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Cómo trabajar sobre la millonésima parte de un milímetro, todo un arte

El científico rosarino Marcelo Stachiotti es investigador en nanotecnología, especialidad que manipula átomos y moléculas.

La ciencia es algo que todavía no ha ganado el lugar de la conversación cotidiana, pese a que ella y sus derivados están presentes en el vivir cotidiano. La ciencia nace con el paso de la oralidad a la escritura, junto con el surgimiento de la filosofía con sus primeras preguntas sobre el hombre; las que hacen surgir el sentido de individuo y el concepto de libertad. Libertad política, filosófica; libertad que es expresa en el arte. Son tiempos en que la palabra adquiere permanencia, al poderse estampar por escrito aquello que circulaba de boca en boca. No casualmente éstas son creaciones que ganan terreno en espacios en donde comienza a diluirse el poder de los monarcas de origen divino, dando lugar al nuevo invento del hombre: la democracia.

El acuerdo y la resolución de los conflictos por la racionalidad del diálogo serán la fórmula de la convivencia. Claro que habrá retrocesos aunque la historia lo muestra: esas ideas quedarán y se transformarán en banderas de lucha en el camino de la humanidad hacia su propio desarrollo.

Tal vez por todo esto, Marcelino Cereijido, científico argentino, en su libro La Ciencia como Calamidad, lucha por erradicar el analfabetismo científico y sostiene que “no se puede ser científico antes que ciudadano”. También afirma que la humanidad es, ahora, ciencia dependiente; ya que, a su criterio, ciencia y tecnología “ya no se necesitan cultivar por mero amor al conocimiento, sino como las únicas herramientas con que podemos contar para mantenernos vivos”.

Parece oportuno, entonces, dedicar un espacio a tratar de entender la pequeñez de las cosas. Tan pequeñas que probablemente no alcance la imaginación humana para poder representarlas. El nanómetro, una unidad de medida, entre otras, representa la millónesima parte de milímetro.

—¿Qué es eso que es tan pequeño que llaman nano?

—Nano es un prefijo griego, indica una medida. Nano hace referencia de 10 a la -9 potencia = 0,000 000 001. La nanotecnología es un campo de la ciencia aplicada a la manipulación de elementos y materiales de dimensiones a escalas pequeñas; es decir, a nanoescala, lo cual permite trabajar y manipular los átomos y sus diferentes estructuras moleculares”.

Marcelo Stachiotti ejemplifica: “Si lo ponemos en correlato con átomos, equivaldría a diez átomos de hidrógeno”, señala quien se doctoró en Rosario y trabajó en el Royal Institute en Londres con Richard Catlow, en modelización de materiales.

Es todo un desafío para la imaginación, visualizar y entender cómo se puede trabajar con escalas tan pequeñas. “Tenemos posibilidades de desarrollar sistemas pequeños, materiales con dimensiones muy chicas y estudiar las propiedades de esos materiales”, explica con meridiana claridad y sencillez Stachiotti; y aclara: “En nuestro laboratorio hay investigadores que hacen sistemas nanoscópicos de plata y tratan de utilizarlos por su acción bactericida. Este es un ejemplo de sistemas que podemos crear, hacer con tamaños muy pequeños”.

La nanotecnología permite acceder y usar, en nuestra cotidianidad, elementos que serían imposibles de usar de otro modo. Implantes para diagnósticos y terapéuticos, cámaras en los endoscopios, implantes cocleares para la sordera, memorias para teléfonos…

“Nosotros en nuestra área”, aclara el científico, “lo que hacemos es emplearlos en memorias compactas y pequeñas para que podamos tener mayor memoria en pequeñas dimensiones, en chips por ejemplo. En la medicina, hay un área de verdadera revolución, nanosistemas que transportan medicamentos para determinadas curas o equipos para acceder a zonas remotas y poder intervenir o diagnosticar”.

Los materiales con los que se enfrentan los físicos especializados en nanotecnología deben tener características especiales. “Para entenderlo de una manera simple” explica Stachiotti, “podemos decir que un ferroeléctrico es algo parecido a un imán, que en lugar de generar campos magnéticos genera campos eléctricos. Son materiales de aplicación cotidiana. Elementos que contienen material piezoeléctrico que cuando lo apretamos larga una chispa, como el chispero de una estufa. Se da una transferencia de energía mecánica a energía eléctrica. Es una característica propia del material”.

La curiosa rigurosidad del investigador hace que se aferre al camino iniciado y la persistencia en el trabajo y la constancia en el estudio hacen que se vayan abriendo nuevas bifurcaciones: “Estudiando sus propiedades tratamos de desarrollar nuevos materiales con el fin de encontrar alguna propiedad particular” afirma el investigador para ejemplificar: “El caso de chisperos y transductores electromecánicos se ha transformado en algo muy demandado y cuenta con un mercado muy amplio a nivel mundial. Sin embargo las cerámicas que se utilizan en la actualidad contienen una alta cantidad de plomo, que como sabemos genera graves problemas ambientales. Nosotros en respuesta a este interrogante estamos trabajando en una línea de búsqueda de materiales piezoeléctricos alternativos que cumplan las mismas funciones que los actuales pero utilizando materiales no contaminantes”.

Junto con Marcelo Sepliansky publicaron un trabajo, en una revista internacional, Physical Review Letters, el que fue muy bien recibido dado su originalidad: “Se trata de un trabajo novedoso teniendo en cuenta dos puntos que destacamos: trabajamos con materiales ferroeléctricos con los que se suponía que existía un límite para disminuir y hacer más pequeño el material, límite de bajo del cual dejaban de comportarse como ferroeléctricos. Eso era lo que se creía. Lo que nosotros mostramos es que ese límite no existe. Podemos disminuir el tamaño del material ferroeléctrico, llevarlo a niveles nanométricos y que sigan conservando la propiedad que los identifica como tales. El otro punto que pudimos valorar con el trabajo es que, además de demostrar que podemos hacerlo más pequeño y que el material siga siendo ferroeléctrico, el mecanismo microscópico por el cual se torna ferroeléctrico es algo novedoso”.

—¿Es de imaginar que los laboratorios donde ustedes realizan estos experimentos cuentan con instrumentos altamente sofisticados?

—Tenemos, por un lado, el laboratorio experimental, donde hacemos estos materiales de medidas nanoscópicas; por otro lado, disponemos de un departamento de estudios teóricos equipado con un cluster de computadoras muy potentes de altísima velocidad y lo usamos para hacer simulaciones computacionales de muy alta performance.

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