Si miramos la vida a través del sistema de pensamiento del ego será natural sentir temor. Es necesario un trabajo interno cotidiano para invertir el modo de pensar. Pasar del pensamiento de la víctima al pensamiento del hombre feliz. O de sentir miedo a sentir amor. Las enseñanzas más antiguas del mundo hacen hincapié en la inversión del pensamiento como objetivo prioritario de vida, algo que algunos pocos en la antigüedad, como Buda, Jesús, Haridas y otros en anonimato lograron. Ellos experimentaron paz profunda y amor que fluía de sus corazones porque no creían en la maldad del mundo. Tal como buenos jardineros, ellos arrancaban las malezas de los pensamientos errados y regaban sus mentes con las cristalinas aguas del perdón y la devoción.
Como humanidad estamos en una época de maduración espiritual, perdonando nuestro pasado. El despertar de la conciencia se experimenta de manera masiva y el sistema completo de pensamiento basado en el miedo está tornándose hacia el amor. Pasaremos del pensamiento en tiempo pasado a la presencia; de la vibración del temor, al amor; de sentirnos víctimas, a ser felices y fraternales; del pensamiento compulsivo, a la paz interior. Señalemos algunos hábitos inconscientes: proteges tus miedos con buenas razones. Ves problemas porque niegas el miedo que los proyecta. A veces tienes miedo de tener problemas, pero es precisamente el miedo lo que hay que solucionar o liberar primero, no el problema. Es un hábito del ego temer. Tomamos tan natural decir “tengo miedo de”, y luego… tan variadas cosas; por lo tanto, observa al miedo en ti, libérate de él antes que nada, y olvida por un instante todo lo demás. Lo que sea que digas, luego de esa expresión, es simplemente la justificación para que el miedo permanezca en tu mente. La causa del miedo no está afuera. No puedes decir: me da miedo la obscuridad, me da miedo que digan tal cosa, me da miedo que piensen que… tengo miedo de que pase esto. El miedo emerge de tu mente, viene de un recuerdo que está en el pasado y lo vinculas al presente. La causa de lo que ves es interna y nunca revelada a la consciencia. En la bellísima obra Un Curso de Milagros encontramos un principio fundamental: nunca estás enojado (o temeroso) por la razón que crees.
Puedes darte cuenta de que, inconscientemente, protegías tus miedos al creer que las causas estaban afuera. Utilizaste al mundo como una excusa para atacar, lo cual es la forma camuflada del temor. Puedes seguir pensando que es necesario solucionar problemas de subsistencia, pero igual o más importante aún es que te detengas, observes como piensas y sientes, y cambies tus percepciones de limitación, aceptándolas, llevando tu luz a aquello que por vergüenza ocultabas. De otra manera, donde quiera que vayas, lo no reconocido en ti, cual fantasma, irá contigo. No es necesario cambiar lo que ves, sino más bien liberar el temor de tu mirada.
Cuando temes no estás frente a la realidad. O, en otras palabras, no podrías tener miedo de la verdad porque ésta no es temible. Alguien liberado dijo: “La verdad te hará libre”, porque la verdad es amor. Pero si te duermes a esa verdad/amor vives una ilusión. Y si únicamente puedes temer de aquello que es una apariencia, una ilusión, podemos decir que el temor es, en todos los casos, infundado, o que existe únicamente en los sueños: cuando te duermes a la realidad. Esto no significa que no debas involucrarte en causas nobles del mundo, sino que liberes en tu mente el pesar que te moviliza a reaccionar. Que liberes toda creencia de dolor y busques la paz dentro de ti.
Sólo puedes sufrir dentro de un sueño. Jamás sufres por algo que es verdadero. El mundo es un escenario donde podemos ser responsables de todo lo que vemos, ya que entre el mundo y tú, está tu mirada, y ésta sí puede cambiar. El entrevero kármico no es obra divina sino proyección de la mente humana. Esta es la comprensión que te hace libre. Aunque parezca extraño al ego, este mundo dual, tal como lo vemos, no es obra divina directa, es una proyección de lo deseado y de lo temido en nuestras mentes, dentro de un marco o dimensión trascendente o espiritual. La felicidad aparece cuando soltamos creencias corporales de injusticias, dolor y muerte. Cuando sientes temor ya no estás presente, te has dormido al amor, y sueñas, el dolor es la prueba. Porque tu presencia es siempre paz perfecta. Si lo chequeas bien, verás que en todos los casos sufres por algo corporal o algo que está en tu mente como recuerdo. En la presencia no hay sufrimiento, así que, nunca sufres por algo que es real.
Los tipos de problemas expresados por una persona ponen de manifiesto el nivel de conciencia en que está situado: temor o amor. Tus problemas señalan los lugares donde tienes que aprender a ver de otra manera, donde tienes que ponerte fuerte, o donde tienes que liberar pensamientos de escasez, en cuanto al amor, al dinero o a la salud. Los juicios en verdad describen la falta de fuerza del que juzga y nunca son una observación genuina. ¿El perro es grande, o el niño lo ve de tal modo porque es pequeño? ¿Tal persona es intolerable o yo no me dispongo a ver lo mismo en mí? ¿Esto está realmente mal, o yo no quiero mirarlo de otra manera? Podemos notar que los juicios del ego son siempre una justificación y una descripción, no sólo parcial, sino errónea de los hechos. Los problemas no son una sustancia real o absoluta, son relativos a, y describen indirectamente la posición de quien los señala. Son manifestados en el mundo de una persona que cree en ellos. Describen únicamente el nivel de conciencia o pensamiento del que habla.
Cuando tenemos algo que ya no sirve, como madera vieja o leña, lo que hacemos es usarla de combustible para producir luz y calor.
Asimismo, la sustancia que nos acostumbramos a rechazar (miedos y problemas), son la madera vieja para producir luz de conciencia que acelera el despertar. Para muchos, decir “tengo miedo”, es el primer paso hacia el amor. La ciencia de la meditación consiste en sentarse y sentir por un tiempo determinado, toda la sustancia virtual acumulada, y sin juzgar, únicamente observar, respirar y aceptar. Esta actitud es el propio fuego que se enciende en el altar interior, la alquimia humana que transforma el miedo en amor. Si eres una persona que crees tener grandes problemas, o que has sufrido mucho en la vida, ahora sabes que has llegado hasta aquí con una gran ofrenda para tu fuego, nada más.
Lo encenderás y con tu nueva actitud sentirás que tu Vida es sólo perfección.