomó la posta y respondió que sí. Nació el índice de abuelidad. Hoy el Banco también cuenta con el índice de bisnietidad porque saben que muchas veces los que se hacen la pregunta sobre su identidad son los hijos de los nietos apropiados.
Abuelas intenta desde hace casi 50 años cubrir todos los aspectos posibles de esta trama tan difícil que tiene como centro provocar en otros la pregunta por la identidad: quién soy, de dónde vengo.
La información es secreta
El archivo es privado, cada cajita tiene como destinatario al nieto o nieta que le corresponda. Cada vez que se hace una entrega, Abuelas realiza una ceremonia íntima.
Para Abuelas de Plaza de Mayo es importante resaltar esta información: cada persona que empieza una búsqueda cuenta con la confidencialidad del caso y si se confirmara una restitución aquellos nietos o nietas no tienen por qué presentarse públicamente si no lo desean.
Abuelas respeta la definición de cada uno y cuando emite comunicados de prensa sobre estas noticias únicamente difunde la familia de origen y los detalles del caso. No publica el nombre que llevó hasta ese momento la persona, es decir con el que sería reconocido por sus allegados.
Cómo contactarse con Abuelas
El mensaje más importante del organismo sigue siendo: “Si naciste entre 1975 y 1983 y dudás de tu identidad o conocés a alguien que duda, comunicate con Abuelas. Las entrevistas son confidenciales y pueden venir acompañados por un ser querido o alguien de confianza”.
Whatsapp: 3417462053 | 3417478163