A principios de año Lorraine Castro empezó los trámites para cambiar de identidad en el documento. En el papeleo la ayudaron integrantes de una organización LGTB de Río de Janeiro y le avisaron que para diciembre estaría todo listo para que firmara en el registro civil. En octubre viajó a Rosario para dar inicio al proyecto Ruta Trans, una aplicación de celular que servirá para consultar los lugares seguros y peligrosos para las personas del colectivo LGTBI de Latinoamérica. Tendrá información desde cuáles hospitales no las discriminan, los programas de ayuda social, hasta las zonas donde pueden ser víctimas de violencia. Rosario fue elegida como la primera ciudad para empezar el relevamiento.
La distancia
Cuando Castro llegó a Rosario decidió no regresar a su país. Seguirá el trámite de identidad a la distancia porque no quiere volver después del triunfo presidencial de Jair Bolsonaro. Para ella, su tierra pasó a ser uno de los puntos más inseguros en el mapa del continente. Según el relevamiento de la ONG Grupo Gay de Bahía, Brasil tiene la tasa más alta de crímenes contra la comunidad LGTBI del mundo con 445 muertes en 2017. La mitad de los asesinatos fueron personas trans. “Bolsonaro es fascista y machista. La violencia que vivimos será peor para nosotras”, opinó Castro en diálogo con El Ciudadano.
A ella lo que más le gusta de Rosario es el río Paraná porque el nombre es familiar y nace en Brasil. Apenas llegó a la ciudad estuvo hospedada a metros del río. Recuerda que estaba agobiada por las noticias que le llegaban de su país. “Empecé a mirar al río y encontré un lugar para respirar”, contó.
Origen
Castro nació en los noventa en un suburbio de Sao Paolo de Merití, una ciudad de casi 500 mil habitantes del estado de Río de Janeiro. Hace cuatro años que no vuelve y habla de su ciudad como un lugar conservador con mucha influencia de la iglesia evangélica. Ella se considera una persona de fe aunque no se reconoce en un sólo culto. Cuando leyó la carta astral de Bolsonaro lo definió como un egoísta y un codicioso.
Para Castro la democracia en Brasil terminó el 31 de agosto de 2016 cuando destituyeron a través de un impeachment a la presidenta Dilma Rousseff. En ese momento ella vivía en Fortaleza y desde su casa escuchaba que había gente festejando en la calle. “No podía creer que hubiese personas que estuvieran como si fuera una fiesta”, contó. El norte del país fue el lugar que Lorraine eligió para hacer su transición dos años atrás. Llegó sola desde Río de Janeiro y encontró una comunidad que la ayudó y acompañó en el proceso. Había hecho la primaria y la secundaria en una escuela que preparaba para ir al colegio militar, pero cuando entró se fue a los cuatro días por la discriminación. Después estudió cine. Para ella, estudiar era un privilegio que pocos tenían en Brasil. “Mi padre quería que fuera militar y mentí sobre mi identidad para poder estudiar. Después mi familia dejó de aceptarme como soy”, agregó.
Lo que viene
“Brasil es un lugar peligroso hoy. Hay muchas muertes de personas trans y da miedo volver. Es un país hipócrita y de mucha mentira, al punto que ganó las elecciones una persona como Bolsonaro. La elección era entre un profesor y un nazi. Y eligieron un nazi”, opinó. Según Castro, la violencia hacia la comunidad trans será cada vez mayor. “Hay muchos hombres machistas y nazis que creen que tienen el derecho de matar a otras personas por ser diferentes. Bolsonaro los avala”, explicó.
Según la ONG Grupo Gay de Bahía, cada 19 horas un integrante de la comunidad LGBTI en Brasil es asesinado o se suicida víctima de la homofobia o transfobia. En 2017 registraron 445 muertes, la tasa más alta del mundo. En un relevamiento de nueve países de Latinoamérica calcularon que más de 1.600 personas murieron como consecuencia de la intolerancia hacia su identidad sexual en los últimos años.
La aplicación para cuidarse
Ruta Trans será una aplicación para el celular de descarga gratuita en la que habrá información sobre qué lugares son amigables y cuáles son peligrosos en las ciudades de Latinoamérica para el colectivo LGTBI. “La idea es pensar la violencia contra las personas trans, pero será también para todo el colectivo y las trabajadoras sexuales. Lo hacemos en colaboración con las organizaciones de cada lugar para mapear lugares importantes de ayuda y los que son negativos”, contó Castro. Rosario fue la ciudad elegida para empezar el relevamiento que continuará en otras ciudades del continente.
El proyecto fue ideado por Sascha, una activista panameña y puede consultarse en el sitio web. El grupo de trabajo se formó a través de internet e incluye a diez personas de distintos países de Latinoamérica. Castro entró en contacto con Sascha y se sumó. En octubre la iniciativa llegó a Rosario con la edición del Laboratorio de Innovación Ciudadana Argentina (Labicar), un encuentro en el que personas de distintos ámbitos y de toda Latinoamérica desarrollan proyectos en base a objetivos de desarrollo sostenible. A nivel local, Ruta Trans contó con el apoyo der la Subsecretaría de Diversidad Sexual de Santa Fe.