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Cómo se implementó y qué lugar ocupa

Un grupo de profesionales investigó cómo se implementó y qué lugar ocupa hoy la ley Nº 26.150, conocida como ESI en las escuelas de la ciudad. Los estudiantes tienen un rol activo que les permite enriquecer el trabajo docente.

Por Eric Monetti / UNR.EDU.AR

Un grupo de investigadoras de la Universidad Nacional de Rosario provenientes de distintas disciplinas pero aunadas en el objetivo de estudiar los derechos y las luchas de las mujeres realizó una investigación para dar cuenta de cómo se implementó y qué lugar ocupa hoy la ley Nº 26150 de Educación Sexual Integral en las escuelas de la ciudad.

El objetivo principal de esta ley es que los establecimientos educativos del país (públicos y privados) garanticen el derecho del estudiantado a recibir una educación sexual integral, englobando aspectos como el cuidado de su propio cuerpo, el acceso permanente a la información y al conocimiento de sus derechos y el desarrollo de actitudes responsables en sus relaciones interpersonales. No se trata de un espacio curricular en sí mismo, sino de un proceso transversal que atraviesa la currícula de todas las materias.

A pesar de haber sido promulgada en 2006, la Ley de Educación Sexual Integra, recién en 2014  aparecieron  las primeras capacitaciones para que los docentes puedan trabajar los contenidos.

La investigación

El estudio, denominado “El género en las políticas públicas: proceso sociopolítico de participación y construcción de ciudadanía en los campos de la salud y la educación en la ciudad de Rosario” fue realizado por un grupo de antropólogas, politólogas y psicólogas entre las que se encuentran Elena Barbieri, Pilar Rosa de Castro, Valeria Venticinque, Verónica López  Tessore, Marina Regules, Ludmila Rizzo, Julieta  Man, Itatí  Arce, Malena Oneglia y María Flor Abella. Todas ellas pertenecen al Centro de Estudios Interdisciplinarios sobre las Mujeres, un espacio que depende de la Facultad de Humanidades y Artes y que trabaja realizando investigaciones, proyectos de extensión y capacitaciones, con la particularidad de que las investigadoras que lo integran tienen en común formar parte activa de la lucha por los derechos y el empoderamiento de las mujeres.

Políticas públicas

“Elegimos las políticas públicas porque las entendemos como la construcción y el resultado de distintas fuerzas históricamente variables y donde hay representaciones y significaciones de actores y actrices disímiles. A partir de los diversos aportes de la teoría feminista, se construye categoría de género y se ponen en tela de juicio los roles que ocupan los distintos actores en la sociedad; siendo estos roles los que luego aparecen en el diseño de las políticas públicas”, explicó Barbieri, antropóloga y directora del proyecto. Para delimitar el trabajo, las investigadoras eligieron realizar una serie de entrevistas a docentes del nivel medio en una escuela ubicada en la zona sur. Allí, se les pidió que dieran cuenta de las estrategias que habían utilizado para implementar la Educación Sexual Integral con sus alumnos y qué obstáculos les había tocado atravesar. Con respecto a la metodología utilizada, la licenciada Castro explicó: “Hicimos entrevistas pensadas con aquellas docentes que asistieron a las capacitaciones que se dieron en la provincia y en las que se entregaron materiales para trabajar con los niños, niñas y adolescentes sobre este tema que incorpora todo aquello que tiene que ver con el cuidado del cuerpo, relaciones, afectos, interacciones y sentimientos y que les lleva a entender la sexualidad como algo que va mucho más allá de lo meramente genital”.

Una ley en movimiento

La formación docente juega un papel clave en la implementación de esta política educativa en las aulas. Si bien es importante destacar la aparición en 2009 de la materia Educación Sexual Integral en los institutos de formación docente, también es fundamental tener en cuenta que es una ley en constante revisión y que exige del docente un proceso de transformación y deconstrucción que no puede estar limitado a lo estrictamente académico. Al ser consultada por esta cuestión, Rizzo, licenciada en Antropología, opinó: “Pensar en la formación de docentes sensibilizados en ESI implica desmontar todo un aparato ideológico, normativo y de sociabilidades que nos interpelan desde que nacemos. Este desafío no es solamente académico, sino que debe ser desde la miltancia y desde el cuerpo”. En la misma línea, la también antropóloga López Tessore explicó: “El objetivo es correr el eje de la sexualidad entendida como genitalidad desde una perspectiva biologicista a pensar la sexualidad entendida como algo más integral en donde el contexto histórico y social debe ser incorporado para entender las identidades de los distintos sujetos.

Una de las conclusiones más interesantes del proyecto tiene que ver con el rol activo que juegan los estudiantes en la implementación de la ESI. Según pudieron notar las investigadoras en los discursos de algunas docentes, muchas veces son los propios estudiantes quienes rompen el tabú y le piden al docente tocar determinados temas relacionados con la sexualidad. Para las investigadoras, en este proceso juega un importante papel el auge del movimiento feminista, que en los últimos años logró “develar aquello que la cultura patriarcal silenció, que eran las voces de la mujeres”.

Obstáculos

El espacio de la Educación Sexual Integral permite construir nuevas formas de ciudadanía, de entender la realidad y de interpelarla. Es un espacio esencialmente político y, por lo tanto, de una lucha constante por imponer determinadas visiones, concepciones y representaciones. Ante esta situación, es normal que aparezcan obstáculos o dificultades, muchos de los cuales pudieron ser detectados en las entrevistas realizadas durante la investigación. Una de las primeras dificultades que salió a la luz fueron las diferentes representaciones puestas en juego por los docentes, muchas de ellas notoriamente atravesadas por discursos hegemónicos correspondientes a actores sociales muy fuertes tales como la Iglesia, los medios masivos de comunicación o el propio aparato pedagógico.

“Diferentes docentes reaccionan de manera distinta a, por ejemplo, relaciones entre parejas del mismo sexo en el ámbito escolar. Algunos de ellos, inclusive llegan a incomodarse y esto es porque todavía hay algo en juego que tiene que ver con lo heteronormativo como patrón. Hoy son los alumnos los que están más relajados en relación con estas cuestiones, pero a muchos docentes aún les cuesta poder habilitar estas situaciones y no saben bien qué hacer, les incomoda la aparición cada vez más frecuente de diversidad sexual en las aulas”, explicó López Tessore. En el mismo sentido, las docentes entrevistadas también pudieron dar cuenta de lo dificultoso de trabajar con determinados directivos de los establecimientos educativos. “Es un camino de negociación permanente entre docentes, directores o directoras para poder dar estos contenidos dentro de su materia”, explicó De Castro. También hubo una fuerte presencia de la situación de desfinanciamiento que sufre el sistema educativo y de la que también se hizo eco el programa de la ESI, en donde muchos de los profesionales que encaraban las capacitaciones fueron despedidos y la impresión del material necesario apenas llegaba a cubrir la cantidad mínima demandada por los docentes.

El desafío

Todavía le queda mucho camino por recorrer a la Educación Sexual Integral. Las propias investigadoras lo saben y pudieron detectarlo en los discursos de las docentes. “Tenemos en claro que la ESI constituyó un amplio abanico de posibilidades, pero hoy es más que necesario revisarla ante el surgimiento de nuevas cuestiones y actores que en ese momento no eran contempladas”, opinó Barbieri.

Hoy se hace fundamental entender a la Educación Sexual Integral como un derecho pero también como una responsabilidad.

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