Cuando tenemos un dolor que permanece en estado latente (dormido) en la profundidad de nuestro subconsciente, la vida nos pondrá delante una situación o una persona con la finalidad de que el dolor aflore a la superficie.
Mientras el dolor está en el subconsciente, dormido, no sentimos dolor, y por tanto, no sabemos que está ahí.
Cuando aflora a la superficie, entonces es cuando sentimos dolor y sufrimiento. El dolor se ha “despertado” y nos avisa de que está en nuestro interior. Esto es una oportunidad para nosotros, para saber que estaba ahí y así poder sanarlo.
Las personas solemos culpar a los demás o a las situaciones cuando éstas nos hacen sentir incómodos, molestos, enojados, irritables, y sobretodo cuando sentimos dolor y sufrimiento.
La verdad es que ninguna persona nos causa dicho dolor, ni tampoco puede la situación en sí… Somos nosotros mismos que tenemos ese dolor en nuestro interior. Y la otra persona es quien nos lo está reflejando. Es decir, esa persona está ahí como espejo nuestro; y al sentirnos mal, sufrimos… pensamos que es la persona quien nos ha causado ese sufrimiento, cuando en realidad la persona tan sólo nos ha ayudado a que el dolor se despierte, salga a la superficie y de esta manera podamos tomar consciencia de él y sanarlo.
¿Cómo sanar un dolor que ha despertado de nuestro interior?
Para sanar, hemos de aceptar ese dolor.
Ahora sabemos que está en nosotros y es nuestra oportunidad para iluminarlo.
Hemos de observarlo, iluminarlo con la luz de la plena consciencia; siendo testigos.
Observarlo significa poner atención en el dolor, sin juicios ni pensamientos, simplemente observarlo y abrazarlo con amor y consciencia.
Podemos decir en nuestro interior: “Dolor, ahora sé que estás ahí, te abrazo con todo mi amor y mi plena consciencia”.
También podemos escribir en un papel todo lo que sentimos (dolor, negatividad, ira, tristeza, enojo, odio, etc…) y a continuación escribir: “Yo Soy fuente de luz y de amor. Yo soy fuente de aceptación y de consciencia. Abrazo mi dolor y lo transformo en luz. Gracias, gracias, gracias”.
Debes recordar que absolutamente todo lo que te hace sentir una persona, en forma de sufrimiento, no te lo hace sentir esa persona, sino que ese sufrimiento está ya en ti y ha despertado; ha pasado del subconsciente al consciente.
Nunca culpes a nadie, al contrario, agradéceles que estén ahí para que te hayan ayudado a reflejar tu dolor y así darte cuenta.