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Con ausencias y glamour, comenzó la Berlinale

Al lado de Isabella Rossellini, presidenta del jurado, hubo una silla vacía, la del cineasta iraní Jafar Panahi, condenado a seis años de prisión en su país.

Antes de que anoche los hermanos Coen inaugurasen oficialmente con su western Temple de acero la edición número 61 de la Berlinale, el festival considerado más político entre los grandes certámenes europeos presentó a su jurado oficial con toda una declaración de intenciones.

Al lado de la presidenta, la cineasta italiana Isabella Rossellini, había una silla vacía: la del realizador iraní Jafar Panahi.

El autor de Offside, que consiguió el Oso de Oro en la Berlinale de 2006, fue condenado a seis años de prisión poco después de que el certamen lo invitara a formar parte del jurado, según informó DPA.

Para Rossellini, la presencia de Panahi será enorme, “incluso aunque no esté aquí”.

“El hecho de que la Berlinale haya llamado a Panahi es un símbolo en defensa de la libertad de expresión”, dijo la protagonista de Terciopelo azul, el magnífico film de David Lynch.

Considerado uno de los cineastas más influyentes de la “nueva ola iraní”, Panahi realiza un cine crítico y comprometido con la situación social de su país, prestando especial atención a los problemas de género.

Así, en la que quizá sea su película más conocida, El círculo, mostró las vejaciones a las que son sometidas sus compatriotas y su falta de libertad en la República Islámica.

El año pasado, la Berlinale ya había invitado a Panahi para participar en unas jornadas sobre presente y futuro del cine en Irán, pero las autoridades persas no le permitieron viajar a Alemania.

En marzo fue detenido y unos meses después, en mayo, el jurado del festival de Cannes también dejó vacía la silla que debía haber ocupado el cineasta.

Y aunque la ausencia del realizador iraní fue la gran protagonista, el magnetismo de Rossellini acaparó todos los flashes.

Hija de la actriz sueca Ingrid Bergman y el director italiano Roberto Rossellini, Isabella debutó en la gran pantalla al lado de su madre con un pequeño papel en A Matter of Time (1976). Una década después, Terciopelo azul, de David Lynch, marcó un giro en su carrera y la convirtió en un ícono cinematográfico.

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