En respuesta a la información publicada en el diario El Cronista el 16 de enero pasado sobre los dichos del sector petrolero acerca de los biocombustibles, y en virtud de la “gravísima situación que atraviesan las productoras de biocombustibles”, desde la Liga Bioenergética emitieron un comunicado mediante el cual consideraron realizar aclaraciones con respecto del tema:
“La industria de los biocombustibles NO está SUBSIDIADA, al contrario de otras industrias que necesitan que les garanticen mejores precios que los fijados internacionalmente para hacer inversiones en Argentina”.
“La industria de los biocombustibles evito importaciones por más de 27.000 millones de dólares en el periodo 2010 – 2019”
“Desde hace más de 10 años, los Biocombustibles constituyen (y así debe continuar) una Política de Estado Nacional y Federal, que tiene, como principal objetivo contribuir a: sostenibilidad ambiental. La utilización de biocombustibles genera un ahorro (en comparación con los combustibles fósiles) superior al 75% en la emisión de gases de efecto invernadero y mejora la calidad del aire que se respira en las ciudades. A partir de la sanción de las Leyes 27.270 y 27.520 Argentina se ha comprometido en cumplir metas, las cuales no será posible de alcanzar sin el aporte de los biocombustibles.
En el caso de las naftas, y dada la calidad del petróleo que se procesa en nuestro país, el bioetanol permite a este combustible alcanzar el nivel de octanaje que las normas de calidad exigen, al precio más conveniente y cumpliendo las normas vigentes en materia ambiental y de salud pública, ya que, de lo contrario, se debería seguir usando MTBE (aditivo que se está prohibiendo en los principales mercados del mundo por ser cancerígeno y afectar las napas de agua, entre otros problemas). Lo mismo pasa con el material particulado emitido por la quema de derivados del petróleo, que muchos países están paulatinamente prohibiendo”.
El comunicado también expresa:
“La industria de los biocombustibles en nuestro país tiene 10 años de estar en funcionamiento, a través de 54 plantas situadas en 10 provincias (Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa, San Luis, Santiago del Estero, Córdoba, Tucumán, Jujuy y Salta), y constituye un claro ejemplo de desarrollo de economías regionales e industrialización de la producción primaria en origen; generando más de 60.000 fuentes de trabajo, directas e indirectas, que van más allá de la producción del biocombustible, dando origen y/o potenciando el desarrollo de otras industrias (productores cañeros, complejo aceitero y pequeñas aceiteras a prensa, empresas de transportes, industria metal-mecánica, y el desarrollo de nuevas aplicaciones tecnológicas al servicio del sector, etc.).
En el caso del bioetanol y el biodiesel pyme, el 100% de su capacidad de producción se destina al mercado interno”.
Sobre la Industrialización de la producción primaria en origen dijeron:
“Los biocombustibles constituyen el último eslabón en la cadena de agregado de valor de la soja, maíz y azúcar. Proponer volver al sistema de exportación primaria del poroto de soja o grano de maíz, además de ser anacrónico, constituye desconocer (o no querer reconocer) la importancia del agregado de valor en origen, ya que nuestro país posee el complejo agro exportador más grande y eficiente del mundo debemos aprovecharlo con un desarrollo industrial que aumente los empleos calificados y las inversiones”.
En cuanto a la sustitución de importaciones desde la Liga se expresaron:
“En el caso del gasoil, nuestro país importa más del 30% del combustible que se consume. Entre el 2010 y 2019, se importaron 36.5 millones de metros cúbicos de gas oil (3 veces más que la capacidad de producción local de un año). Estas importaciones generaron salidas de divisas por más de 23.360 millones de dólares. Durante el mismo periodo, se utilizaron 10.8 millones de metros cúbicos de biodiesel para el mercado interno, que, a precio de gasoil, significaron un ahorro de divisas por sustitución de importaciones por más de 6.900 millones de dólares.
La capacidad instalada de biodiesel en nuestro país es superior a 4.5 millones de toneladas anuales, y más del 50% se encuentra hoy ociosa.
Similar situación se dio con las naftas durante el mismo periodo, ya que la utilización de bioetanol evitó importaciones por un valor superior a los 3.900 millones de dólares”.
Diversificación de la matriz energética
“No se pretende ‘reemplazar’ al gasoil o las naftas, sino ‘complementar’ la matriz energética, mediante el aporte de un combustible de origen vegetal, renovable, menos contaminante y de producción nacional.
Resumiendo, la producción y utilización de las bioenergías constituyen las bases de un país sostenible, contribuyendo al desarrollo de economías regionales, agregando valor en origen, permitiendo el autoabastecimiento en materia energética y preservando el medio ambiente”, concluye el comunicado.